🦋/🍩PADRES⚡/🥃 - VOLKACIO AU

[🦋 / 🥃]

🦋 ♡ ◇ ♡ ◇ ♡ ◇ ♡ 🥃

*

Después del incómodo e inesperado momento vivido en la entrada de comisaría, los cabecillas de aquel encuentro fueron demandados a hablar en la oficina de Conway, con el fin de aclarar todo aquello; o eso pensaba uno de ellos. 

Subieron a la planta alta del departamento, los tres caminaron en silencio, detonando la tensión que se hacía presente en el ambiente.

Víktor caminaba seguro; quería respuestas y estaba dispuesto a escucharlas.

Horacio andaba cabizbajo y nervioso; quería salir de allí.

Jack cerró la puerta de su despacho después de que los otros dos entrasen, dió media vuelta y caminó hasta su escritorio con la mirada de los contrarios en su espalda. Se tomó el tiempo de encender un puro, cosa que sacó de quicio a Volkov, era el más ansioso de los dos.

─¿Va a seguir haciéndose el gilipollas o va a darnos respuestas? ─escupió sus palabras con cólera, estaba desesperado.

Conway dió una calada, retuvo el humo en sus pulmones un par de segundos y terminó por expulsarlo lentamente; continuando con aquella tortuosa espera. 

─No has hecho ni una sola pregunta, Volkov, no sé qué respuestas esperas que te dé─contestó socarrón.

Víktor frunció levemente su ceño ante aquella contestación.

Horacio presionó sus labios al escuchar eso. 

─Me puede empezar a explicar─empezó a decir a la vez que se llevaba sus dedos al puente de su nariz─, ¿de qué conoce a este hombre? ─terminó preguntando.

El pelinegro llevó su vista hacia Horacio, soltando el humo por sus labios de una calada anterior, era casi un suspiro. 

─Es un conocido mío─respondió simple. Acercó nuevamente el puro hasta su boca con el fin de aspirar aquella dañina sustancia, siendo interrumpido en el acto.

─No me venga con eso, Conway─sentenció el peligris─. La hija de este señor lo llamó abuelo, cosa que no cualquiera puede hacerlo. 

Una verdad disfrazada de excusa, puesto que era cierto, su propio hijo lo llamaba así, ya que, hasta donde Volkov se quedó, él y Gael eran parte de la familia de Conway.

El mayor exhaló fuertemente y con cansancio, empezaba a irritarse. 

«Joder» maldijo en sus adentros. Maldecía al puto ruso de los cojones, a su oído audaz y a su maldito cerebro perspicaz.

No podría mentir más, ya no al estar prácticamente expuesto, no ahora que su comisario tenía todas esas percepciones sobre aquella situación. Tendría que contarle, porque si no lo hacía, Volkov, no dejaría pasar el tema así como así; le joderia por días si hiciese lo contrario. Además se terminaría enterando tarde o temprano, es mejor ahora, no cree que se lo tome mal.

Chasqueó la lengua.

─Está bien... te diré todo─accedió.

Víktor solamente se cruzó de brazos y los mantuvo a la altura de su pecho, estaba expectante. 

Horacio, en cambio, se tambaleó sobre sus pies, curioso; realmente quería saber con qué palabras su padre le contaría a su trabajador aquel secreto.

─Esta persona que está aquí... ─comenzó a hablar al mismo tiempo que se volteaba hacia su escritorio y apagaba su puro en un cenicero─es Horacio Pérez... uno de mis hijos.