Cap. 11

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11. Hagrid, el gigante amistoso.

Ese día, el 31 de Julio, Harry se encontraba haciendo el desayuno, hasta que unos pesados golpes tocaron a la puerta.

—¡VE A VER QUIEN ES, CHICO! -gritó Vernon Dursley, quien se encontraba leyendo su periódico.

Harry apagó la estufa en dónde estaba friendo el tocino y fue a abrir la puerta.

Lo que no esperaba era encontrarse con un abrigo gigantesco que le tapaba la visión. Con lentitud levantó la cabeza y lo recibió la persona más amenazante que Harry había visto en toda su vida. Era una persona gigantesca con grandes cabellos y una enorme barba, y sus ojos parecían relucir con un brillo desconocido cuando estos se enfocaron en Harry. Aún con su nueva resistencia y fuerza, se mostró cauteloso con el extraño gigante: —¿P-Puedo ayudarlo, señor?

—¿Vive aquí... -empezó a hablar con una voz profunda que infundió miedo en el niño de 11 años- Harry Potter?

"¿Quien es esta persona, y por qué me está buscando?" se preguntó Harry: —¿Sí...?, soy... Yo.

Con eso, pareció que la fachada de hombre peligroso cayó cuando se dejó ver una gran sonrisa que mostraba amabilidad e incredulidad: —¡HARRY! -exclamó-, la última vez que te ví eras una pequeña criatura. No sé si te acuerdas de mi, pero yo te traje aquí cuando eras un bebé.

Su voz escandalosa hizo salir al tío Vernon del comedor: —¿QUIEN ES USTED? -gritó alto, como si tuviera una bocina en la garganta-, LE EXIJO QUE SE VAYA DE AQUÍ, NO ACEPTAMOS VAGABUNDOS EN ESTA CASA.

Ciertamente Vernon Dursley no había analizado al hombre frente a la puerta, porque cuando lo observó y se dió cuenta de la altura de este, todo el color se le fue de la cara y comenzó a temblar.

—Estoy seguro... -dijo el gigante, de nuevo con una voz grave y pesada-, que usted irá a prepara el té, pues tenemos algunas cosas de que hablar antes de partir.

Vernon retrocedió unos pasos cuando el extraño entro en la casa para ir a la sala y esperar, llevando a Harry del brazo con una suavidad impresionante en comparación con su apariencia aterradora: —Vamos Harry. Tengo algo para tí.

Ya en la sala, con el resto de la familia Dursley en un rincón apretada contra una esquina, el gigante saco algo de su bolsillo, un paquete, y se lo entregó a Harry: —Feliz cumpleaños Harry... -le felicitó-. No es mucho, pero lo horne yo mismo... Tal vez no tenga un gran sabor por eso mismo -comentó con una risa estruendosa y sincera. Un sonido que a Harry le gustó, porque hacía parecer menos intimidante al gigante frente suyo.

Con manos temblorosas por ser, tal vez, su primer regalo de cumpleaños, Harry abrió la caja para encontrarse un pastel algo deforme de chocolate. En la parte superior se veían las letras "Feliz cumpleaños Harry" en un brillante color verde. Un suave olor lleno el ambiente, y Harry, quien aún no había desayunado, quiso devorar ese pastel.

—Disculpe... Pero, ¿quien es usted? -preguntó Harry cuando finalmente dejo de ver el pastel.

—Oh, que modales los míos. Soy Rubeus Hagrid, guardian de las llaves y terrenos de Hogwarts. Un placer Harry.

Entonces... Si habían enviado a un guía para él. Harry se sintió avergonzado por los días de miseria que vivió por su confusión: —Un gusto, señor Hagrid.

—Oh no, solo dime Hagrid. Ahora, vine para llevarte a comprar tus cosas para Hogwarts.

—Yo... -en medio de su respuesta, su tío lo interrumpe de manera brusca.

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