Capítulo 3: Me lleva quien me trajo

459 46 5
                                    


Bien, definitivamente esta no ha sido mi mejor semana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Bien, definitivamente esta no ha sido mi mejor semana.

La llegada de Monserrath, los risibles comentarios de mi madre; y ahora mi supuesto noviazgo con la influencer más conocida del país estaba empezando a consumirme viva.

Y es que la verdad no podía con tanta presión.

Monserrath era una enciclopedia viviente que debía definir 2 de cada 3 palabras que salían por su boca. Mi madre había estado esforzándose el doble para tenerme a su merced y sacar de mi aquella Barbie que siempre me recordaba que yo podía ser lo que quisiera ser. Estaba interesándose más por mi postura, mi vestuario, mis modales y por supuesto, mi lenguaje.

Por otro lado, estaba el tema de un inesperado romance entre Jade y yo. Aquello había desatado una terrible y agobiante felicidad entre nuestras familias. Nunca creí que ver a tantas personas inundándose en felicidad por gays pudiera hacerme infeliz a mí.

Pero aquí estábamos.

Habían estado atentos a cada uno de nuestros movimientos y yo más que nadie sabía el motivo: Éramos un buen partido la una para la otra. Uniéndonos garantizamos un buen porvenir para la siguiente generación. Ellos no buscaban nuestra felicidad, buscaban lo que más le convenía a la familia. Saber que Jade y yo teníamos algo solo les hizo las cosas más fáciles.

Era tan irónico.

Antes no quería ni verle la cara y ahora debía verla prácticamente todos los días. Mi madre se había esforzado en mantenerla en el palacio el mayor tiempo posible, e incluso, la había estado familiarizando con las instalaciones.

Para cuando se mudara aquí decía ella.

Yo solo pensaba en que solo tenía 17 años, estaba metida en esto y ni siquiera sabía sacarme los mocos. Además, no era como si ver a una futura heredera de la corona salir del closet y andar con su novia libremente fuera lo más habitual en nuestro mundo.

Y no era que lo sentía incorrecto, si no que la gente siempre hablaba y no lo hacía de la manera más linda posible. Aún así, saber que mis padres me apoyaban en esto me hacía feliz aunque no fuese real.

—Guapa —Jade me llama, desconectándome de mis pensamientos. Vuelvo a enfocarme en lo que estaba haciendo ignorando su llamado. Sabía que iba a protestar—, ¿estás segura de que esto es necesario?

Sonreí.

—Sí.

Jade arruga sus rojizas cejas, yo solo puedo pensar en qué se ve realmente bonita con rojo en sus labios.

—Pero, ¿por qué? No le veo motivo. Siento que lo haces para burlarte de mí y eso no me gusta.

—El motivo es simple —digo mientras le añado los últimos retoques—: Poder ver a tu novia sonreír.

No hay un final feliz para cenicientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora