Sin Corazón

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Me levanté de la cama y decidí dejar el corazón en la mesilla, justo en el cajón donde guardo la funda de las gafas. Lo saqué con cuidado de no provocarle ningún daño más y lo guardé después de observarlo un rato. Con lo pequeño que es y lo que ha sufrido.
Salí al rellano y no me puse nerviosa ni tartamudeé al encontrarme a mi vecino guapo de enfrente; mi corazón estaba a salvo de su encantadora sonrisa y sus amables modales.
No tuve remordimientos después de salir del portal antes que del chico recién casado que sujetaba la puerta para que su esposo pasara. Tampoco me dio envidia su felicidad ni me molestaron sus miradas enfadadas.
Cuando llegué al trabajo todo el mundo me hizo saber que estaba diferente y que me veía mejor. Ni siquiera sentí agradecimiento aunque les dediqué la mejor de mis sonrisas, la misma que mostraba en la foto de la mesa de mi despacho donde sales tú también dándome un beso en la mejilla. Esa sonrisa la guardaba para ti. Es una de las pocas fotos en las que me veo guapa, así que te he recortado y me he dejado a mí sola en el marco. Espero que no te importe, porque yo no lo hago.
Y cuando he llegado de nuevo al apartamento y tú estabas esperando en la puerta para devolverme a mi Loki, las mariposas ya no estaban en el estómago como las otras veces ni tampoco tus eclipsantes ojos han hecho que mi pulso se acelerara. "Mi corazón está arriba y ya no te pertenece", quería decirte, pero realmente me da igual que no lo sepas, como tampoco me importa que estés contento porque crees que ahora sí has encontrado a la mujer de tu vida y no ves el momento para tener hijos que yo nunca hubiera podido darte, sabes que ni siquiera puedo cuidar de mí. Quieres saber qué tal estoy para no sentirte culpable por haberme dejado y si tuviera mi corazón puesto, desearía que el tuyo también sufriera, aunque fuera ese simple tormento de culpa.
He subido a casa cargando a Loki y he decidido recuperar mi corazón para jugar con él y ser feliz mientras sus bigotes o su cola me hacen cosquillas al restregarse contra mis piernas. He llamado a mis padres, aun con el corazón puesto y luego lo he vuelto a guardar porque el dolor se estaba volviendo insoportable de nuevo. Y es que gracias a ti no quiero amar nunca más.

Sin corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora