Cap. 13

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13. El sombrero seleccionador.

Luego de que los gemelos se fueron, Ron comenzó una ronda de preguntas incómodas que no eran del agrado de Harry. Gracias al cielo, entendió que no estaba siendo gentil con el niño frente a él y se disculpó. Después de eso comenzó a hablar de su gran familia.

Mientras más escuchaba Harry, más parecía reconocer que Ron tenía grandes problemas de autoestima. Harry se preguntó si hubiera tenido algunos problemas así si no fuera por su madre y las veces que lo acompaño cuando era más pequeño. Y Harry se decidió, iba a hacer de Ron Weasley una persona fuerte y decidida. Solo tenía que ver cómo. Después de todo, era su primer amigo.

Incluso compro varios dulces para compartir con él. "Definitivamente soy bueno en esto de la amistad" pensó Harry con orgullo infantil.

Tocaron a la puerta y entró una niña con cabello en forma de melena y una actitud demandante. Detrás de ella venía un niño con cara redonda y afligida.

—Disculpen -dijo la niña-, ¿han visto un sapo por aquí? Neville perdió el suyo.

—No lo hemos visto -dijo Harry-. Lo siento.

—Oh, ¿estás haciendo magia? -se sorprendió la niña-, bien, vamos a ver.

Y es verdad. Después de que Ron intentará cambiar de color a su rata y fallar, Harry dijo que lo quería intentar. Pero no con una rata, sino con una camiseta que el había sacado de su baúl.

Ron lanzo una mirada insegura a Harry, diciendo que la niña no parecía traerle buenas vibras. O eso pareció entender Harry, quien aún no había practicado la Legeremancia, como para saber que sucedía en la mente de Ron.

—Bien -dijo Harry-. Cómo te decía Ron, la magia es una extensión de nuestra propia voluntad. Las palabras nos ayudan a formar esa voluntad, porque al declarar estamos afirmando que lo que queremos puede hacerse, lo que cambia lo que se encuentra a nuestro al rededor. Entonces... -Harry observó su camiseta y con un pequeño movimiento de varita dijo-, "hazte verde".

Por un momento no sucedió nada, y la niña parecía querer decirle algo pues había inhalado una gran cantidad de aire. Pero entonces sucedió. Primero fue un pequeño círculo, que se expandió de poco en poco por toda la camiseta blanca. Un suave brillo verde iluminó el compartimiento y la camiseta cambió de color definitivamente.

Harry, quien se había esforzado en empujar su magia y hacer lo que quería a su voluntad, se encontraba jadeando y con sueño: —¿Ves? Así se hace. Pero al no ser un hechizo real es agotador. Recomiendo no hacerlo.

—No... Puede... Ser... -susurró la niña- ¿Cómo hiciste eso?... ¿Cómo sabes hacer eso?

—Lo leí en "Teorías de la magia Arcana" de Vincent Pergh -le respondió Harry.

La niña, que había comenzado a entrar en pánico, dijo: —¿Teníamos que leer eso? No aparece en nuestra lista de libros necesarios.

—Oh, no -Harry se apresuró a decir-. Es un libro que tenía yo en mi biblioteca privada.

Definitivamente decir eso fue incorrecto. Una mirada hambrienta apareció en los ojos de la niña, quien parecía haber elegido su presa. En esta ocasión, Harry.

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