Extra, capítulo treinta y cuatro

8K 1.1K 679
                                    

—¿En serio no vas a contarme? —Negué con firmeza provocando que Julia frunciera el ceño—. Y yo que me desperté temprano para tener tiempo de hacerte la maleta. Soy la mejor roomie del mundo ¿y así me pagas?

—Tú te ofreciste —repliqué mientras le alcanzaba otra camisa para que la doblara.

—Porque me gusta consentirte.

Me senté en la cama observando como Julia reunía mis últimas pertenencias en el departamento. Me encontraba listo para marcharme, entusiasmado por mi regreso a casa y todo lo que este conllevaba.

—Por eso te quiero.

—Si me quisieras no me lanzaras una bomba de esta forma, sin darme detalles.

—Pero no hay detalles. Solo es eso, me voy a mudar muy cerca de Cami.

—Algo tuvo que pasar entre ustedes para que aceptara. Tu belleza no es una mujer dócil, no iba a decir si tan fácil.

—Me sinceré con ella, le dije porqué es tan importante para mí estar cerca de mi hijo.

—¿Seguro?

—¡Qué sí! —solté fingiendo fastidio—. Deberías de estar preocupada por la dirección del proyecto. Es un reto Julia, eres joven, vas a tener muchas miradas encima por ese simple hecho.

—También porque soy mujer.

—Tristemente si, pero tú vas a demostrarles que eres la indicada para hacerte cargo. Confío mucho en ti, en tu talento y la dedicación que vas a ponerle...

Me dediqué a alentarla, quería darle la seguridad que alguna vez necesité cuando no tenía experiencia; también, porque fue la mejor manera de distraerla. No paré de hablar mientras ella seguía doblando mis cosas, muy diligentemente.

—¿Y cómo es tener sexo con una embarazada?

—¿Qué? —Su interrupción me dejó desconcertado. Había una sonrisa en mis labios que no pude frenar por más intento que hice.

—Te estás riendo. No, cobarde. Mírame a los ojos. ¿Te acostaste con tu ex?

—¿De dónde sacas eso?

—Es evidente.

—Estás loca.

—Mírame a los ojos y niega que te acostaste con la pelirroja.

Me esforcé por sostener su mirada y mantener un gesto de seriedad en mi rostro. Sin embargo, mi intento fracasó. Tras un par de segundos terminé sonriendo como imbécil.

—Tal vez sí lo hice.

—¿Tal vez? Se honesto —Insistió.

—Un par de veces.

La expresión en su rostro me provocó una sonora carcajada. Me observaba con los ojos bien abiertos, haciendo un gesto de incredulidad que me pareció chistoso. Estaba evitando parpadear y sus labios se entreabrieron.

—¿En serio? —Asentí y en respuesta dejó mi ropa a un lado y se lanzó a la cama sobre mí. —Eres uno de los pocos hombres que admiro. Cuando sea grande quiero ser como tú.

Su cuerpo saltaba por la risa que rebotaba contra mi pecho, lugar en el que había apoyado la cara. De forma automática la rodeé con los brazos, riendo casi tan alto como ella, hasta que, mi teléfono sonó acabando con el momento. Julia alargó el brazo para tomarlo y me mostró la pantalla sin mover su cuerpo que aún tenía encima.

—Ni se te ocurra responder —advertí al ver su sonrisa maliciosa.

—Te juro que me encanta desagradarle. Ninguna mujer se ve tan bonita como la tuya cuando se enoja.

Malas Decisiones Escenas extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora