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EJEM, ¿10k leídas? ¿en qué momento? No saben lo feliz que me hace. De alguna forma, me indica que he ido avanzando bien y que la historia gusta.

En honor a eso, he pegado más escenas a este capítulo para que fuese más largo. En el siguiente de seguro veremos el pie a cosas emocionantes que pasarán pronto!

En fin, gracias por leer, votar y comentar. Me inspira a seguir escribiendo.

Cualquier duda, estoy más activa por Instagram como: anapaulaher

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Asaf y yo vimos a Grayson perderse por ahí. Nos miramos sin saber qué decir.

—Bueno, al menos ya cumplió su reto —comentó el.

Lo bueno de no saber qué decir, especialmente tratándose de responder algo a Asaf, era que no lo necesitaba. Con él todo era simple. Vernos era suficiente para saber que era mejor dejar el tema así.

Sin más, nos acercamos a la mesa de antes. Dallas y esa chica que había llegado hacía un rato estaban metidos en lo que parecía ser una conversación unilateral. Mientras ella hacía su mejor intento por hablarle, Dallas se limitaba a asentir con desinterés, como si a penas le prestara atención.

Cualquiera notaría que en realidad él no quería estar ahí, y yo que lo conocía lo suficiente, sabía que algo pasaba. Algo mucho más allá de no querer estar ahí.

Por un momento, me sentí mal por ella.

Hablar con Asaf, por ejemplo, era muy diferente que hablar con Dallas. Asaf no se complicaba, decía cuatro cosas y eso es lo que había, se trataba de alguien fácil de entender; Dallas, por otro lado, tenía al sarcasmo como su forma de comunicar más directa, sutilmente difícil de interpretar, alguien profundo.

Volviendo al caso, Asaf fue en rescate de la chica al extender su mano hacia ella. Su sonrisa se volvió dulce en un instante.

A veces olvidaba lo atractivo de Asaf, como si fuera un camaleón, bien perspicaz. Podía ser muy serio, o muy inteligente, temerario o, incluso, el más amigable de todos.

—Susy —la saludó, educado—. Tiempo sin verte. Hacía mucho que no escuchaba de ti.

Así que esta era Susy...

Asaf se limitó a rodearla suavemente con un brazo cuando Susy se levantó a abrazarle por el cuello, sin pegarse mucho a ella. ¿Ahora se trataba de él el que necesitaba rescate?

Miré a Dallas de reojo.

Me miró a mí.

El abrazo estaba durando más de la cuenta.

Asaf le daba palmaditas amigables en la espalda.

Susy no se alejó. De hecho, apretó más el abrazo con una gran sonrisa.

Le lancé una mirada a Dallas para que se encargara de la situación.

Por supuesto que no se encargó de la situación.

La cosa no tardó en ponerse incómoda.

Carraspeé. Esperé. Nada.

Dallas aceptó mis miradas a regañadientes. Se aclaró la garganta:

—Susana, lo estás asfixiando.

—Los abrazos no asfixian —sostuvo ella, por fin alejándose de Asaf para girarse al pelirrojo—, pero ya ves que por respeto a ti haría lo que pidas.

Asaf y la alerta auxilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora