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—¿Te compraste eso? -ella asintió- Que bueno. No fue algo tan horrible después de todo ¿verdad? Ven, volvamos a casa.

Mina dejó escapar un gran suspiro cuando ambas estuvieron finalmente dentro del auto otra vez. Se sentía a salvo.

—Gracias por acompañarme hoy, Mina -dijo cuando llegaron a casa.

Ella asintió y sin decir una palabra subió a su cuarto y cerró la puerta.

—Tal vez fue demasiado en un sólo día -susurró ella.

Una vez en su cuarto Mina sacó el paquete de adentro de las bolsas y lo observó detenidamente. Tenía una forma cuadrada por la forma de la caja del CD. Estaba muy prolija, dedujo que la chica lo envolvió con sus propias manos, ya que el resto del personal se encontraba con sus respectivos clientes. La fecha estaba escrita a mano, esa debía ser su letra. Cada pequeña cosa que tenía que ver con aquella chica la alegraba de sobremanera aunque su rostro no lo demostrara. Debería de romper el envoltorio para dejar el CD al descubierto, pero no quería hacerlo. Se trataba de uno que había escogido de manera totalmente aleatoria, ella ya tenía los CDs que quería, su mamá se encargaba de comprárselos. Prefería conservar el envoltorio que Chaeyoung se había encargado de colocarle y con la fecha de ese día, que Mina consideraba importante, escrita por ella. Lo miró durante un largo tiempo y luego decidió guardarlo dentro de una caja, debajo de su cama.

Al día siguiente, se encontraban en la casa de sus abuelos, como todos los domingos. Ella quería a sus abuelos, siempre fueron buenos con ella. A quienes no soportaba eran sus primos, algunos eran menores y otros mayores que ella. Actualmente no hablaba absolutamente nada con ninguno de ellos desde aquella vez hacía años.

Mina tenía unos seis años de edad. Se encontraba sentada a un lado de su mamá, cuando una de sus primas de la misma edad la invitó a jugar con los demás. Mina sólo negó con la cabeza a todas las propuestas de la otra niña.

—Tía Sachiko ¿Por qué Mina casi nunca dice nada? ¿Acaso es estúpida? -dijo la niña.

Mina la miró horrorizada.

—¡Hitomi! -gritó la madre de la niña.

—¡¿Qué?! Es la verdad. Es una rarita.

Luego de eso Mina hablaba menos incluso de lo que ya estaba acostumbrada. Sólo lo justo y necesario, cuando no eran palabras que podían reemplazarse por gestos corporales.

Permanecía cerca de su madre o de sus abuelos, quienes no la molestaban más de la cuenta. Aunque este domingo apenas si prestaba atención en la reunión. Lo único en lo que pensaba era en la chica de los CDs. Su nombre. Su voz. Sus ojos. Tenía que volver a verla.

Tuvo dificultades para concentrarse en la clase del lunes con Eri. También el martes.

—¿Ocurre algo, pequeña? -Preguntó amable la dama -No estás prestando atención como de costumbre, eso no es común en ti.

Mina la observó con algo de vergüenza. Ella tenía razón, apenas si estaba escuchando sus palabras. Pero negó con la cabeza.

—¿Estás segura? Puedes confiar en mí, si hay algo que quieras decirme.

Ella torció su labio a un lado. No podía pensar claramente. Decidió confiar en ella y tratar de enfrentar su miedo. Inhaló una gran cantidad de aire y finalmente habló.

—¿Podemos... -comenzó, pero luego estuvo durante varios segundos en silencio sin poder terminar la oración. Tal vez por terror a un no como respuesta. Era más difícil de lo que imaginaba.

—¿Podemos... -preguntó ella incentivándola a continuar.

—Ir al... centro comercial? -finalizó desviando su mirada hacia el suelo, comenzando a morderse las uñas, claramente nerviosa.

Eri se sorprendió ante el pedido. Mina le estaba pidiendo por primera vez en años de conocerla, que salieran fuera de su casa. Sachiko y Young Soo, su padrastro, se encontraban trabajando. Ella tenía toda la responsabilidad sobre la chica si algo malo llegaba a ocurrirle. Sabía cómo tratar con Mina, pero siempre bajo un techo. Pensó que tal vez surgía algún inconveniente podría comunicarse desde un teléfono público a las oficinas de trabajo de sus padres. Si aceptaba debían ir caminando. Mina debía estar consciente de eso y aún así quería hacerlo. Ella estaba analizando todas las posibilidades, procesando la información, y por ende se quedó en silencio unos minutos. Mina estaba comenzando a pensar que estaba buscando la manera de negarse sin herir sus sentimientos. Se sintió muy desanimada.

—Está bien -dijo finalmente la mujer.

Mina la miró sorprendida con los ojos enormemente abiertos. Ella sonrió.

—Ve a tomar tus cosas, saldremos en un momento.

Miró como rápidamente se levantaba de su silla y subía las escaleras con apuro. ¿Desde cuándo tenía tanta energía? La miró regresar con una mochila gris cargada en su espalda.

—Bien, vamos -dijo abriendo la puerta dándole paso a la chica.

Mina tenía la respiración irregular. Sea lo que fuera que pasaba por su mente la tenía intranquila. Sin mencionar que la última vez que había caminado por las aceras de la ciudad de Kobe había sido muchos años atrás. Observaba todo a su paso. A pesar de la temperatura media baja, el día estaba soleado, lo cual hacía que resultara agradable.

Eri la observaba por el rabillo del ojo, tomando nota de todas sus acciones. Cuando tuviera oportunidad de hablar a solas, se encargaría de contarle a Sachiko sobre lo ocurrido aquella tarde. La caminata fue silenciosa, ya que Mina prácticamente no hablaba y ella prefirió no hacer comentarios tontos con el único motivo de llenar el espacio silencioso entre ellas.

Finalmente llegaron. Eri se limitó a seguirla mientras Mina caminaba bastante más decidida de lo que normalmente lo hacía. Esquivando todo contacto humano con el resto de las personas que deambulaban dentro del recinto. Caminó directamente hasta llegar a la tienda de artículos de música. Ese había sido su objetivo desde el principio. Miró a través del cristal de la vidriera, tratando de encontrarla, pero no lo logró. Se mantuvo inmóvil, sólo observando, esperando que apareciera de un momento a otro, que tal vez estuviera envolviendo algo, pero no apareció.

—¿Mina? -la voz femenina de su profesora particular que se encontraba a su lado la sacó de sus pensamientos y le dirigió la mirada —¿Es aquí dónde querías venir? -Ella asintió mirando hacia el piso- ¿Por qué no entras?

Volvió a mirar hacia el interior. Dos señoras y un hombre se encontraban atendiendo al público. No tenía razón para entrar. ¿Por qué ella no estaba allí? Su ilusión de volver a verla se rompió tan duramente.

—¿Estás buscando a alguien verdad? -preguntó al ver que la chica recorría el interior del lugar con la mirada repetidas veces. Ella hizo una mueca. -¿Por qué no preguntas por esa persona? -Permaneció en silencio- ¿Quieres que pregunte yo? -ella se volteó a verla, tal vez esa fue la señal de que era lo que esperaba inconscientemente que pasara.

La chica de los CDs [ADAPTACIÓN Michaeng] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora