Pero lo que más le llamó la atención fue que Azami le dijo que la mujer no estaba sola, que la acompañaba una adolescente. Una joven de cabello lacio color castaño, estatura media, tez blanca, ojos marrones, que en ningún momento tuvo intenciones de decir palabra alguna. Encajaba perfectamente con la descripción de esa chica.
—Me gustaría saber su nombre -susurró y siguió atendiendo a los demás clientes.
Mina no podía creerlo. Llegó a su casa y se encerró en su habitación. Su madre creía que le gustaba escuchar sus nuevas adquisiciones a solas y cuanto antes fuera posible; pero en lugar de eso, ella sólo tomaba el paquete entre sus manos observándolo fijamente. Admirando cada milímetro de la fecha escrita a mano. Era como si se sintiera más cerca, o en todo caso, menos alejada de aquella muchacha al poseer en sus manos algo suyo. Algo que ella se hubiera encargado de envolver. Algo que ella se hubiera encargado de escribir.
Luego de estar casi una hora mirándolo fijamente lo guardó dentro de la caja debajo de su cama, junto con el primer CD que había comprado. Después se tumbó en su cama mirando hacia el blanco techo. No podía sacarla de su cabeza. Sintió un gran vacío en su pecho al pensar en que debía esperar otros largos siete días para volver a verla. Tantas horas de espera para tan sólo poder verla apenas unos minutos. Pero aún así creía que valía la pena.
Eri no interrogó a Mina preguntándole si había logrado ver a quien buscaba, decidió que cuando ella quisiera o estuviera lista lo haría por su propia cuenta. Además, ya había una persona encargada de oír sus sentimientos Haru. Aunque tampoco tuvo grandes avances ese viernes.
—Dime Mina ¿Has salido de tu casa alguna vez en las últimas semanas? -ella asintió- ¿Fue una buena experiencia o no fue de tu agrado? -ella levantó su dedo índice, indicándole que optaba por la primera opción dentro de su pregunta- ¿Piensas que volverás a salir pronto? -si por pronto se refería al día siguiente la respuesta era un innegable sí. Ella asintió -Que bueno. Dime ¿Hay algo que te esté sirviendo de incentivo para que esto se lleve a cabo? -Mina se tensó. Sí, había una incentiva. Una con nombre y apellido, bueno, aunque ella la desconociera daba por sentada que debía tener una. Una incentiva con los ojos más hermosos del mundo. Pero no quería admitírselo. Al menos no aún. Así que se limitó a negar con la cabeza. Haru supo de inmediato que estaba mintiendo. Ella esperaba que Mina mintiera incluso desde antes de formular su pregunta, que fue con esa intención. -Bien, me alegra que estés progresando. El mundo exterior no es un lugar tan horrible -dijo mostrándose indiferente- ¿Cómo te fue en el examen de historia? -cambió de tema.
Al terminar la sesión, como cada viernes, Mina se quedaba unos momentos sola mientras su madre y su doctora conversaban sobre ella. Al principio, cuando era muy pequeña, hizo demasiados berrinches sobre eso. Era algo muy incómodo, sentía como si fueran a decir cosas malas sobre ella, a tratarla como un bicho raro. Pero con ayuda de la plática de ambas la convencieron de que eso jamás ocurriría y no tuvo más remedio que acostumbrarse.
—¿Está segura de que ella fue a esa tienda con la intención de ver a alguien en particular?
—Lo estoy. Me lo dijo su profesora que es de suma confianza.
—Cuando hoy le pregunté si existía una razón en específico para sus salidas, ella lo negó.
—¿Qué está queriendo decir?
—Que Mina mintió -Sachiko se sorprendió mucho al oír eso, creía a su hija un alma inocente incapaz de decir mentiras- Descuide Sra. Myoui, la mentira es un reflejo humano natural. Ella está queriendo mantener su secreto cuánto le sea posible en una pequeña burbuja. Aún hay muchas cosas por averiguar, como el porqué siente la necesidad de ver a esa persona y cuáles son sus intenciones con ese alguien.