El dilema de la sexualización en el medio audiovisual

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Todos somos seres sexualizados. Hay que interiorizar esa idea para comenzar. Desde que nacemos (salvo excepciones), tenemos un sexo definido y somos condicionados por las hormonas si tomamos en cuenta el punto de vista meramente biológico, porque obviamente en términos de psicológicos y de género existe mucha más diversidad. Por lo tanto, el nombre correcto para este fenómeno debatible de mostrar cuerpos femeninos en todo su esplendor en productos audiovisuales, sería erotización. Y digo “cuerpos femeninos” porque yo nunca oí decir que se armara una polémica por el hecho de que Shiryu se quitara la camisa cada dos minutos o Saga saliera en cueros tomando un baño. Es más, los desnudos masculinos en el shōnen ni siquiera se consideran fanservice. Entonces, ¿por qué en el caso de las mujeres debería ser diferente?

La principal queja de los grupos feministas es que esta erotización promueve modelos de cuerpos femeninos que no existen. Es cierto; pero las proporciones de los personajes de dibujos animados en cualquier medio suelen ser exageradas. Son píxeles, no tienen por qué ser realistas. ¿Es tan difícil entender eso? Otro punto es que se protesta si una mujer es representada con grandes pechos; pero si tiene un trasero descomunal, no pasa nada. ¿Cuál es la diferencia? Los senos son glándulas mamarias destinadas a la alimentación del ser humano durante las primeras etapas de su vida, y todos los mamíferos femeninos los poseen; por lo tanto, su tamaño no es importante. Y sí, podría argumentarse que esa parte del cuerpo de la mujer está muy erotizada; pero, ¿acaso no sucede lo mismo con las nalgas? Es un argumento que no tiene razón de ser.

Ahora, un ejemplo concreto. Tite Kubo suele dibujar a muchos de sus personajes femeninos con grandes pechos. Esto no quiere decir que el mangaka sea un tipo súper machista que busque degradar a las mujeres de alguna manera, porque la mayoría de ellas son guerreras que desempeñan papeles de cierta utilidad en la serie (excepto tú, Orihime). El verdadero problema está dado en cuando la única función de una mujer en un audiovisual es mostrar su cuerpo, ser deseada por los hombres, servir como una especie de “premio”, darle enfoque constante a sus atributos al tiempo que la muestran como alguien con nula personalidad y cero aporte a la trama. Aunque se diga que el físico no cuenta, eso no es verdad en la práctica. Si un hombre se fija en las caderas de una mujer, pero se siente atraído por su fuerte carácter, no hay nada de malo en eso. Que un personaje femenino exhiba su cuerpo por voluntad propia y con orgullo, es muestra de seguridad en sí misma. Como mujer, eso no me ofende. En resumen, el problema no está dado en que se erotice a la mujer, sino en que se le cosifique; o sea, que parezca un jarrón vacío: un adorno que está ahí solo por bonito, sin utilidad, personalidad u otro detalle significativo.

¿Qué piensan acerca de esto? ¿Opinan lo mismo que yo? ¡Háganmelo saber!

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