Pedido por: Jst_RusLan_ <3
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Gustabo Garcia: 17 años
Viktor Volkov: 18 añosImportante ver lo que coloque al final del capítulo
Su relación empezó como un simple juego de niños tontos cuando apenas tenían 13 y 14 años, pero quien les diría a ellos que llevarían más de cuatro años juntos y con el amor más vivo que nunca.
Un antes y un después en su relación fue cuando se entregaron en cuerpo y alma ante el otro, la primera vez de los dos fue junta y desde ese día todo fue una montaña rusa de emociones.
Se volvieron adictos a sentirse unidos, y por eso era normal follar en cualquier momento o lugar no importaba si era en un coche, el cine o sus casa. Eran amantes de sentir sus cuerpos sudorosos y extasiados.
Justo como ahora que aprovechaban el hecho de que el padre de Gustabo trabajaba toda la tarde.
V.- Aah~ joder que bien lo haces-. Apresaba las hebras rubias entre sus dedos mientras jalaba suavemente. Si había algo que amaba el ruso era la forma en la que su pequeño le succionaba el falo.
Gustabo miraba hacia arriba pues sabía que eso exitaba al mayor, adoraba escuchar su respiración agitada y ronca a la par de esos gemidos graves.
Cuando Viktor sintió que se venía jalo al rubio para sentarlo en su regazo.
G.- Mmgh-. Gimió cuando sintio esos largos y finos dedos darle rudas nalgadas. Su culo iba a quedar probablemente muy rojo.
V.- Salta pequeño, ve a tu ritmo-. Amaba darle un poco de poder al menor, verlo morderse los labios mientras colocaba lenta y torturosamente su pene dentro de él era una escena digna de cines.
Un poco desesperado por los pequeños saltitos del rubio decidió agarrar sus caderas y elevar violentamente la pelvis haciéndolo llegar mucho más profundo.
Gustabo sentía su estómago lleno, aquella posición hacia entrar mucho más profundo a su novio y claramente lo sentía.
G.- Aah~ Vik~ más, más rápido-. El chapoteo que se oía era sumamente sucio y exitante. Sentir ese venoso y grueso pene tocando su punto dulce lo podría hacer fallecer. Sus ojos se ponían blancos a la par que su espalda se arqueaba
Estaban tan perdidos en la lujuria que no oyeron el chocar de las llaves abriendo la puerta de su hogar.