Capítulo 6: Rompecorazones

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West

Tras salir de clase de inglés saqué el móvil de mi bolsillo. 186 whatsapps, pero en el fondo solo me importaban unos cuantos. Respondí a Sophie con cariñosos emoticonos. Ignoré al grupo del equipo y leí detenidamente lo que River me había escrito: "Tío, tu amiga es muy rara, llámame". Llegué a casa y me encerré en mi cuarto para llamar a River: -¿Qué tal tu primera clase? -Me ha mandado deberes, no pensé que lo haría. -¿Qué clase de deberes? -Son chorradas de preguntas personales. -Cuéntame más. -Primero me pidió que escribiera una redacción en la que pusiera todo aquello que quería contarle sobre mí, y después me pidió que buscara cosas con las que me sintiera identificado. -En el fondo sabes que tiene sentido. -West, ¿no estarás dándole la razón? -Solo digo que ella sabe lo que hace. Me preguntó por ti. -¿A qué te refieres? -Tus gustos, aficiones, aquello que no te gusta. -Eso es lo que en resumen me ha pedido con las redacciones. -Lo que quiere saber es cómo debe ser contigo para obtener los mejores resultados. -No lo había visto de ese modo. -Lo suponía. Adiós-. Me despedí de River.
Mi móvil comenzó a sonar. Los mensajes no paraban de llegar. Cansado de tanto mensaje decidí mirarlos. Eran del grupo del equipo, hablaban de la fiesta que hubo hace unas semanas.

Flashback

La fiesta fue hace dos sábados, habíamos ganado un partido que había estado muy reñido y montamos una fiesta en casa de Daisy Rogers.
Daisy era la típica animadora, rubia de ojos azules tan despampanante como una estrella en el cosmos. Era una niña mimada y no sabía lo que significaba sacarse las castañas del fuego. Como era de suponer Daisy era seguidora de Heather Gray, bueno, más bien la idolatraba.
Heather no me caía bien, no solo era una niña de papá, sino que además tenía la agudeza mental de una arpía y el aspecto físico de un corderito. Una depredadora nata. Una de las cosas que más odiaba de aquellas fiestas eran los grupos. En realidad la mayoría de las personas no se juntaban contigo porque les caías bien, lo hacía por conveniencia, para aprovecharse de ti haciéndose pasar por tus amigos.

Cuando entramos todo el mundo empezó a aplaudir.
Le dije a Sophie que no viniera si no lo deseaba porque yo tampoco iba a estar mucho tiempo allí, aunque tanto ella como Whitney vinieron para acompañarnos. Lucían tan bellas, parecían ángeles caídos del cielo. Sophie me saludó con un cálido beso. -Si cada vez que ganáis tengo que besarte mis labios van a quedar resecos. -Entonces seguiré ganando solo para poder besarte-. Y volvimos a besarnos.
Whitney coqueteaba con un chico bastante atractivo mientras Michael la miraba embelesado. -Michael, deberías coger una servilleta. -¿Qué pasa? ¿Me he manchado? -No, solo se re cae la baba. -Es que es tan guapa. -Ya lo sé. Pero debes ser valiente y decirle lo que sientes, sino te apresuras puede que sea tarde-. Le dije mientras señalaba a aquel chico con el que antes Whitney coqueteaba.

John estaba rodeado de chicas que se reían simultáneamente cada vez que decía algo. Nos indicó a River y a mí que fuéramos con él, y aparte de que allí estaban Heather y su séquito no deseaba ser como ellos, así que Sophie y yo nos fuimos de la fiesta.
Fin del flashback

Al parecer se había destapado la verdad del juego de John. Jugaba a tres bandos: Anna Woods, Rose Willows y Julie Storm. E increíblemente ninguna se había dado cuenta, aunque eso era lo que mejor se le daba, ser un Don Juan. Cómo lo descubrieron era mi duda. Resulta que John había cogido un pedo impresionante como se dice coloquialmente, y empezó a liarse con Margaret Hills que le había estado tirando los tejos durante toda la fiesta.
John intervino en la conversación afirmando todo lo ocurrido y confesando que ahora estaba saliendo con Margaret.
Iba a apagar el móvil cuando recibí un whatsapp de Michael: -West, creo que Heather está engañando a River-. Por raro que pareciera a mí no me sorprendió lo más mínimo.  Conversamos durante un tiempo en el cual me contó que cuando se dirigía hacia el baño antes de acompañar a Whitney viendo así a Heather con un chico alto, rubio y al cual no conocía. En cuanto nos vio se alejó del chico y le dijo que ya hablarían en otro momento. Aunque deseaba que acabaran con su relación no podía mentirle así a mi amigo. Decidí esperar y no convertirme en un rompecorazones.

Al día siguiente me sentía como un mentiroso, pero no sabía qué hacer, preferí callar.

El timbre sonó y me dirigía a clase cuando Daisy me paró en el pasillo. ¿Qué haces? -Ven, acabo de ver a Heather... -No me importa -...Con otro -Necesito verlos -No te entiendo -No quiero que mi amigo esté engañado-. Nos dirigíamos hacia allí cuando el profesor nos detuvo y nos mandó a clase. De nuevo tenía la conciencia aún más sucia y seguía sin tener pruebas. Lo peor de todo es que me iba a convertir en el rompecorazones.

Aprendiendo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora