Junio trajo consigo un clima terriblemente espantoso; hacía un frío de la hostia y ni con todos los aparatos que se inventaran podría uno escapar de que la nieve te congelara hasta los huesos mientras caminabas por la metrópolis.
En la calle las ráfagas de viento empujaban con violencia las gotas saladas de la lluvia contra todo aquello que estuviera para hacer de parachoque. El cielo, hundido en una absorta oscuridad, proyectaba cada ciertos minutos unos rayos que espantarían a cualquiera; sin embargo, me veía aquí, con paso relajado en busca de un entretenimiento nocturno para sanar el insomnio que me tenía despierto hace días.
Tomar un callejón de mala muerte como atajo me pareció una idea brillante para buscar un poco de peligro.-¿Drogas, sexo, alcohol?
-No, gracias. -Algo más.
Los adoquines del piso estaban mal colocados y era costoso caminar recto sin tropezar. Los afiches en las paredes estaban desgastados, escondían debajo de ellos paredes con ladrillos expuestos y grafitis vulgares con pinturas neón.
La metrópolis era excéntrica, extravagante. Vivir aquí conllevaba consigo tener un nivel adquisitivo medio-alto; ostentar de buen gusto, tener un carro lujoso, y demás superficialidades con las cuales ocultar esta parte oscura de la ciudad. Esa que cuando el sol se escondía y los carteles llamativos se encendían todos aquellos que les gusta fanfarronear se esfumaban y reinaba el salvajismo, la mezcla perfecta de la violencia y el descontrol.
Si de hablar con sinceridad se tratase, mi billetera estaba llena de billetes de colores varios, en mi garaje dormía un Mustang 1967, mi heladera estaba llena de comida y aún así, nada de ello me llenaba. Todos aquí estaban convencidos de que el poder y la fortuna lograba su felicidad, podría jurar que las ratas que viven en las alcantarillas son más inteligentes que todos ellos.Doblé nuevamente, esta vez a la derecha, intentando encontrar suerte en otro callejón continuo, más sombrío y desierto. ¿Un robo? Podría motivarme un poco, algo más.
-Parece que estás buscando algo.
-Sí, algo más.
-Vé a la Estación 67, allí lo encontrarás.
En las penumbras, entre bolsas de basura lo único que delataba que alguien estaba allí escondido eran unos saltones ojos rojos que chillaban no ser naturales, sino más bien una pieza de tecnología de turbio proceder.
Agradecí asintiendo y continué.
Mis caminatas eran extensas y mi memoria muy rencorosa, aún así, no sabía dónde se encontraba mi destino. ¿Estación 67?
Volver a consultar no era una opción pues, al mirar sobre mi hombro, noté como los ojos color escarlata se sumergían en las sombras.Bien, no podría asegurar que es eso que estoy buscando, pero ya que mi única compañía esta noche son las tinieblas que van escondiendo mi recorrido podía permitirme tan solo buscar sin mirar atrás.
El traje de estambre que envolvía mi cuerpo, involuntariamente, era una muestra de reputación tal como de la que les hablé antes. Debía lucir pedante caminando con la espalda recta, zapatos a medida y un traje tan espectacular como el que había decidido vestir esta tormentosa noche. Presentía antes de abandonar mi hogar que encontraría ese algo más que tanto ansiaba, ¿por qué no celebrarlo vistiendo de gala?
Los pasos firmes se hacían sentir mientras volvía a una de las calles principales. La soledad era más que evidente mientras continuaba mi caminata sin destino. De día por aquí caminan cientos de caballeros enfundados en elegantes trajes de seda e incluso terciopelo, con maletines costosos, entran y salen continuamente de estos edificios con oficinas aburridas. A la hora del almuerzo, los fieles corren a sus casas a ver a sus bellas esposas, los pocos; más los traicioneros buscan la diversión que en sus hogares no tienen, y estoy seguro que porque así no lo quieren.
ESTÁS LEYENDO
Estación 67.
Mystery / ThrillerLas noches de insomnio me causaban interés; quería, ansiaba, algo más...