Untitled Part 3

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N/A: No sé si estoy loca. Pero cuando escribo, siento que la historia tiene un ritmo lento y preciso. Cuando leo lo que escribí, lo siento igual. Cuando lo termino de corregir, también. Cuando lo publico, siento que es totalmente horrible y apresurado ;-; killmeplz.

Me estoy esforzando por no cambiar demasiado las personalidades, se me desvía mucho y s eme vuelven muy melosos por mi propia búsqueda de escribir romántico, pero trato de corregirlo lo mejor posible. Aun así, todas las correcciones son bien recibidas (Los halagos también, gracias)

Pero mi orgullo es que mi historia guste. Así que sin más preámbulo –aunque no creo que nadie lo haya esperado con mucho apego – dejo el capítulo 3, el 4to está en corrección y el 5to también, gracias a una poderosa noche de insomnio. Mientras el 6to está en el horno… COMO LA TORTA D:

Shurikens se lanzaron hacia ella, con sus esferas las rechazó. Ninjas ¿cómo fue que no se le ocurrió que el lugar estaría lleno de trampas? Enfurruñada, la soberana oscura, se sentó sobre una de sus esferas a esperar, mientras otra destruía lo que encontrara a su alrededor. Con eso llamaría la atención de algún súbdito para que la escoltara.

No se hizo esperar, un ninja temeroso la observaba pretendiendo estar oculto.

– Llévame con el maestro de las sombras. Me está esperando. – Syndra ordenó con porte de reina. El ninja desapareció. Inútiles, ya hablaría con Zed de la escoria repugnante que tenía como súbditos.

Syndra frunció el ceño, el olor ácido del sudor mezclado con la sangre le molestaba. Sus escoltas tenían el mismo hedor asqueroso. También le hablaría a Zed de la higiene de sus súbditos.

La guiaron por otra de las incontables puertas y entrando a uno de los jardines logró distinguirlo. Sobre uno de los tejados observando y dirigiendo a todos los ninjas en un acompasado entrenamiento.

Se veía tan altivo, impresionante, tan poderoso. Syndra se quedó embelesada con esa imagen, solo observando la superioridad con la que estaba impregnado el maestro de las sombras.

El sonido del movimiento cesó de repente con un seco golpe al suelo parte de los ninjas y la voz de Zed se alzó poderosa en el silencio.

– Hoy, nos honramos con la presencia de una poderosa aliada, la Soberana Oscura está ahora entre nosotros. Como ocasión especial y demostrando nuestra gratitud y respeto, celebraremos un banquete en su honor. – Zed con su brazo guió a sus filas hacia Syndra – Muestren su respeto. – Ordenó y todos los ninjas presentes se reverenciaron frente a la hechicera.

Su corazón se desbocó, tardando en salir de su estupor.

Fue guiada por más ninjas hasta un salón donde solo había seis largas mesas distribuidas paralelamente y en la parte trasera y más alta, un victorioso trono con Zed sentado en él.
Con un gesto de la mano de su líder los ninjas se retiraron.

– Cada día te vuelves más interesante. ¿Un banquete en mi honor Zed? Realmente no me lo esperaba. – Syndra río.

– Lo sé, lo advertí al ver tu rostro rojo y tu expresión totalmente descolocada. – el rostro de Syndra se coloreo nuevamente. – También imaginé, que jamás te trataron debidamente. – La hechicera enarcó una ceja para luego sonreír con suficiencia. A este paso lo único que lograría Zed era acrecentar aun más su ego. – El banquete comenzará en una hora, ¿Te gustaría conocer la biblioteca? –

Los ojos de Syndra se iluminaron, podría decirse, con alegría y su magia la hizo elevarse más alto de lo normal.

La biblioteca de la orden de las sombras no podía ser comparada con nada de lo que pudo ver en su vida. Era casi – o quizás más – del tamaño de su fortaleza, los estantes a reventar de libros que jamás vio en su vida debían medir diez metros de alto, mínimo. Zed se sentó en una de las mesas observando a una emocionada Syndra que flotaba hacia todos lados con los brazos llenos de libros ¿Su poderosa aliada a la que Jonia tanto temía era ella? Parecía una niña inocente en su primer visita a la chocolatería.

Un ninja se precipitó nervioso hacia Zed.

– El banquete está por comenzar, maestro. – Hiso una reverencia al retirarse. Ahora le tocaba a él sacar a la soberana de su ensoñación.

– Su alteza – La llamó, burlesco – La cena está servida. – Syndra hizo un puchero y Zed suspiró – Puedes llevarte todos los libros si así lo deseas, o puedes venir cuando quieras a leerlos. Personalmente, prefiero la segunda opción, puedo decir, que disfruto un poco de tu compañía. – Si bien Zed era considerado malvado y cruel, ella no lo sentía así, era realmente caballeroso cuando se lo proponía. Syndra abandonó la biblioteca sonriente y acompañada por Zed, se encaminó al salón.

Las mesas se encontraban llenas de manjares y ninjas sudorosos y apestosos. Zed se sentó en el mismo trono en que ella lo vio al entrar y le indicó que se sentara en uno nuevo junto a él.

El maestro de las sombras levantó su copa en gesto de brindis y el banquete comenzó. Cuando ya nadie estaba atento a ellos Zed se levantó de su asiento y le tendió su mano a Syndra, indicándole que lo acompañe.

Llegaron a uno de los cuantos jardines, el maestro de las sombras la invitó nuevamente a sentarse en una mesa previamente preparada.

– No pensabas que iba a dejarte sin comer, o hacerte cenar en ese nido de cerdos sin modales. ¿O sí? – Syndra sonrió con suficiencia. Definitivamente hizo una buena elección.

– ¿Sabes Zed? Podrán pensar que eres malvado, cruel, un asesino morboso y demás cosas horribles sobre ti, pero realmente sabes tratar a las mujeres. – Sin quererlo, ambos rieron – y ¿No se quitará la máscara para cenar, señor? – La hechicera lo miró divertida, pero desafiante.

Zed se quitó la máscara nuevamente con parsimonia, dejándola a un lado de la mesa. Al ver su rostro Syndra volvió a sentir una puntada de culpa en ella.

Y brindaron como si fueran amigos.

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caca

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