XII

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No tenía por qué estar nerviosa, ya había cenado otras tantas veces con Lucifer, pero por alguna razón esta vez se sentía diferente. Quizás era por el hecho de que sabía que era el verdadero diablo, quizás porque sabía que Lucifer tenía sentimientos románticos por ella o a lo mejor era una mezcla de ambas. Pero ahora que las cartas estaban sobre la mesa, no había motivo para estar nerviosa, sino todo lo contrario.

Esa mañana se levantó con entusiasmo, despertó a su hija y le preparó el desayuno. En vez de dejar que Trixie cogiese el autobús, se encargó ella misma de llevarla al colegio y de paso, parar a hacer unas compras por el centro comercial. Se recorrió todas las tiendas posibles, hasta que encontró en una de ellas, el vestido perfecto para su cita; se trataba de un vestido azul piscina con tonos de beige, cruzado en la parte delantera, dejando un pequeño escote a la vista y de largo hasta los tobillos, pero con una obertura en el lateral izquierdo. Era perfecto para acompañarlo con sus tacones beige que solo se había puesto una vez en una ocasión especial. Al terminar las compras se marchó a casa y llamó a Dan para pedirle si podía quedarse con Trixie por la noche, de lo contrario, debería llamar a una niñera y eso le limitaría más el tiempo posible con Lucifer. Por suerte, Dan no tuvo reparos en quedarse con Trixie.

Por otro lado, Lucifer no había hecho más que ultimar los detalles de su cita con Chloe; había reservado en el mejor restaurante que conocía, el cual el chef le debía un favor, después se había encargado de comprar un par de cosas para decorar el ático, ya que pensaba que después de la cena irían allí. Quizás era presuntuoso de su parte pensar que la detective y él por fin tendrían su momento íntimo, pero valía la pena intentarlo. Se sentía como un niño al pensar en que las cosas con Chloe por fin podrían ir hacia adelante, que ya no habían más secretos entre ellos y que por fin podía ser él mismo con ella, sin evasiones o negación respecto a su lado diabólico.

Mientras hacía una pausa para tomar un vaso de whisky, el sonido de llegada del ascensor interrumpió el silencio. Lucifer miró con curiosidad, viendo salir a la doctora Linda.

-¡Ah doctora! ¿Qué te trae por aquí? – preguntó Lucifer alegremente.

-Hola Lucifer – respondió Linda adentrándose más en el ático – he venido a ver como estabas.

-¡Estoy fantástico! – respondió Lucifer con demasiada efusividad.

-Ya veo. ¿Vino Chloe a verte, verdad?

-Así es doctora. ¿Quieres una bebida?

-No gracias – rechazó ella con amabilidad – ven, sentémonos y me lo cuentas todo.

Lucifer agarró su vaso de whisky y siguió a Linda hasta el sofá. Se sentó a su lado, dio un sorbo a su bebida y la dejó en la mesita auxiliar. Linda lo observó por un momento y lo instó con la cabeza a que empezara a contar.

-La detective vino, esta vez sin miedo aparente y le resolví todas sus dudas – contó Lucifer emocionado – también le enseñé mis alas y dejé que las tocara.

-Vaya Lucifer, eso es un gran avance para ti.

-Si doctora, hacía mucho tiempo que nadie las tocaba y aunque detesto esos apéndices emplumados, se sintió bien que ella las tocara.

-Me alegro por ti – dijo Linda con una sonrisa.

-¡Ah! Y no te he contado lo mejor – dijo Lucifer moviendo sugerentemente sus cejas – esta noche tenemos una cita.

-Eso es muy bueno Lucifer, pero debo preguntarte algo.

Lucifer la miró con curiosidad por un momento, notando que algo no iba del todo bien.

-¿Le contaste su estado de milagro? – preguntó Linda imaginando la respuesta.

Si, Chloe Decker era un milagro y no en el sentido figurado de la palabra. Lucifer se había enterado hacía un año cuando su madre se lo había contado; su padre, el mismísimo Dios había creado a Chloe Decker para él. A pesar de que cuando se enteró de la noticia, huyó de Chloe sin darle ninguna explicación y se casó con una bailarina exótica, no había podido mantenerse alejado de ella. Quería que ella tuviera una opción, que no estuviera atada a él por los sentimientos que estaba obligada a sentir, pero tan pronto como volvió se dio cuenta de que él tampoco quería estar lejos de ella. Y después le dolió verla con Pierce; ahí supo que ella tenía opción, pero a pesar de eso tuvo que decirle como se sentía, tuvo que decirle que quería que lo eligiera a él, porque a estas alturas le daba igual que su padre la hubiera creado para él. Chloe Decker era la luz en su vida, el motivo para seguir adelante, para ser mejor de lo que nunca fue y quería ser digno de ella, de su amor.

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