Me gustaba levantarme en la mañana y escuchar el canto de las chicharras bajo el árbol de tilo de la abuela norma, a pesar de que no entendía muchas cosas que hoy si, disfrute tanto esos momentos que van a vivir por siempre en mi. La tarde era de los juguitos del vecino que vendía a 10 centavos mientras invadíamos la vereda para, simplemente, no hacer nada.
Recuerdo su rostro, su tonada de voz, recuerdo que le gustaba hacer, cuando se enojaba y que hacia para cambiar nuestros días en algo mejor. Era esa persona que cuando jugábamos al chinchón o la perinola por monedas se dejaba perder para que ganemos.
Ella era así, daba lo que no tenia, a pesar de estar vacía por dentro te hacia sentir completo y eso es algo que hoy recién entiendo, aun que todavía no se como lo logró con tal hueco en su corazón. La vida fue dura y tuvo muchos errores que fueron heredaros por sus hijos, pero como abuela surgió que pudo cambiar y ser mejor.
Sigo alguno de sus pasos, la recuerdo con orgullo y alegria, fue el principio de lo que hoy soy, donde todo comenzó. Miro hacia adelante buscando mi camino y aún que la luz se apague cuando pienso en ella vuelvo a encontrar el rumbo. Gracias por seguir enseñándome aún después de dejar este mundo.
Te cuento que estoy bien, aún que la casa patas para arriba, la familia un lío como siempre, te cuento que me esfuerzo a pesar de que los últimos años han sido difíciles, te cuento que sigo peleando con mamá, es normal pero somos así. Te cuando que el estudio me sobrepasó y no me concentro pero me tomé un respiro para empezar de nuevo con más fuerza, te cuento que te extraño siempre y cuando te pienso solo sonrió.
No te preocupes y déjamelo todo a mi, me puse tu mochila, es pesada pero si vos pudiste yo también puedo. No te olvides que te quiero normis.