Berlín, Alemania.
Por alguna razón, la gente a su alrededor se amontona buscando fricción entre la multitud. Se refriegan unos con otros moviéndose lascivamente al ritmo de la música electrónica entremezclada con riffs de guitarra. Es el tipo de música que a Mikasa le encanta, pero esa noche no le apetecía salir. Si fuera por ella, estaría en cama descansando de la larga jornada laborar y preparándose para el viaje de regreso a casa.
Sin embargo, su amiga Sasha pensaba distinto. Cuando apenas vio que ella estaba buscando su pijama de seda negro para hundirse entre las sabanas, ella no tuvo mejor idea que arrastrarla afuera del departamento.
Así fue como ese viernes a la noche termino en ese lugar de luces tenues, sonidos pesados y con un constante flujo de alcohol en movimiento.
Mikasa realmente podría pensar que Sasha la trajo al distrito rojo de Berlín, pero la realidad es que ni siquiera sabia del todo donde estaba. Su alemán no era tan bueno, a pesar de que su apellido era de origen alemán, valga la redundancia. Había sido una suerte que hasta ahora todas las personas que se habían comunicado con ella en aquel país, hablaban inglés, de lo contrario ya habría llorado.
—Sigues sin decirme a donde nos vamos a meter exactamente y yo ya estoy empezando a ponerme nerviosa. — Dice Mikasa mirando la cartelera del sitio sin poder entender absolutamente nada. — Por favor, Sasha.
—No te voy a mentir, la zona puede parecer turbia, pero este bar es increíble y aquí tengo mi regalo de despedida. — Grita Sasha estirando una mano hacia atrás buscando la mano de Mikasa y así afianzar su agarre. No pensaba dejarla sola en aquel sitio. — No te alejes de mí.
Sasha Blouse había sido la mejor amiga de Mikasa desde la infancia. Ambas se habían criado en Japón, hasta que la castaña tuvo que mudarse a Alemania por el trabajo de su padre. Luego volverían a encontrarse unos años después, cuando Mikasa tuvo que viajar a dicho país para un par de sesiones fotográficas requeridas por su trabajo como modelo.
Después de empujar gente, tropezar con un par de escalones de la pista y encontrar un lugar en la barra; las dos chicas finalmente se sientan para poder tomar algo.
—Te voy a extrañar muchísimo, Mika. — Dice Sasha cuando ambas están en la barra tomando tragos de cerveza cien por ciento alemana. —Me alegra tanto que hayas venido, quería verte, pero ya sabes... el trabajo.
Mikasa le sonríe con dulzura.
—Siempre puedes volver a Japón, sabes.
—Obvio, lo sé. — La castaña le sonríe apretando su mano. —Nada más necesito terminar un par de cosas aquí y luego ya seré libre de volver a mi país favorito.
Sasha trabajaba muy bien en Alemania, sin embargo, las ansias de volver al país en el cual se había criado, eran enormes.
—Quiero saber qué tanto haces aquí, sabes. Estuve tres semanas aquí trabajando y no me has dicho absolutamente nada de lo que has estado haciendo. — reprocha la chica de cabellos negros a su amiga.
Mikasa llegó al país e inmediatamente se hospedó con Sasha. La chica de ojos marrones sabía más o menos todas las actividades de Mikasa durante su estadía, pero Mikasa no sabía nada de lo que la otra chica hacía.
—Bueno, probablemente te enteres hoy. — Dice Sasha con simpleza. — Mientras tanto, disfrutemos tu último día en Alemania.
Sasha le sonríe y le hace un gesto para que mire el escenario. Ella mira de reojo y ve por unos momentos que hay gente acomodando varios instrumentos. Se pregunta si habrá algún show de bandas.

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Me disculpo si sientes algo
Romance"Tal vez podríamos hacerlo, ya sabes... más privado". Mikasa lo piensa por unos momentos. No es un secreto que Eren suele pasar la noche con sus fans. Si acepta, sabe que formará parte de una lista aparentemente larga. Por mucho que Eren, el vocalis...