Toujuro avanzaba por un lugar muy parecido a una estación de tren antigua, no había visitado alguna de las pocas que quedaban en el país y no sabía de dónde se podía imaginar con tal detalle aquel espacio sin haber esto nunca en uno. Los pasajeros con destino desconocido pasaban a su lado sin percatarse de su presencia, había visto lo mismo en los recuerdos del demonio con Meiko, pero aún así, no se acostumbraba a ver como todas las personas estaban con vestimenta de época.
«Marion»«Marion»
«Marion»«Marion»«Marion»Su cabeza no dejaba de pronunciar su nombre, aunque su voz no parecía pertenecerle. Llamarla Meiko era un error, así como pensar que era su compañera de clases en kimetsu Gakuen. Era Kujo Marion, un demonio... Era la mujer del museo. En el momento en que volvió a caer en cuentas en la realidad de la identidad de la mujer, sintió dolor en su marca de nacimiento. Al fin la había encontrado, sabía quién era, había charlado con ella. Y, había desaparecido.
Levantó la vista cuando un grupo de personas comenzaron a aglomerarse en la entrada del vagón, queriendo ser los primeros en pasar para conseguir los puestos más cómodos. Uno de los vigilantes grito a lo lejos pitando con su silbato, pudo escuchar apenas unas palabras de lo que decía «Ustedes, está prohibido llevar Katanas» un grupo de chicos, de más o menos su edad, corrieron hacia un costado, saliendo del lugar antes de que el vigilante los atrapará. Toujuro tuvo que restregarse los ojos, creyendo haber visto a Sumihiko en aquel trío.
Cuando se volvió en sus talones para entrar en el vagón, el ambiente cambio drásticamente. Ahora se encontraba en medio de unos suburbios con una apariencia más actual. Esta vez, si pudo reconocer el lugar donde se encontraba. No estaba muy lejos del instituto, pero si a varios buses de su casa. Por el tipo de casas y las direcciones escritas en las entradas sabía que se trataba del barrio Ruan. Un suburbio tranquilo de gente de clase alta.
Suspiro mientras avanzaba conciente de que estaba soñando tonterías al azar. Por lo menos aquel sueño parecía ser tranquilo, solo él paseando por sitios de Japón sin rumbo alguno. Agradeció que el hombre de los tatuajes en el cuerpo no apareciera junto a la mujer del museo, aquel sueño siempre era agobiante, intranquilo y siniestro. Era una pesadilla que repetía sin ninguna razón aparente.
Se detuvo en seco cuando se percató de que un hombre había aparecido en su campo visual. Observo como giraba hacía una desviación, justo cuando los caminos se habrían hacía dos lugares. Volvió a frotarse los ojos, creyendo reconocer el cabello bicolor de su familia.
Corrió en su dirección para intentar alcanzarlo, pero con cada paso que daba el hombre de unos 20 años se alejaba. Sus cabellos era iguales, los típicos rasgos de los Rengoku. Su vestimenta era una versión masculina del uniforme que le había visto a Marion antes de que está se cambiara en el sueño por un kimono, la diferencia era que el del hombre venía acompañado de un haori de flamas.
Con cada paso que el hombre daba se escuchaba crepitar el suelo, como si sus pies estuvieran hechos de fuego. No lo reconocía, nunca había visto a alguien como él en el Estado. Aún así, la familiaridad que sintió al verlo le perturbo. Se sintió como si fuera el reflejo adulto de él.
El hombre se detuvo luego de caminar por 6 cuadras. Toujuro apresuró el paso, pero cuando estuvo a unos metros el desconocido desapareció. Se detuvo en el mismo sitio donde debió estar parado aquella fantasmal presencia.
Frente a él se encontraba una de las casas más grandes del barrio. Leyó «Residencia Yamamoto. Nro 14-8» una de sus cejas bifurcadas se levantó, dándose cuenta de que las otras casas tenían solo la dirección y el número, pero ninguna mostraba el apellido de las familias que la habitaban. Miro derredor dentro de la parcela, parecía tener un basto terreno a su alrededor con linderos que podrían fácilmente superar los 10 o 15 metros, los árboles cubrían su perímetro justo al lado de los muros de ladrillo. Era una casa antigua como si apenas hubiera entrado en la fase de pre modernización. Acercándose a la entrada, acaricio las rejas verdes que lo separaban del interior. Con su dedos en ella, la entrada se abrió con un ligero empuje, como si fuera la residencia la que le estuviera incitando a entrar.
Dudo por varios segundos, las pesadillas solían comenzar de esa manera. Con una tranquilidad antes de mostrarte el aterrador miedo que se ocultaba en algún rincón de tu mente. Tragó saliva y continuo hasta la entrada principal, sintiendo que necesitaba continuar con aquel sueño. La entrada de la mansión se abrió de la misma manera fantasmal.
Al ingresar por completo en la residencia se encontró con una sala en doble altura. No le sorprendió que el diseño interno fuera tan antiguo como su fachada. Barandas de madera con acabados gruesos y rústicos, el piso del mismo material pero con un color más oscuro, se notaba que necesitaba con urgencia una reforma. Las paredes estaban llenas de tapices florales, algunas con rasguños. Era como ver la casa de su abuela materna. Deambuló por el vestíbulo sin saber exactamente a dónde dirigirse. Cuando escucho entre el eco de la casa los sollozos de una mujer, luego la misma voz parecía gruñir y murmurar cosas que no podía entender.
Se sobresalto cuando el haori de flamas apareció en su periférica como si fuera solo un celaje, al volverse hacía el lugar de donde provenía observo como una de las puertas se cerraba, como si alguien hubiera entrado en aquella estancia. Creyó reconocer a la misma persona que lo condujo hasta esa casa, así que sin ningún temor subió las escaleras atravesando la misma puerta que la sombra fantasmal. Al entrar, se dió cuenta que ahora se encontraba en una cocina. El lugar no tenía estufa, solo una nevera de dos puertas, un fregadero y un comedor redondo con dos sillas desordenadas. El gruñido se escuchó con más claridad, procedíendo del cuarto contiguo a la cocina.
Toujuro trago saliva, sintiendo la garganta rasposa. Probablemente la pesadilla comenzaría en el momento en que él cruzará ese umbral.
Ahogo un grito cuando sintió el peso de una mano en su hombro, al ver quién le había tocado, se sorprendió al reconocer los rasgos comunes de su familia. Era el hombre de haori de flamas. Sorpresivamente su marca de nacimiento dolió mientras analizaba su rostro, en busca de algún parecido con alguien del Estado.
—Debes apresurarte, Ella se está saliendo de control— dijo con suavidad, cuando sus ojos se encontraron el hombre le sonrió. Luego sintió un empujón, su visión se volvió borrosa y todo la estancia quedó en la penumbra.
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Corazones en Llamas
FanfictionDespués de la derrota de Muzan los tiempos de paz vuelven a Japón, el mundo comienza a olvidar a los demonios y la noche volvió poco a poco a ser segura para los aldeanos. En el Japón moderno, Rengoku Toujuro es un chico muy activo al que le encanta...