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Yelena Belova se encontraba observando con atención la azotea de los edificios en los que sabía que las chicas utilizarían como camino para cumplir su objetivo.

-Yelena, ¿Estás segura que pasarán por aquí?- preguntó Kate Bishop impaciente colocándose junto a la rubia.

Era un poco después del mediodía, por lo que el sol estaba a fulgor.

-Sí -respondió sin más.

-Pff, me voy a derretir, llevamos como una hora y media aquí y nada pasa -bufó-. Dame más dulces.

-¿Por qué no trajiste los tuyos? -preguntó levantando su brazo para que la pelinegra acercara su mano al bolsillo indicado de su chaleco

-Yo no soy la bolsa andante -contestó mientras sacaba dos pastillas ácidas de sabor fresa-. Pronto tendré hambre.

-Acabas de comer.

-Por eso dije que pronto tendré hambre -reiteró comiendo la segunda pastilla.

-¿Guardaste todo lo necesario en el auto, verdad?

-Sí, empaqué todo. Sé que nos acercaremos a la orilla de la ciudad cuando terminemos.

-Kate, recuerda que primero las desarmo, lanzas tu flecha de magnetismo para alejar las armas, lucho con ellas por unos minutos -recapituló el plan- y en cuanto veas a alguna en el suelo, vas hacia ella, golpeas alguno de los puntos débiles que te enseñé, inmoviliza y esparce el gas.

-Sí, jefa.

-No me digas así.

-¿Sí, capitana?

-¡Kate! Sólo sigue el plan ¿De acuerdo?

-Sí. Aunque me gustaría usar más mi arco, pero de acuerdo, sé que no debo lastimarlas tanto con mis flechas, ya me lo has dicho.

-Bien, manténlo presente.

Quince minutos después, Yelena distinguió a dos viudas negras pasando rápido entre techos a unos metros.

-Ya vienen, posiciónate Kate Bishop.

Kate se colocó en cuclillas detrás de un almacén de madera, desde donde podía divisar toda la azotea, mientras que la rubia esperaba el momento indicado para atacar.

Yelena lanzó una patada a las costillas de la mujer de cabello castaño provocando que cayera de sentón y quitándole el arma astutamente de su cadera y arrojándola hacia la azotea del otro edificio. La otra viuda negra de estatura más alta, al percatarse que alguien había interferido su paso andante, se volvió hacia su compañera visualizando a la desconocida, tomó su arma y apuntó a Yelena. Kate que observaba todo aquello sabía que si no hacía ningún movimiento y seguía órdenes, la bala lastimaría a su compañera de equipo, así que instantáneamente, cambió de flecha y tiró contra el arma provocando que ésta cayera del edificio y la alta viuda se percatara de su presencia, por lo sacó su cuchillo y fue hacia ella. Yelena, combatía con la chica de cabello castaño tratando de quitar su cuchillo, pero se dió cuenta que Kate no había seguido el plan.

-¡Maldita sea! ¡Teníamos un plan! -gritó sin dejar de defenderse y atacar.

-¡Una bala atravesaría tu espalda, de nada! -también bramó evitando los cuchillazos.

Yelena sacó de las manos de la viuda su trozo de metal y comenzó su batalla cuerpo a cuerpo.

-¡Tu flecha! -vociferó la ojiverde a la arquera.

-¡Espera un minuto! -Kate aún seguía luchando para arrebatarle el cuchillo, lo cual logró con dos movimientos que la rubia le había enseñado. Aprovechó y lanzó velozmente una flecha magnética hacia los objetos punzocortantes que afortunadamente estaban en el mismo camino. La mujer alta volvió a lanzarse contra la arquera, quien contenía los golpes y Yelena atacaba a la chica castaña. Kate creyó que era el momento adecuado en cuanto alejó un poco a la chica, instantáneamente tomó de su cinturón el objeto plateado, sin embargo, la alta mujer provocó que Kate soltará el antídoto. Yelena se dió prisa para oprimir el aparato plateado a la chica que combatía para liberarla y ayudar a la arquera. Enseguida, la rubia y la ojiazul se enfrentaban contra la alta.

Mirada Atlantica | KatelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora