Prega Per Noi

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-¿Creer que puedes entrar disfrazado de esa forma a la casa de nuestro señor?-

-Tu dios no vive aquí, hace años que los ha abandonado-

-¿Por qué no te quemas en las llamas de la santidad como lo harían tus hermanos?-

-Ya te lo he dicho, tu Dios no está presente por ningún rincón de este gigantesco recinto, todo esto es una mentira suya para no creerse olvidados-

Pero ¿Cómo alguien con el mismísimo color del cielo en su mirada podía manchar cada pared de la capilla con sus sucias palabras?

Azul contra dorado, la santidad contra el pecado. Era tan simple el definirnos a ambos seres pero tan difícil comprendernos.

-Nunca podré entender a los humanos, tú me llamaste entre plegarias y susurros-

-Yo nunca mancharia mi alma pronunciando tu nombre-

El silencio reinaba en mi pequeña habitación, tan alejado del altar donde se rendían las oraciones en el silencio sepulcral.

-Supongo que debería tomar una forma en la que el señor Zhongli se sienta cómodo con mi presencia-

Aquella hasta el momento sombra obscura se materializaba de forma tangible ante mis ojos, solamente pude desviar la mirada a algún punto muerto al tener un cuerpo voluminoso y desnudo sobre la cama que juré en algún momento tener alejada de cualquier pecado carnal y de erotismo.

-Creo que a nuestro querido sacerdote no le van los grandes pechos-

Blasfemia, el hombre fue hecho para vivir con su costilla y la mujer para ser cuidada por el hombre, dos hombres es inaceptable.

-¿Te gustan los penes grandes o pequeños? Si tuviera que adivinar diría que quiero cabalgarte hasta que las puertas del cielo nos escuchen jadear de placer-

Un nudo en mi estómago se formaba ¿Cómo semejante demonio pudo haberse escabullido hasta el centro de esta santa tierra?

-Empiezo a aburrirme un poco, vuelve a masajear tu pene de esa forma cuando me necesites, estoy hambriento de sexo-

Aquella presencia abandonó mi diminuta habitación, así parecía ser al no poder respirar normalmente con eso a mi lado.

Las campanas resonaron desde lo alto de las torres anunciando la hora para recitar las plegarias de cada domingo como la palabra de nuestro señor dicta.

Frente a los creyentes mi corazón y voz iba dirigido hacía nuestro Dios, pero mi mente viajaba hacía aquel joven que miré por segundos en mi habitación aquella forma que estaba dispuesta a darme todo aquello que me habían negado por años.

Probablemente no era el fiel creyente que todos frente a mi creían que era, mi corazón se sintió inestable cuando alguien fuera de lo que creía se atrevió a ofrecerme tales atenciones que en algún otro momento hubiera repudiado pero ahora me parecían las más correctas en el inmenso mundo.

-¿Pensando en mi mientras recitas palabrería barata de alguien que no siente interés por ustedes?-

Mi respiración se cortó y en mis ojos se reflejó el pánico al ver nuevamente esos grandes y brillantes zafiros a la altura de mi pantalón mientras sus traviesos y largos dedos recorrían el largo de mi atuendo.

-Tranquilo cariño, desde aquí nadie puede ver cómo voy a comer tu gran pene que está ansioso por mi-

Mis labios no detuvieron sus oraciones y mis piernas dejaban que se colocara mejor, mi cuerpo entero me traicionaba por algo tan banal como lo era el sexo.

Su calido aliento y expertas manos se hicieron presentes cuando encendía el incienso, pero ¿por qué se sentía tan correcto algo que me habían contado era una aberración?

¿Por qué ahora idolatraba a alguien que no era el ser al que le juré lealtad a mi corta edad de quince años?

Su húmeda, calida y larga lengua tocó la punta de mi rosado e hinchado glande dándome el placer que nunca había tan siquiera pensado.

Los murmullos se escuchaban al compás de las campanadas que se movían a mi espalda, todos orando por su salvación mientras tú me llevabas a las puertas del infierno.

-Creí que sería más pequeño, pero creo que te volverás mi predicador favorito-

Mire nuevamente tu rostro, tan masculino, no había pechos grandes, eras un hombre igual a mi, un hombre que me llevaba directo al paraíso y me arrastraba devuelta al infierno.

El calor de tu boca se apoderó de mi miembro, tus delgados labios delinean a la perfección mi miembro mientras lo llenas de tu néctar prohibido.

Quiero probar tu boca, quiero morder el color durazno de tus labios mientras el océano perfora mi alma y el cielo me castiga por disfrutar de tu cuerpo en un lugar sacro.

-Amar no es algo malo, no entiendo porque mi padre lo castiga cuando puedo darte mi corazón en éste momento-

Tu aliento junto a tales palabras hacían mi cuerpo vibrar y a mis labios rogarte por un poco más.

Eras la tentación en carnada en un ángel sin alas ¿Por qué negarle el cielo a un alma tan caritativa? A ti que me mostraste el afecto del que me habían mentido.

Tus manos apretaban mis muslos mientras tu boca succionaba casi con desespero mi carne caliente, y mi límite lo hacías más inminente.

Mientras el final de mis palabras se acercaban, tu ser se apoderaba del mío por completo.

-A nuestro señor-

-Ruega por nosotros-

Te burlaste de nosotros mientras masturbabas mi miembro haciendo que eyaculara directo en tu lengua, mi vista se nubló y mis piernas temblaron cuando seguiste chupando mi falo apesar de que acababa de terminar en tu rostro.

-Amén y bendito sea el fruto de tu vientre o clemente o piadosa o siempre pura virgen María-

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No olviden dejar su estrellita y su comentario que amo leerlos ya saben.

Nos leemos pronto bebés.

In Nome Del PadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora