CAPÍTULO 8

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Su figura irradiaba elegancia y sencillez, su mirada destellaba poder y es que tanto ella como la persona que la conociera, eran conscientes de la autoridad que la actual Reina poseía.

-Te has quedado de piedra cuando te dije quién era, si no te importa prefiero a las personas más habladoras a que sean estatuas.

Aunque hablara de forma tan delicada, se notaba lo demandante que era su voz.

-Pido disculpas, estaba concentrada contemplando el jardín y en mis pensamientos que no me di cuenta de quien era.

-Hace tiempo que nadie me habla de esa forma- Noté una leve sonrisa tratando de formarse, pero la borró enseguida.

Aunque se ve como una mujer fuerte, pareciera que es una mujer rota al mismo tiempo. Algo me dice que su semblante es solo una fachada, ya que en mis recuerdos con mi abuela, ella describía a la Reina como una mujer alegre y llena de vida. Pero la mujer que veo frente a mí, no tiene ningún atisbo de alegría y solo denota dolor.

-Solía venir mucho a este lugar, mi esposo me acompañaba todas las tardes a dar un paseo por los campos y aunque estaba muy ocupado, siempre buscaba la forma de librarse de sus obligaciones para estar conmigo- Una mirada triste y una media sonrisa melancólica adornan su rostro.

Me acerqué un poco y me senté en el césped junto a la banca donde se encontraba.

-Debieron ser buenos días para usted- Trataba de no hacerla sentir mal, pues era obvio que la muerte del Rey todavía le afectaba mucho, pero sentía que necesitaba a una persona con quien hablar.

-Lo fueron, solía molestarme con él porque desatendía sus deberes como Rey y pedía escaparnos a cualquier lugar.

Sus ojos se posan en mí, hasta ahora estaba pendiente de lo que contaba y es que su expresión al contarlo, se nota que lo amaba.

- ¿De dónde eres? Es primera vez que te veo por aquí- Creo que llegó el interrogatorio.

-Soy de las afueras de Derfel, provengo de un pequeño pueblo llamado Fritz.

-¿Cuál es tu nombre y qué te trae por aquí?- Sus ojos me estudiaron de arriba hacia abajo.

-Mi nombre es Melián, soy una joven que el Rey Evegolia trajo para pertenecer a la casa de las doncellas y postularme como futura dama de compañía, pero creo que tendrá que ser para primera consorte.

Sus ojos se abrieron de manera exagerada, como si dijera algo que no puede creer.

-¿El Rey te trajo?- Me mira incrédula.

-Si, tuve unos inconvenientes con mi casa y él me dijo que la única forma de recuperarla era volverme primera consorte, así que me propuso venir.

Se pone de pie de manera brusca y sus ojos casi salen de su cara, podría decir incluso que su cara está un poco roja.

-¡¿Qué él te dijo qué?!- Su voz salió con asombro y un poco de enojo.

-¿Le sucede algo Alteza?- Ya me estaba preocupando.

Retomó la compostura, colocó sus hombros derechos y su cabeza hacia arriba.

-Disculpa querida pero debo retirarme, hay ciertas cosas que debo hablar con mi hijo.- Me mostró una leve sonrisa y dio media vuelta para retirarse a toda prisa. Hice una reverencia aunque ya estaba bastante lejos.

-¡Lo voy a matar!- Como dije, estaba bastante lejos pero ese grito se escuchó perfectamente.

Creo que alguien está en problemas.

Caminé hacia los dormitorios, será mejor que vaya a mi habitación y descanse un poco.

-¡Señorita Melián!- Miss Griselda caminaba hacia mi algo molesta. Me detuve en su espera, no entendía porque su enojo.

-Miss Griselda ¿Pasó algo?.

-Si no me equivoco señorita, en su primera clase le debieron dar unas reglas que deben seguirse ¿cierto?.

Asentí pero no entendía a donde iba todo esto.

-Solo hay una regla entre todas esas que es importante, y lo tomamos muy enserio cuando se trata de ello. Está estrictamente prohibido hablar con el Rey o relacionarse con él antes de la escogencia.

Ya entendía el porqué de su enojo.

-Sé que está prohibido, no he cometido ninguna falta.

-¿No lo has hecho? Y qué me dices de tu encuentro secreto con el Rey en los pasillos y de tu aparente romance con él.

Mis ojos se abren sorpresivamente por lo que acabo de escuchar, era obvio que las cosas no son así y solo son mentiras.

-No tengo encuentros secretos con su Majestad y mucho menos tenemos un romance, todo eso es mentira.- Mi mirada de confusión se transformó en una de furia cuando escuché lo siguiente.

-Alguien me informó que tu llegada al palacio es por tu relación con el Rey y que te encontraste con él hoy al salir de clases. Ten mucho cuidado jovencita o no lo pensaré dos veces al tener que expulsarte.- Su intento por querer intimidarme no hicieron más que ampliar mi enojo.

-Sé que no he hecho nada malo y no tengo nada con su Majestad, no crea en todo los rumores que escucha, pues los rumores son difundidos por tontos y aceptados por idiotas.

La mujer me mira molesta y se retira dando grandes pisadas, yo me dirijo a mi habitación y una vez dentro, noto que Issy está sobre su cama apuntando algo en lo que parece un diario.

-¡Llegaste! ¿Dónde estabas? Te busqué por todas partes- Me mira y guarda su libreta en un cajón junto a su cama.

-Pues tuve ciertos problemas- Me senté en mi cama y le conté todo lo que pasó, desde mi encuentro con la Reina hasta mi pelea con Miss Griselda.

-¿Estuviste hablando con la Reina?- Su semblante cambió, es el mismo gesto que puso cuando se enteró que conocía al Rey.

-La encontré en los jardines sin querer. Pero ahora mi enojo es con eso que dijeron de mí y el Rey, es claro que entre nosotros no hay nada.

-Puede que te hayan visto en el pasillo con él y por eso te regañaron.

-No, si me hubiesen visto las instructoras también las regañarían a ustedes, alguien debió decirle que solo estaba yo y distorsionó la historia.

Issy me observaba con sus ojos muy abiertos y sonrisa tensa, su mano sostenía la mía como un gesto de apoyo.

-No deberías pensar en eso, lo mejor es que te alejes del Rey para que esos rumores no sigan creciendo- Su mano apretó la mía más fuerte de lo normal.- Si no lo haces, te pueden expulsar y eso no es lo que quieres ¿verdad? Tú quieres recuperar tu hogar- Su mano aprieta con más fuerza.

-Issy, me estás lastimando- Hice una mueca de dolor cuando sentí unas punzadas en mi mano.

-¡Uy! Perdona, me exalté un poco- Me sonríe tratando de verse inocente.

-No te preocupes- Sostuve mi mano, esto va a doler un poco.

Se pone de pie y se dirige a la puerta.

-Mantén tu distancia del Rey, no querrás arrepentirte después- Ni siquiera me mira cuando lo dice, desaparece por el umbral de la puerta y yo me tumbo en la cama, trato de despejar mi mente.

Quisiera que todo estuviera como antes.

Reina de ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora