El Humo Negro. El Primer Enemigo Del Alma

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Nunca me había levantando en altas horas de la madrugada, pero el sonido del barco resonaba aun más por las estrechas paredes lo cual no me dejaba dormir, aunque mis compañeros dormían como si no hubiera un mañana.

Me aventure a salir de la habitación fijándome en una de las redondas ventanas en donde se podía ver algo de las estrellas que decoraban el oscuro cielo.

Tengo un amor por ellas, tanto que me hizo salir totalmente afuera, en donde solo la tercera clase podría estar, me acerque hacia los barandales sosteniéndome de estos para luego levantar mi mirada y fijarme en una que brillaba tanto para destacarse, ¿Eres tu mamá?, ¿Me estás viendo ahora?, te extraño, eso lo sabrás, todo el tiempo te lo digo, pero no mentiré al decir que aun te amo y te echo de menos.

Aquella estrella brillo aun más, dándome a creer que si era ella y que me estaba cuidando ahora mismo en este largo viaje.

Un ladrido me hizo salir de mi tranquilidad, mi labio se tiro hacia un lado, se que estaba haciendo una mueca desagradable, aunque aquel hombre no me notaba o no le daba importancia en el que estuviera allí, viendo como aquellos perros hacían sus cosas. Claro, el lugar de la basura y residuos de perro, ¡la tercera clase señores!, los presento.

Tan solo exhale un poco de mi aire, notando como se hacía un humo blanco, casi transparente, no pude evitar jugar con él, exhalando muchas veces solo para ver como este salía de mi propio aire, era infantil, lo sé, pero me resultaba entretenido.

Decidí que era hora de ingresar, al girarme mi paso fue obstruido, mis cejas se fruncieron mientras levantaba mi mirada hacia aquella persona.

Lo primero que note fueron aquellos ojos oscuros, igual de rasgados que los míos, solo que estos eran un poco grandes, la mandíbula marcada, cejas rectas, cabello rizado y negro, labios finos que sostenían una cotilla entre estos, la cual notaba que hacia sido empezada.

-Disculpe –Dije después de un breve silencio.

Aquel hombre, de igual asiático me detallaba de arriba hacia abajo sintiéndome desnudo ante tan oscura mirada, la cual se volvió tan fría al verme a los míos, los cuales aseguro que estaban algo temerosos por tan gran sujeto. Era muy alto, mucho, me hacía sentir pequeño, lo estaba empezando a odiar.

Volví hacia la cotilla, en donde aquel hombre la tomaba entre sus dedos y exhalaba el humo hacia un lado pero aun así el viento hizo de las suyas haciendo que tosiera, siempre odie ese olor, es desagradable.

-¿Sabía que aquel humo es el primer enemigo de sus pulmones? –Mencione alejándome un poco solo para que aquel humo no llegara de nuevo hacia a mí.

Note como el hombre alzaba una de sus cejas, pareciéndome atractivo. Bien, no lo negare, me descubrieron, en realidad estoy aquí, solo por el hecho de gustarme mi mismo género, lo cual en esta generación es un aberración, considerado delito.

¿Delito saber amar?. ¡Tonterías!.

Esto ha existido por años, el amor a tu propio genero, no tiene nada de malo, que no sea tan visto, no quiere decir que no se dé, solo se ocultan para permanecer en algo intimo, lleno de secretos. Pero yo nunca quise ocultarlo, quiero tener la libertad y por allí debía empezar.

Aunque no fue inteligente empezar primero por lo realmente difícil, pero me ahorro un gran peso y hasta ahora no me arrepiento.

-Podría decirse -Me respondió, con una voz tan grave y rasposa que no negare que me agrado, era tan varonil y atractivo –Aunque no es que sea de su incumbencia

De acuerdo, quítenle lo varonil y atractivo. Es un idiota. Aunque pude decírselo en su cara sin expresión, aun así no lo hice, tan solo me hice a un lado mirando otro rumbo dejando que se reposará en los mismos barandales en los que estaba.

Entre tanto que puede haber, decidió en donde estaba mi persona, patético. Mejor dejo que el humo negro siga matando su alma y cuando muera, recordara mis palabras.

Me devolví hacia la habitación, sentí un poco de sueño, por lo cual decidí dormir plácidamente hasta donde se me diera en gana levantarme.

Me devolví hacia la habitación, sentí un poco de sueño, por lo cual decidí dormir plácidamente hasta donde se me diera en gana levantarme

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𝑇𝐼𝑇𝐴𝑁𝐼𝐶 𝐋𝑎 𝐻𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎 𝐽𝑎𝑚𝑎́𝑠 𝐶𝑜𝑛𝑡𝑎𝑑𝑎 (KM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora