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Lo escuchó soltar una risita. — Se está acercando a Tanya y luego lo hará con Jill — Los celos de Samuel hacía ella la hacían sentir avergonzada, lo hablaba libremente en la mesa del almuerzo con sus amigos tratando de mostrarse como un buen novio posesivo como si eso fuese algo de qué sentirse orgulloso.

Jill se había mostrado inconforme demasiada veces con el hecho de que Samuel tomara ese tipo de actitudes con ella. Tan solo pudo rodar los ojos y evitar ser vista para que ninguno de los presentes empezaran a sonreírles tontamente por una relación superficial en dónde era más que todo un interés sexual y solo por parte de uno en la relación.

Claus carraspeó un poco hartado y cerró los ojos, su ceño estaba fruncido y le daba la espalda a Samuel, después de todo la pelinegra no era la única molesta de ese tema. — Cállate ¿A quién le importa? — El moreno apretó sus labios y se quedó callado mientras miraba con vergüenza al resto de sus amigos, poco después se levantó y desapareció por los pasillos.

Fue increíble la forma en como se había ido y nadie lo hubiese detenido por ello, porque claro, la amistad de Samuel para todos era bastante importante. — ¿Qué harás hoy en la tarde? — Dhara le habló a Jill quien duró un momento en silencio porque creyó que no le hablaban a ella directamente

Apretó sus labios mientras veía como todos esperaban ansiosos su respuesta. — Iba a empezar a hacer los ejercicios de Políticas, ¿Se reunirán acaso? — Preguntó curiosa

Dhara asiente. — Hagamos los ejercicios juntos y de paso molestamos un poco

— Está bien — Respondió el novio de la chica en su lugar — iré — Las miradas volvieron estar posadas en Jill quien una vez asintió todos se sumieron en una conversación trivial.

Jill se había aprendido de memoria los estantes y las sesiones de aquella librería, pasaba la mayor parte del tiempo allí cuando era nueva en la ciudad, incluso había conocido a todas las bibliotecarias que habían trabajado allí desde entonces. — Demoraste en traer este último — La chica la exalta — A la próxima deberías anticipar más tiempo del que crees que puedes demorar terminar leyendo un libro — Aunque el tono de su voz era bajo y parecía estar calmada, la pelinegra creyó que estaba siendo reprendida

— Pensé que no demoraría con este — Respondió casi de inmediato mientras recibía su documentación de nuevo y se apartaba de la corta fila detrás de ella — Volveré a tomar unos prestados — La chica le asintió y Jill tan solo retrocedió su camino, llegando al final de la fila y encaminándose a los estantes de vuelta.

Debía aprovechar que le quedaba tiempo antes de ir a casa de Dhara y prestar unos cuántos libros. Se acercó a su sesión favorita y entre la poca gente sintió la penetrante mirada del chico rubio de la otra vez en la cuál se encontró a Darían y de como, de casualidad este estaba a su lado observando unos libros. Se sintió incomoda al ver cómo al chico se le curvaban los labios en una sonrisa dirigida a ella, sonrisa la cual no correspondió

Dió unos cuantos pasos más cerca y luego aquel par de ojos claros se fijaron en ella, Darían le dió una sonrisa corta y regresó a observar la estantería. Tampoco iba a darle importancia a un simple encuentro, del cuál, debería empezar a acostumbrarse porque al parecer ambos frecuentaban los mismos lugares. Luego de tomar los libros que quería llevarse a casa y observar a su alrededor, se dió cuenta de que estaba sola en aquel pasillo. Destensó su cuerpo y caminó a la larga fila que había esta vez. Observaba la hermosa pasta del libro para distraerse y excluirse de tener que observar los rostros a su alrededor, disociando un poco mientras esperaba al llegar al frente del mostrador.

Una voz a su lado la sacó de su ensoñación y se volvió a topar con quién creía ya no estaba en aquel lugar. — ¿Te gustan las novelas? — Jill asintió levemente después de unos segundos — ¿Irás a la casa de Dhara, tu amiga?

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