Muerte, muerte y destrucción por todos lados, como Monster dijo, una historia de terror. Este es el fin de nuestra comunidad, ojalá supiera el motivo de todo esto, pues siento que hay algo más.
—¿Te duele? —le pregunto a Salvador que ha sido herido y presiono la zona con la venda—. Iré a buscarte un analgésico.
—Estoy bien. —Sostiene mi mano—. Pero aléjate de las ventanas.
Más rocas rompen los vidrios y se escucha como golpean las puertas.
—Ahora eres un salvador —opino sobre haberme empujado para que no me lastimara—. Este giro de los acontecimientos es tan surrealista.
Se ríe.
—No te entiendo nada, debo estar delirando.
Pongo una mano en su frente.
—Estás volando de fiebre, te buscaré un paño húmedo.
—No importa.
—Pero Salvador...
—Esta venda ya no sirve.
—¡Oh, cielos! —chillo al verla por completo roja—. No te mueras, Salvador. —Lloro e intento ver si algún médico está disponible, pero no dan abasto.
—Ahora solo será un mártir —acota el líder y lo miro, luego a Salvador.
—No —expreso impactada al ver que ya no hay vida en sus ojos.
Lloro desconsolada, apoyando mi cabeza en su cuerpo, me duele tanto.
—Quieres decirme algo —expresa el líder fríamente—. Lo sé.
Un shock llega hasta mí, y ese algo más se hace presente. Supongo que es debido a la pérdida, pues soy afectada por esto también. Una sensación hipnótica que se apodera de mí como con todos en el pueblo. Sería loco admitir que es como un control mental, como una droga.
Mientras los gritos y la muerte se escuchan, llega el momento de confesarlo.
—Sí, estuve en el jardín prohibido.
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Pétalos de rosas
ContoUn jardín lleno de rosas de todos los colores, rosas que guardan secretos.