Mi problema con los live-actions

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Ya he mencionado este tema antes, pero ahora lo abordaré con mayor profundidad. Debo aclarar algo; para mí, existen dos tipos de live-actions: los de Rurouni Kenshin y los demás. Los de Rurouni Kenshin son magníficos: bien actuados, con escenas de acción excelentes, gran visualidad, respeto a los detalles y una historia resumida de manera conveniente, tomando todo lo que hizo bueno al anime. He perdido mi fe en los live-actions desde que arruinaron al besto shōnen Fullmetal Alchemist con su mezcla mal hecha de la primera serie y Brotherhood. Lo que hicieron con esa película fue una falta de respeto total. Incluso excluí a los live-actions de mi apartado de “Cosas que no me gusta ver” para dedicarles un espacio aparte. Pero no me gusta verlos porque arruinan mis buenos recuerdos de la obra original, y echan a perder a grandes series y películas.

Creo que el principal problema radica en el tipo de series y películas que se adaptan a este formato. Ya sé que también hay caricaturas que tienen live-actions, pero me voy a concentrar en el anime, porque es lo que más he visto. Con tal de obtener más dinero, casi siempre se toma la decisión de convertir en live-actions a las franquicias o películas más famosas y que hayan generado mayores ingresos, sin tener en cuenta la dificultad de su producción. Resulta ser que, casualmente, buena parte de esas historias son obras fantásticas o futuristas, cuyas adaptaciones correctas requerirían de unos efectos especiales muy cuidadosos y un gran presupuesto para llevarlos a cabo. En muchos casos, parece que los especialistas en efectos especiales eran recién graduados o, en todo caso, estaban medio dormidos, además de que la inversión da a pensar que fue de cuatro yenes, porque la calidad es lamentable y varias de estas producciones presentan un CGI que provoca pena ajena.

El siguiente error es que estas adaptaciones no saben resumir. Pretenden meter una saga entera de más de treinta capítulos en una hora y media, o peor aún, comprimir una historia entera en ese corto período de tiempo. Esto ocasiona que se salten detalles importantes, se dejen fuera elementos que enriquecían y matizaban la serie, no se desarrollen y apenas se les dé personalidad a los personajes y se cambien situaciones sin justificación alguna, volviendo a la obra prácticamente irreconocible para los fans de la original. El objetivo de un live-action debería ser hacerse agradable y asequible para un espectador casual, pero con tantos agujeros argumentales es imposible que lo logren.

Otra metedura de pata por parte de estas historias sería sus actuaciones y personajes. Una película de acción real es tan buena como sus actores, algo que los live-actions no parecen entender. Rara vez estos tienen un cast decente y acorde a los personajes que interpretan. A veces me da por pensar que los actores aprendieron lo que saben acerca de la serie o película en un vídeo de YouTube. No saben retratar adecuadamente la psicología de los personajes y eligen a chicos muy mayores para interpretar a adolescentes. En la caracterización, son fatales. No digo que no puedan saltarse uno o dos detalles si se trata de recrear cabellos o tonos de ojos imposibles; pero por lo menos, háganlo bien. Por ejemplo, en el caso de Takeru Satō en Rurouni Kenshin, el actor tiene un cabello castaño casi rojo natural, así que no necesita otro cambio; en cuanto al color de sus ojos, es algo que se puede dejar pasar. Otro personaje que estuvo bien interpretado en todos los aspectos fue L, en los live-actions japoneses de Death Note. Lo que no se me hace correcto es que les endilguen pelucas que parecen sacadas de algún basurero o trajes de utilería que sobraron de un cumpleaños infantil con tal de que luzcan exactamente iguales a un personaje animado. Creo que podrían ignorarse ciertos pequeños detalles que no afectan la calidad de la historia, y nadie se moriría por eso.

¿Qué opinan ustedes? ¿Les gustan los live-actions? ¡Háganmelo saber!

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