Capítulo 1- Cat

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Teníamos que seguir con la búsqueda. Esos momentos robados que acabábamos de tener eran un tiempo muy valioso que había pasado sin darnos cuenta. Ahora teníamos que continuar. Salimos de esa habitación dejando nuestro olor impregnado en las sábanas, mojadas por el agua de después de la ducha que nos habíamos dado tras despertarnos, donde volvimos a caer enredadas la una en la otra. Pensar en ello me hizo ponerme nerviosa. Sus brazos alzándome en el aire, yo rodeándo con mis piernas sus caderas para que pudiera conducirme de nuevo hacia la cama.

Yo no conocía tan bien como ella las calles de Zaun, así que me dejé llevar hasta un callejón sin salida con una puerta blindada en la pared derecha. Había un cartel de neón azul que indicaba claramente de qué lugar se trataba. Y parecía ser bastante exclusivo. No uno de esos sitios de mala muerte donde el placer se vendía barato. No. Desde aquí fuera se podía oler el caro incienso, y escuchar los nítidos gemidos amortiguados por las paredes...

–¿Y qué propones, que entremos así, sin más, en ese sitio?, ¿hablas en serio?

–Créeme pastelito te he hecho cosas mucho más escandalosas de las que a estas horas se estarán haciendo en las habitaciones de este lugar, aún es pronto. –no me cabía duda de que mi cara se acababa de poner de todas las tonalidades rojas posibles. Cómo no tenía que sacar el tema. Aparté la mirada, indecisa. –Vamos, confía en mí.

–¿Por qué aquí?

–Porque los secretos no se proclaman a los cuatro vientos, se susurran entre paredes– se acercó hasta mi oreja, y mientras lamía mi lóbulo me dijo–y qué mejor sitio que este para hacerlo– se apartó de golpe y llamó tres veces a la puerta con sus nudillos, aún magullados.– No te apartes de mí, a menos que quieras... disfrutar un rato.

–¿Pero qué...– no me dio tiempo a terminar la frase, un ojo apareció por la mirilla.

–Contraseña.

–Vengo a ver a Yordle ábreme.

–Vaya vaya, Vi cuánto tiempo.

Los cerrojos de la puerta empezaron a abrirse uno tras otro en un sucesivo repiqueteo de metal.

–¿Parece que eres muy conocida por aquí no?

–¿Celosa pastelito?

–¿Quién yo?....

Las puertas se abrieron para dar paso a innumerables estancias distribuidas a ambos lados de un largo pasillo, cada cuál más extravagante que la anterior. No había puertas, el acceso a ellas estaba constituido por largas y vaporosas capas de cortinas semitransparentes de colores. Cada habitación por la que pasábamos tenía una temática diferente; grandes camas con dosel, chaiselongues, lujo y opulencia por todas partes. Pero una de ellas me llamó definitivamente la atención y no pude evitar quedarme parada, absorta en la escena que se estaba desarrollando en frente de mí.

Dos mujeres en el suelo de la estancia, cubierto de cojines de todos los colores y alfombras de alta calidad, ambas hermosas; una con la piel pálida y otra morena, con el pelo largo y ondulado, y unos rasgos muy característicos que no se parecían a los de nadie en Piltover. Estaban enredadas besándose, tocándose. Una tumbada mientras la otra se encontraba con la cabeza hundida entre sus piernas, de rodillas y con el culo en alto frente a la otra... pero lo que vi a continuación me cortó la respiración y me hizo casi atragantarme. Un joven bastante guapo, con unos rasgos muy parecidos a los míos y el pelo blanco revuelto, se encontraba agarrando de las caderas a la mujer con el trasero en alto, embistiéndola con fuertes estocadas que la empujaban a lamer a la mujer tumbada más y más fuerte. El joven inclinaba la cabeza hacia atrás mientras profería gruñidos de placer. La mujer tumbada empezó a elevar las caderas de manera descontrolada hacia su compañera sin poder evitar retorcerse a cada lamida.

–Vaya ..... ¿Te gusta lo que ves?

–Yo ...emmm n... –dioses no me salían las palabras, pero lo peor de todo es que no podía apartar la vista de esa escena. Nunca había visto algo así.

Sentí como Vi me agarraba de la muñeca para arrastrarme hacia una de las paredes y acorralarme contra ella.

–A ver, necesito que te centres, y creeme me encanta verte así.– una de sus manos subió hasta mi mentón para acariciarme mientras la otra abandonaba la pared para sujetarme de la cadera.– voy a hablar con alguien que tiene información que necesitamos, te voy a dejar sola unos segundos, puedes venir conmigo pero... prefiero que no lo hagas.

–No puedo quedarme aquí sin más, ¿qué pretendes que haga yo sola?

–Seguro que sabrás entretenerte. –Llevó una de sus manos hasta mi pecho y pasó el dorso de la mano sobre uno de mis pezones ya endurecidos, por la escena que acababa de presenciar.– No te diviertas demasiado sin mi eh.–tras decir esto depositó un suave beso en la comisura de mis labios.

Y así sin más Vi desapareció por el pasillo. 

"Secretos rojos en Zaun" (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora