Capítulo 2

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Capítulo 2

Avanzo con cautela a través de la floresta. Los sentidos de mi cuerpo humano son más precisos que los de una persona normal, o eso me han dicho siempre, porque nunca he visto a una persona normal, pero eso no quita que sea un ser débil y desprotegido frente a la crueldad e impasibilidad de un entorno natural vivo.

No sé a dónde ir, esa es la verdad. Nunca he salido del bosque. Conozco la geografía e historia de la tierra de Parmonia por las lecciones que he dado en el campamento. Sé que la ciudad más próxima a nuestro lado del bosque es la ciudad de Tennesis, una urbe completamente humana. La lógica me dice que, siendo humano, allí es a donde debo dirigirme, pero la parte cautelosa de mi cerebro me dice que no conozco otra cosa que este bosque y que aquí es donde debería quedarme.

Todos los conocimientos que he adquirido hasta el momento no me sirven de nada, porque siempre se ha hablado del sentimiento de La iluminación, de lo que supone dejar salir a la segunda alma a la luz, pero nunca de qué ocurre si no lo haces. Conozco el concepto del aura porque mi madre empezó a hablarme de él hace un par de años, cuando algunos de los chicos de mi clase comenzaron a experimentar ciertos cambios. Poco después de que mi madre me lo comentara, también salió el tema en un par de clases, pero explicado muy por encima, más por obligación, porque se acercaba nuestro ritual, que por otra cosa. Nadie le prestó más atención de la necesaria porque todo el mundo confiaba en poder transformarse. Yo también confiaba.

Así que, ahora mismo, lo único que sé sobre el aura es que es un estímulo. Lo imagino como algo impactante y novedoso que choque tanto en mi cerebro que haga despertar a la parte lobo que tengo dormida. O más bien en coma, diría yo. Por tanto, la lógica me dice que los estímulos no los encontraré en aquellos lugares que ya conozco, sino en aquellos que desconozco al completo, que incluso puede que me aterren, si me atrevo a confesar. En Tennesis.

Lo llaman el Bosque Hundido porque se hundió literalmente por culpa de las bombas que se lanzaron en la guerra de los Antiguos hombres

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Lo llaman el Bosque Hundido porque se hundió literalmente por culpa de las bombas que se lanzaron en la guerra de los Antiguos hombres. Fue entonces cuando los pocos humanos que se habían atrevido a internarse en la arboleda abandonaron el bosque, pero, aun a día de hoy, podemos encontrar restos de sus antiguas edificaciones inmersas en mitad de la vegetación. El bosque continuó creciendo, sobre las piedras y sobre las ruinas de sí mismo, pero todavía se pueden ver importantes brechas y hendiduras en cuyo fondo descansan raíces y troncos muertos.

Tras un largo rato caminando, siento cómo el calor de los primeros rayos de sol empieza a abrirse paso a través de la espesura. La todavía tenue luz me permite cerciorarme de que ya estoy en una parte del bosque que no había explorado hasta ahora. A pesar de que el tipo de vegetación no ha cambiado respecto a la zona que envuelve a mi campamento, noto perfectamente que estos árboles son nuevos para mí, a estos no los conozco. No es que pueda hablar con el bosque ni nada por el estilo, pero sí puedo comprender, como cambiante que soy, que el bosque es un ente vivo, que habla y se comunica con los seres que lo habitan. Siento en cada tronco nuevo que toco que este árbol no me es familiar. Ahora me presento ante ellos y ellos pueden conocerme a mí, no soy una amenaza.

Tierra de huesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora