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A sus 69 años, don Ruperto era viejo lobo de mar. Era el dueño de una conocida carpintería que aunque humilde, se había ganado numerosa clientela debido a sus bajos precios y un cálido servicio al cliente. Antaño el mismo realizaba la mayoría de los encargos, pero ya desde hace unos años, los vicios del cigarro y el alcohol, habían ido mermando su salud hasta llegar a solo dirigir y administrar su negocio sin realizar ningún esfuerzo físico.
Pero que sus constantes problemas respiratorios o sus fallas de riñón no significaban que no fuera un roble. Seguía levantándose a las 5:30 am para abrir su local que se encontraba a media cuadra de su casa. Y él mismo iba recibiendo a sus empleados para darles las tareas del día e ir supervisando sus avances en sus trabajos.
-Orta vez tarde Manuel? Ya deja la pinché bebida o te voy a correr. Cabron-
-discúlpeme, don Ruperto, no volverá a suceder.-
Sus empleados le tenían un profundo respeto. A pesar de ser un hombre bajito (1.63) su carácter duro y su experiencia hacían temblar a sus empleados a penas soltaba una maldición cuando los reprendía en tono severo. Los miraba con esos ojos nublados y pelaba su dentadura amarillenta por el cigarro con ese diente postizo plateado mientras les soltaba insultos y reprendas cuando se equivocaban en cualquier cosa.
Tenía fama de hombre duro y de amistades peligrosas. A pesar de nunca caer en actividades delictivas, se habían ganado el respeto de los hombres más peligrosos de la ciudad que se movían entre las sombras debido a su palabra que solía cumplir cabalmente.
Además de la bebida, el cigarro, las apuestas y el trabajo; don Ruperto tenía otro vicio encarnado a su ser. El mayor de sus vicios era sin duda, las mujeres. Había enviudado desde hace 15 años. Su esposa había sido una sumisa y cariñosa mujer con la que había engendrado 6 hijas y un hijo. De los cuales ahora lo habían hecho 20 veces abuelo. Y más allá de las carencias económicas de sus primeros años, gracias a su trabajo duro, don Ruperto le había dado a su familia una vida digna y feliz. Salvo los días que se perdía en el alcohol y las apuestas. Esos días regresaba a casa tomado y solía golpear a su difunta esposa, aunque nunca llegó a ser una golpiza real, si dejó en sus hijos una huella para siempre.
Don Ruperto llevo su más grande vicio, las mujeres, de una manera discreta durante su matrimonio. No fue hasta un año antes de la muerte de su mujer cuando esta descubrió que don Ruperto la engañaba con una mujer de la colonia con la que frecuentaba encuentros desde varios años. Don Ruperto ya contaba con 54 año y esta aventura era una de muchas a lo largo de su vida. Su esposa se hundió en la depresión y no tuvo fuerzas para defenderse del cancer cuando 6 meses después se le fue detectado en el estómago. Pocos meses después falleció.
Don Ruperto se sumió en una profunda tristeza que se alargó por meses. Durante lo cuales no se acosto con ninguna de sus aventuras. Pasado varios meses volvió a trabajar regularmente y empezó a sentir la necesidad de nuevo de ser el mismo. Las mujeres volvieron y las bebidas y vicios continuaron a pesar de las reprimendas de sus hijos.
Ahora don Ruperto vivía con una mujer de 59 años que conoció en la colonia y que había sido una de sus aventuras por allá cuando aún estaba casado. Lupita había tardado varios meses para ser aceptada por las hija, que seguían extrañando a su mamá y no aceptaban que su papá metiera otra mujer a la casa donde habían crecido. Pero ahora todas ellas eran mujeres de hasta 40 años y con hijos y no veían viable alejarse de su papá cuando no sabían cuánto tiempo más les duraría con vida debido a su avanzada edad y a sus vicios.
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Don Ruperto no había necesitado de medicamento para desempeñarse satisfactoriamente en las artes amatorias. Solía tener relaciones sin problemas a pesar de su avanzada edad y de sus problemas de salud. Pero desde hacía unos años su energía había ido en decremento y solía utilizar pastillas para aumentar su vigorosidad sexual.
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LUSTOXOL
RomanceLustoxol, una sustancia experimental y clandestina que provoca un deseo sexual incontrolable. Los protagonistas de estas 4 historias sin relación entre sí más que en la aparición de esta singular droga, serán sometidos a la más desenfrenada lujuria...