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📍Las Condes, Santiago.

Un Uber me trajo de vuelta a casa desde el aeropuerto. Había encontrado un vuelo de último minuto pero con muchas escalas, era eso o quedarme allá otros dos días y eso fue impensado.

Había vuelto a Chile antes de tiempo pero no llegué como me fui. No tenía ganas de nada y ahora mismo mi cama y dormir eran mi mejor panorama.

Miré mi celular hasta el último minuto antes de dormirme y no encontré ni un mensaje ni una llamada. Eso era todo.

A las 12 de la mañana del día siguiente ya tenía a la Gabi en mi departamento. Era la típica escena en la que una amiga cuenta su desgracia y la otra le suena los mocos. Llevaba como media hora llorando después que le conté, me dolía todo lo qué pasó y como acabó, no entendí como pudo hacer eso a ultimo minuto si se supone que siempre me quiso tanto como decía.

—Ya no llores amiga—Me abrazó otra vez—No es tu culpa, si todo acabo así entonces ya sabes qué tipo de persona es.

—Es que no lo entiendo Gabi, horas antes me pedía que me quedara y ya después metió a esa hueona a su cama como si nada y delante de mi.

—Es muy canalla ese hueon Lais, no merece nada de ti. No sigas perdiendo el tiempo, ya no dejes pasar la oportunidad de conocer más gente por estar pegada ahí, ya no.

—Conocer a alguien no está en mis planes por ahora.

—Pero no cierres la puerta, te mereces a alguien que de verdad te quiera. Tómate unos días para procesar todo, no vuelvas al trabajo sintiéndote así.

—Me tomaré una semana, no tengo ni ganas de levantarme.

—Descansa, pero mañana te quiero a las 7 en mi casa. Con el Gabi haremos un asado y ahora que llegaste quiero que vayas, así conoces la casa como te perdiste la inauguración.

—Ahí estaré.

El resto del día pasó lento, a mi pesar. El cambio de horario había hecho estragos y siendo las 4 AM no tenía nada de sueño.

A las 9 en punto me duche sin haber dormido ñ, me hice un café y partí al centro. Hoy tenía que ir a la casa nueva de la Gabi así que compraría algo lindo para ellos. Unos cuadros minimalistas acompañados de un par de mantas para poner en los sillones fueron mi regalo.

Cargué todo y no sé si todo confabula en mi contra o que, pero puse la llave del auto y no prendió. Intenté repetidas veces y nada, después de unos 8 intentos lo logré pero se sobrecalentó el motor y tuve que acabar pidiendo una grúa.

El mecánico dijo que estaré sin auto al menos dos semanas, además de cobrarme un ojo de la cara por el arreglo. No era mi día, ni mi año al parecer.

Acabe volviendo en Uber a mi casa con todo lo que había comprado, después de todo no tenía ganas ni de comer así que preferí dormir una siesta hasta las 5. Cuando estuve lista, tomé las cosas ya envueltas y me las llevé fuera del departamento para esperar al conductor.

—Hola, Lais—El Gabi le abrió la puerta y me abrazó—que bueno que llegas.

—Ni te cuento, mejor toma esto—Le entregue las cosas—espero les gusten.

—Ya sabes que sí, gracias—Me volvió a abrazar—la Gabi está en la cocina.

—Que bueno que llegas, amiga—Me saludó—ya sabes que yo no soy muy buena haciendo tablas para picar.

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⏰ Última actualización: Jan 24, 2022 ⏰

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