Narrador Omnisciente:
Era un mundo completamente diferente y a eso me refiero; no todos eran como nosotros en la actualidad. En este mundo habían personas extraordinarias y no estaba lleno de inseguridades, podías ver adultos que vivian sus días sin barreras, jóvenes que podían expresarse sin tener que ser juzgados, niños que jugaban sin ningún pudor. No todo era color de rosa, claro, habían momentos donde tenían guerras entre ellos mismos. Luchaban entre si, por quién era el mejor y el más fuerte.
A las Diosas le excitaban ver a sus maridos y a cualquier otro hombre llenos de sangre. No hay otra cosa mejor, que batallar con valor y para los machos, eso les sumaban más puntos para sus amadas. Diosas suspiraban y anhelaban por comerse a alguien, era una chica en particular, pero más fuerte que el mismo Zeus. Nadie le ganaba en una batalla, todos los Dioses le temían y rogaban por ser perdonados, pero Lisa los mataba sin más.
Lalisa Manobal, o como todos le dicen, Diosa de la guerra. Es la mujer más precavida e inteligente de ese lugar. Sus estrategias de combate no se igualan a el de cualquier otro, su sabiduría es impactante y su habilidad al conquistar con tan solo una sonrisa, dejaba atónita a las personas.
- ¡Maldición! - Gritó, mientras succionaba el pezón de la chica.
Lalisa estaba tan agotada de hacer la misma rutina de siempre, que solo se busco una mujerzuela y se la llevó a su templo para gozar un poco, o como ella le dice, su posada.
- Gime mi nombre, muñeca. - Ordeno estimulando a la muchacha, movía sus dedos tan hábilmente, que la mujer tuvo que agarrarse de las sábanas blancas.
- Maldición, Lisa~ - La sonrisa ladina de la castaña se hizo más grande, bajo hasta la entrepierna de la mujerzuela y paso su lengua. La contraría arqueó la espalda y la tomo de los cabellos. - Quiero más, necesito más, Lisa. -
- Como mande, muñeca. - Solo le basto un segundo a Lisa, para tomar a la chica del cuello y meter su miembro. No le importaba si la otra le dolía, ella solo quería acción y más acción.
Sus cuerpos chocaban y las embestidas de Lisa eran aún más rápidas, no le bastaba, quería más. Subió la pierna de la chica a su hombro y con una mano en su vientre, metió y saco su miembro. A la mujer rubia le salían las lágrimas, la estaba lastimando, pero la castaña estaba ocupada como para verla y sentir pena.
- Duele, duele mucho. - La rubia no entendía como a la más alta le encantaba el dolor, pero es su culpa, solo se metío a la cama de Lalisa para poder presumir con sus amigas el día de mañana. Tenía pocas energías, pero quería satisfacer a la castaña.
- No llores, muñeca. ¿No estás disfrutando? - Pregunto Lalisa con cinismo, limpio las lágrimas de la mujerzuela con su pulgar y saco su gran miembro de ella. Claro que no era todo, se posiciono entre medio de las piernas de la chica y metió sus senos a la boca. Los mordía una y otra vez, con sus manos los apretaba y masajeaba.
- Estoy cansada. - Los gemidos de placer no tardaron en escucharse, pero enserio estaba agotada. Tenía que parar a la más alta, o si no, su cuerpo se derrumbaría. Su primer intento fue tratar de apartarla, pero la otra era más pesada. - Basta, Lalisa. - Estaba implorando por ser liberada.
- ¿Qué te pasa?, ¿Acaso no te gusta? - Algo que caracterizaba a Manobal, era su paciencia, y es que no tenía nada. La chica estaba siendo una completa idiota a decirle que parara.
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Guerrera | JenLisa
FanfictionOne Shot Gip: Era un mundo nuevo para ella y nadie conocía su existencia, nadie, incluso ella se lo cuestionaba. Lalisa Manobal, una Diosa guerrera que fue expulsada de su civilización, solo por ser descubierta al tener un miembro masculino. En la...