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Abrió los ojos de golpe, y su primer impulso fue girarse, para asegurarse de que aquél niño seguía ahí.

Y en efecto, ahí se encontraba el pequeño, todavía durmiendo plácidamente.

Suspiró de alivio y se levantó, ésta vez con cuidado de no hacer tanto ruido o movimiento, a alistar sus cosas.

Tenía que salir y hacer su trabajo, sin embargo, no sabía dónde podía dejar al niño.

No podía dejarlo sólo, pero llevarlo consigo sería cansado para Kalevi, así como tal vez peligroso.

No tenía tanto tiempo para pensar, pues ya era la hora del desayuno. Vería en el comedor si alguna de las personas que no salían a vigilar podrían quedarse con él, al menos durante éste día.

Movió con cuidado el hombro de Kalevi.

-Pequeño. -susurró- Tienes que levantarte o nos perderemos el desayuno.

Se removió un poco y luego abrió los ojos lentamente. Se sentó lentamente en la cama, mirando a la nada, con una expresión de cansancio; estaba más dormido que despierto.

-¿Señor México? ¿Qué hora es?- habló Kalevi con su voz levemente ronca, recién despertado.

-Las seis.- le dió una pequeña sonrisa

-¡Es muy tempranooo!- renegó con infantilismo.

-Anda, vamos ya, tenemos que comer algo, no podemos dormir todo el día.- sonrió, de nuevo enternecido ante el pequeño.

-Está bieeen.- Kalevi dió un resoplido y se levantó de la cama.

Una vez completamente listos, lo cuál no les tomó demasiado, caminaron juntos hasta el comedor.

La base consistía en diferentes pasillos, que daban a diferentes áreas. Estaba, por ejemplo, el comedor al fondo, las oficinas de los trabajadores que permanecían trabajando ahí mismo organizando la información y otros aspectos en lugar de salir a hacer alguna rutina, las habitaciones de todos, y otras cuantas salas de usos múltiples.

Entraron al comedor, y de inmediato, México comenzó a buscar con la mirada a quien pudiera ser de ayuda.

Ninguno con quien fuera lo suficientemente cercano como para pedírselo.

Decidió que tenía tiempo, así que, comieron, mientras él pensaba en qué podía hacer.

Kalevi se mantuvo en silencio, no había mucho que pudiese decir.

Cuando entonces, México sonrío al ver entrar a cierta chica. Sabía que ella sí que aceptaría ayudarlo.

-Kalevi, espera aquí un momento por favor, no tardaré.- se levantó, dispuesto a ir hacia la chica castaña.

Kalevi asintió y esperó, tal como el mexicano se lo indicó.

México caminó hacia ella, y una vez lo suficientemente cerca, comenzó a hablar.

-Ehm, buenos días, Bielorrusia.- saludó, estaba un poco apenado, porque sentía que era demasiado lo que estaba a punto de pedirle.

-Buenos días, México.- ella sonrío levemente.

-Ay, oye, me da mucha pena, pero es que necesito un favor.- jugueteó con sus manos, en señal de nerviosismo.

-No te preocupes, dime.- habló amable, un poco divertida con las acciones del mexicano.

-Es que mira... Es difícil de explicar, pero necesito saber si me podrías ayudar, ¡Sólo por hoy, claro!- siguió dándole vueltas al asunto, sabiendo que antes, tendría que contarle lo que realmente había sucedido.

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⏰ Última actualización: Oct 06, 2022 ⏰

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𝐊𝐚𝐥𝐞𝐯𝐢. [𝐑𝐮𝐬𝐦𝐞𝐱]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora