Capítulo LX

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Alexandra

—B, la próxima semana son los playoffs, y te necesito en tu 100%.

Beatrice miró a la entrenadora con una mueca que parecía mucho que estaba intentando no llorar, mientras algunas de las animadoras del norte se reían con poca cautela a su alrededor.

Un poco harta de todo el mundo por un montón de razones distintas, me aparté un poco, mirando al equipo de fútbol entrenar justo en frente de nosotras. Aiden estaba dirigiendo la ofensa y gritando palabras que no tenían ningún sentido sin su significado clave. Su profunda voz, dominante y aballasadora me envolvieron por completo mientras lo miraba de cerca.

Había decidido ocupar mis mejores shorts para el entrenamiento, y si bien Beatrice había murmurado algo sobre estar haciéndole ojitos al equipo de fútbol, lo cierto es que solo quería hacerle ojitos a su quarterback.

Quizá eso la haría enloquecer más.

Pero Beatrice no era mi problema.

Los shorts por supuesto habían sido una pérdida de tiempo. Aiden estaba en modo entrenamiento, enfocado por completo en las jugadas y las instrucciones de su entrenador y no había mirado en mi dirección ni siquiera una vez, y aunque era un poco decepcionante, debía admitir que era sexy su determinación.

—¡Alexandra!

Un poco descolocada, volví mi vista a la entrenadora, que no parecía nada feliz. Todas las chicas me estaban mirando como si fuera estúpida, y quizá lo era.

—Uh... lo siento, ya voy.

—Quiero la formación otra vez. Desde el principio, y esta vez atrapen a Alexandra a tiempo, o no se mantendrá en el aire lo suficiente.

—De seguro su ego puede mantenerla arriba muy bien —murmuró Lily, una Raider, por lo bajo.

De seguro podría darle un puñetazo en su bien contorneado rostro, pero eso no me ganaría muchos puntos, así que elegí callarme. Había tantas peleas en los entrenamientos, que el silencio era reconfortante.

Hicimos la formación una vez más. Estuve en el aire una vez más y una vez más no afirmaron mi pie derecho lo suficiente como para subir el izquierdo hasta mi cabeza.

La cosa no funcionó durante el resto de la hora, y nadie estaba contento. Finalmente, la entrenadora decidió despacharnos, aunque ella fue la primera en dejar el lugar.

Cuando la mayoría de las personas se habían ido, Ashley se acercó a mí. Con un gesto rápido les dije a mis amigas que estaba bien, y que las seguiría enseguida.

—¿Tienes un minuto? —preguntó, mirando a todos lados menos a mí.

—Lo tengo.

—Esto no está funcionando —chasqueó—; Nosotras, como equipo.

—Dímelo a mí.

—Hace un mes atrás, me habría cortado un brazo antes de pedirte lo que te voy a pedir.

—Vaya, qué lindo.

—Suerte para ambas, que soy buena practicando la fraternidad con la horrorosa novia de mi mejor amigo, incluso a pesar de mi mejor criterio.

—¿Tu punto? —pregunté, exasperada.

—Si no puedo hacer que te rompas una pierna, entonces tengo que unirme a ti.

—Está bien. ¿Y qué sugieres?

—Todas aquí sabemos que eres buena en esto, y todas queremos hacerlo bien en los playoffs, así que ¿por qué no nos entrenas?

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora