Copos de nieve para Claire Mitchell

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«Rumor: si para el día de San Valentín recibes una flor o chocolates, ¡Bien por ti! Pero cuidado, probablemente sólo sea alguien cercano queriendo decirte lo mucho que te aprecia

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«Rumor: si para el día de San Valentín recibes una flor o chocolates, ¡Bien por ti! Pero cuidado, probablemente sólo sea alguien cercano queriendo decirte lo mucho que te aprecia. En cambio, si llega a tus manos algo que te guste, te recomendamos cuidar tu corazón con doble candado, ¡Pues alguien está intentando robárselo!»

—Esto es ridículo —se burló, dejando caer el periódico escolar sobre la mesa.

—Que amargada eres, Claire —bufó Kevin—. A alguien le gustas y siquiera te inmutas.

Claire miró la tarjeta que aún permanecía en su mano derecha. Plateada, brillante y con una curiosa forma de copo de nieve. Traía un mensaje muy claro en la parte trasera: ''¡Feliz San Valentín, Claire! Alguien está pensando en ti, pero eso es todo lo que sabrás por el momento. Aguarda más pistas durante el día.''

Su mejor amigo la había arrastrado ni bien cruzó las puertas del instituto para mostrársela, aguardando en el centro de su casillero con un trozo de cinta adhesiva.

—Sólo pienso en lo extraño que es esto —explicó alzando los hombros—. No es como si mucha gente supiera de mi existencia, ¿Y de la nada «alguien» está pensando en mi? —ironizó—. Es hasta gracioso si te pones en mi lugar.

Echó un vistazo alrededor de la cafetería. Era un día de juego así que, como de costumbre, en el centro se ubicaban las porristas junto a los miembros del equipo mixto de softball. Divisó a la capitana de las primeras, Natalie, a los besos con su novio. A su lado estaba Lydia, mejor amiga de Natalie, que charlaba animadamente con el resto de participantes del grupo. Entre ellos Michael y Aisha, que también pertenecían al club de debate al igual que Claire.

Robbie y Kat, alumnos destacados, se encontraban en otra mesa compartiendo algo en el celular de Kat. Parecían estar entretenidos.

Los chicos de artes ocupaban la esquina del enorme salón. Habitualmente escuchaban música en un volumen apropiado, practicaban pasos de baile y se alentaban entre ellos. Reconoció allí la cabellera rubia y brillante de Jacob, quien estaba absorto en su libro de bocetos.

Se quedó mirándolo por un momento y pareció notarlo, porque levantó su cabeza y le sonrió ligeramente con un asentimiento a modo de saludo, el cual tuvo que devolverle alzando la mano de forma avergonzada.

Claire se puso de pie, dejando la tarjeta sobre la mesa.

Nope, dudo que alguien de aquí esté haciendo esto —dijo, señalándola—. Probablemente sea una broma.

Pero no fue así.

Saliendo de su segunda clase del día junto a los cánticos de «¡Ánimo, Panteras!» del resto de sus compañeros, y entre salto y salto, alguien le palmeó la espalda. No pudo ver quién había sido entre tanta multitud, pero pronto descubrió que no había sido al azar.

Tenía una segunda carta pegada en la espalda.

''Tal vez no seas fanática de los juegos escolares, pero anímate, esta noche podrías llevarte una sorpresa, ¡Ánimo, Panteras!'' decía.

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