ELEODORO
Meses antes:
Nicolás no ha dejado de mirarme ni de hacer preguntas incómodas.
Yo no sé qué responder a esas preguntas. Pienso que no debí venir a la librería. Las cosas han estado algo tensas entre nosotros, pero también creo que debemos hablar y encararlo de una buena vez.
Sobre todo, porque ya no nos une un inocente lazo de amistad solamente, sino una pesada cadena de complicidad que está cambiando y acabando con todo lo bonito que solíamos tener. Ya nada es igual, nada es como antes.
La respuesta a su pregunta sigue siendo no, al menos en mi mente, pero me siento demasiado comprometido. Sabía que el día llegaría y llegó, aquí está, es este lugar, este momento.
Tengo miedo, no lo voy a negar. Y no porque sienta mi masculinidad vulnerada, no, eso no tiene nada que ver. Mi temor radica, más que nada, en que siempre lo he visto cómo un hombre adorable, atractivo, elegante... Temo que después de esto no vuelva a verlo igual. Que su voz me moleste y su olor me repugne; que su cercanía me provoque repulsión. Sería trágico, pues acabaría con lo que hemos tenido hasta hoy.
Yo no sé si sea igual, solo he tenido relaciones con dos mujeres en toda mi vida y nunca se me pasó por la cabeza, desear tanto a un hombre. Nunca deseé a ningún otro. Quizás porque ninguno reunió tantos requisitos para que sucediera.
Acepto y su cara refleja una enorme emoción. Empareja la puerta del refugio mutuo, pero no la cierra totalmente y eso me molesta. Alguien podría venir y vernos. Me callo, siempre lo hago.
Nicolás comienza quitándome la camisa. Yo intento desabotonar la de él, pero mis manos temblorosas hacen la misión imposible. Con sus manos detiene las mías, las besa y me mira. Sus ojos son hermosos y la manera en como me ve, me fascina, porque me hace sentir deseado también. Frida me brinda eso, pero cuando estoy con ella, me olvidó de mí y lo único en lo que pienso es en satisfacerla.
Mientras me besa, me manosea por todas partes; me desabrocho el pantalón y él se encarga de bajarlo con todo y ropa interior hasta mis tobillos, dejándome casi desnudo. Ahora estoy aterrado, miro hacia la puerta sin cerrar, rogando para que nadie entre. Quiero huir, salir corriendo, pero aun así, me detengo.
—Haz algo... —murmura entre besos.
—¿Qué?
—¡Tócame! ¡Haz algo! ¡Pareces señorita! ¡Vamos! —vocifera exasperado.
Me mira y él también tiembla ahora, pero no de miedo, cómo yo, sino de ansiedad, de desesperación, porque yo no sé que hacer y gruñe irritado. Noto que está demasiado excitado y me arroja de frente contra el librero, golpeando mi cara con la madera. Aprieto los ojos y espero a que empiece. Escucho cuando baja la cremallera de su pantalón .
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ELE (Versión Extendida)
Romans(Ele, versión extendida). Un escritor inicia una relación clandestina con la esposa de su peor enemigo, mientras al mismo tiempo, descubre que siente algo más que una entrañable amistad por su amigo Nicolás. Lee este drama con toques finos de humor...