Chris acababa de llegar solícito al hogar de los Kennedy a petición de su hermana, cuando Leon entró en el cuarto de estar donde él esperaba a que ambos terminasen de arreglarse para salir. Era la primera vez que ambos saldrían a cenar desde que Scott había nacido hacía ya tres meses. Así que, cuando su hermana le rogó desesperada que él se quedase al cuidado del bebé por tan solo una hora, se vio incapaz de negarse. A pesar de que, inmediatamente, un sudor frío comenzó a recorrer su espalda sintiéndose acojonado.
Dedicando a su mejor amigo una mirada crítica, finalmente afirmó con cierto tonito burlón en su voz:
—Estás hecho un pincel.
Pero creía realmente que él encantaría a su hermana; sabía que encantaría a su hermana, sin duda.
Leon, sin embargo, se desabrochó pensativo los botones de la chaqueta del traje, se dejó caer a su lado en uno de los sofás, y miró al frente como si, de pronto, su mente hubiese sido abducida por la angustia.
—Cuando me enteré de que tu hermana había ido a Mirror Lake con la intención de hallar motivos por los que olvidarme, ella ya me había demostrado en infinidad de ocasiones, con un millón de hechos, de gestos, de miradas, de palabras... que me amaba —el rubio comenzó a hablar con la mirada perdida—. Para entonces, ella ya lo tenía todo decidido, no albergaba dudas con las que destrozar su alma; me había entregado su cuerpo y su alma por completo, sus temores...
Chris lo observó sorprendido sin saber qué decir o qué hacer. Así que, se dedicó a escuchar, a ver a dónde su amigo quería llegar con aquel relato tan extraño como inesperado.
—Pero yo, arrogante e imbécil de mí, decidí aferrarme al pequeño error que, como humana, como tú, como yo, como todos... ella había cometido al no decirme la verdad. Enmascaré mis propios miedos, mis miserias, con los suyos que realmente ya no existían. Y la abandoné esgrimiendo mi indignación como si de una bandera se tratara. —Negó con la cabeza, entristecido—. Cuando realmente ella, el único error que cometió fue enamorarse de un tipo inmaduro, inestable y engreído como yo, con un ego que extendía cheques que su inmadurez no era capaz de pagar.
—Leon, ¿qué estás...?
No podía dejar de observarlo asombrado. Parecía que él estaba poniendo su alma del revés al revivir aquellos momentos que tanto dolor le causaron.
Su cuñado lo miró inesperadamente con tristeza esbozando una leve sonrisa.
—Si Scott no hubiese estado en camino, ya, no sé qué habría sido de nosotros como pareja, realmente —le confesó sincero—. A pesar de mí mismo, de todo lo imbécil que soy, Claire es la mujer más maravillosa de este mundo: la más sincera, abnegada, apasionada, dedicada, honesta, cariñosa, firme... Podría quedarme aquí describiéndola con adjetivos a cada cual mejor que el anterior hasta que muera —le aseguró enamorado—, y nunca me cansaría de hacerlo ni los repetiría. Jamás me he equivocado tanto, jamás he sido tan imbécil, tan capullo como ella dice, como cuando la dejé.
El moreno enarcó una ceja observándolo suspicaz.
—¿Qué estás queriendo decirme?
—Necesitaba contártelo, Chris. Tú eres mi mejor amigo, mi hermano.
Se puso en pie en silencio. Por un momento, posó su mano en el hombro de su cuñado de un modo amable, y salió de la sala.
Apenas diez minutos después, Claire y Leon se reunieron con él; Claire tenía a Leon cogido por un brazo, cariñosa; estaba esplendorosa, radiante de felicidad. Y él mantenía una sonrisa constante como un bobo enamorado.
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♥ 𝓞𝓓𝓘𝓞 𝓠𝓤𝓔𝓡𝓔𝓡𝓣𝓔 ♥
FanfictionLeon Scott Kennedy y Claire Redfield acuden a un mismo lugar en busca de un mismo objetivo: olvidarse mutuamente. Sin embargo, el olvido es un sentimiento imposible y esquivo cuando el amor se empeña en adueñarse de sus corazones... y de sus almas.