𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 21 - ¿𝓣𝓮 𝓱𝓮 𝓮𝓷𝓽𝓮𝓷𝓭𝓲𝓭𝓸?

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Chris no tenía más remedio que pedir a la DSO que Leon comandase la unidad de la BSAA con destino a Bearastan del Este. La misión era totalmente descabellada; esa es la conclusión que él había obtenido tras estudiar el palacio presidencial de dicho país con todo detalle. Si él iba a comandar la misión a Moldavia al día siguiente, no había otro remedio para la de Bearastan; y la BSAA lo sabía. El capitán no conocía a ningún agente especializado en bioterrorismo que pudiese llevar a cabo semejante locura y salir con éxito de esta, excepto Leon.

Así que, pensativo e inquieto, se concentró en revisar su informe por última vez antes de entregarlo al Mando Superior.

Se hallaba tan concentrado en su lectura que, cuando escuchó el sonido de unos nudillos golpeando contra la puerta de su despacho, respondió de un modo mecánico.

—¡Adelante! —se hizo escuchar sin levantar la vista del documento que estaba revisando.

Advirtió por el rabillo del ojo que su asistente, el agente Dawson, quien había estado enfrascado en la redacción de papeleo para el Departamento de Intendencia sentado a una mesa auxiliar, hizo ademán de marcharse nada más darse cuenta de quién era el recién llegado. Sin embargo, él hizo un gesto brusco con la mano para que permaneciera sentado. Y a Dawson no le quedó más remedio que continuar en su puesto.

—¿Sí, agente?

—Buenas tardes, capitán —Jill saludó con voz amable.

Él, al reconocer la voz de su novia, alzó la vista inmediatamente y no pudo evitar esbozar una alegre sonrisa.

—Buenas tardes, teniente. Dime qué se te ofrece.

Jill estaba tan contenta aquella tarde que decidió tomarle un poco el pelo.

—Te he visto esta mañana con la otra —declaró con voz seria.

Chris, inmediatamente, se puso en pie vehemente empujando la silla donde había estado sentado lejos de sí y haciéndola caer sin prestar la más mínima atención a ese hecho. Atrás había quedado el informe, enterrado bajo la enorme sorpresa e indignación que sintió al escuchar sus palabras.

Una vez más, Dawson hizo ademán de marcharse azorado. Pero él repitió aquel gesto vehemente que lo clavó en su asiento de nuevo.

—¿Qué otra? ¿De qué cojones me estás hablando? —quiso saber con cabreo.

—Es broma, Chris—lo tranquilizó con una sonrisa divertida—. Esta mañana, Claire y yo os hemos visto a Leon y a ti en el restaurante que está al lado del St. Jones cuando hemos ido a comer allí —le comentó alegremente.

—¿Y por qué narices no nos habéis saludado? —él le reprochó aún molesto.

—Bueno... Es un tema... complicado.

De pronto, lo miró con temor como si ocultase un profundo secreto y temiese que él se enfadase o sufriese al descubrirlo.

—¿Complicado? —la observó de arriba abajo con mirada de advertencia más y más enfadado por momentos.

—He venido a solicitar mi reasignación temporal a la División de Logística —le pidió solemne intentando desviar la conversación de los oscuros pensamientos que, súbitamente, la habían asaltado al recordar la conversación que había mantenido con Claire.

Cogido totalmente por sorpresa, buscó su mirada indignado.

—¿Motivo?

—Estoy embarazada —le soltó la bomba con toda su potencia de fuego.

Ella, no obstante, no esperaba aquello que sucedió inmediatamente después.

Chris, sintiendo que las piernas habían dejado de sostenerlo sin avisar, se dejó caer sobre la silla que aún creía tener bajo su enorme corpachón, ahora derribada lejos de sí, dando con sus huesos en el suelo.

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