Capítulo 5 (segunda parte)

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1820, Londres.

Tenía esa sensación que genera el cuerpo cuando sientes que estas modo off, no hay paz, tranquilidad pero tampoco lo contrario, Lisbeth estaba en un punto intermedio que solo existía y ya.

¿Qué realmente ha pasado? ¿Qué se supone que estoy haciendo aquí acostada mientras que debería de estar huyendo de Eric? Se preguntaba. Ella se sentía perdida pero a la vez que había encontrado su lugar, se sentía muy rara desde el momento que había caído y se había visto a si misma pero no era ella, había algo en la expresión de ambas mujeres que gritaba la diferencia entre ambas. Por un lado picardía, astucia, alegría, por el otro miedo, cobardía y simplicidad.

Sería de locos pensar que ella sentía que ya no estaba en el lugar que siempre estuvo, sino que estaba en el lugar donde debería estar, donde su corazón palpitaba con más intensidad, sus manos clamaban sentir el tacto de alguien, pero quien era ese alguien... todo era muy confuso, las sensaciones, los sentimientos, los olores, todo era completamente confuso que si debería ser narrado, nadie lo entendería al leerlo.

Debería de despertar de aquel letargo que la mantenía sumergida en la inconciencia. Ya se estaba frustrando replantearse su mera existencia y lo que la llevó a todo esto. La mente de Lisbeth divagaba por tan extrañas sensaciones, pero no estaba conforme de hacerse tantas preguntas y de no obtener respuestas, pues ella siempre fue así, una mujer que debe de tener el control de las situaciones y emociones, pero sentía que ahora todo se le estaba tambaleando y saliendo de las manos.

En ningún momento abrió los ojos, por esa razón aún no se había percatado del cambio brusco del lugar, sin embargo minutos después volvía a caer en los brazos de Morfeo.

- Señorita... Señorita... Señorita...

Lisbeth de repente sintió esas feroces ganas de sujetar su celular y lanzarlo hacia la persona que se atrevía a irrumpir sus sueños. ¡A ella nadie la despierta! Independientemente del día que fuera, todos respetaban sus horas de sueño. Un momento, en que momento me he quedado dormida, pensó. Se sentía completamente desorientada, mareada, con una resaca de mil demonios pero la pregunta fue porque se sentía de esa manera si no había tomado nada, además que demonios fue eso de caer lentamente, verse a sí misma y luego replantearse todo como si estuviera en otra dimensión cósmica.

Intento abrir los ojos, pero algo se lo impedía, como si una fuerza superior la retuviera, suspiró profundamente al nuevamente sentir a la joven que la intentaba despertar de aquel letargo.

¡AHHHH POR TODOS LOS INFIERNOS! – Quiso gritar a Rebecca que era la dueña de aquella voz insoportable en aquel momento, que la tenía sacudiendo para que abra los ojos. Resignada, suspiro profundamente y separó los parpados y frunció el ceño. Antes de que pudiera emitir algunas palabras nuevamente aquella joven bastante parecida a Rebecca volvía a hablar.

- Por favor, despierte, Lord Hampden la está llamando y si no se va ahora que está de buen humor.... – Cayo por un momento para no completar la frase - Solo intenta no meterte en problemas por favor señorita.

- Pero ¿quién demonios es LORD Hampden? – respondió incrédula a lo que estaba observando.

- El padre de Lady Lily Elizabeth...

Estaba bastante desorientada pero igual así trató de salir de aquella burbuja que la tenía muy atrapada. Comenzó a respirar agitadamente al posar sus ojos en cada rincón de aquella habitación. Jadeo del espanto al ver aquellas horribles cortinas de terciopelo azul real. No podía creer que después de mucho volvía a tener aquellas pesadillas. Giró bruscamente la cabeza al otro lado donde se encontraba Rebecca y se percató que llevaba el mismo vestido de cuando soñó que su padre la disparaba. Una pesadez se instaló en su pecho que no pudo acallar, saliendo sin querer un sollozo de entre sus dientes.

Atrapadas en otro sigloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora