Harriet observo su reflejo en el espejo al mismo tiempo que Bellatrix Lestrange y Narcissa Malfoy le daban sus últimos ajustes a su vestido de novia.
Quería gritar. Quería llorar. Quería correr.
Su vida dio un vuelco cuando recibió un aviso del Ministerio luego de la muerte de Sirius.
Como heredera de Sirius todas las obligaciones de la casa Black pasaron a sus hombros y con ella un matrimonio pactado con la casa Lestrange.
No podía escapar de ese matrimonio, perdería su magia si se negaba al contrato matrimonial.
Harriet amaba su magia y jamás la dejaría.
—Maldita Bellatrix y su vientre podrido— pensó Harriet cuando Narcissa colocó un poco de perfume de jazmín en su cuello.
El matrimonio de Bellatrix y su esposo no había dado un heredero. Todo porque tanto ella y como su esposo tuvieron la maldita suerte de ser infértiles dejando a Harriet como Black por apadrinamiento y a Rastaban Lestrange como los responsables de dar herederos para tres influyentes casas.
—La ceremonia pasará rápido— le dijo la señora Malfoy ajustando poco el corpiño decorado de su vestido de novia— Luego del banquete, llegará la noche de bodas. Tu lord esposo te quitará los pasadores y peinará tu cabello como su derecho de esposo.
Harriet observó el cepillo hecho de cerdas de unicornio y oro puro con el grabado de Crisantemos.
Su primera vista al callejón diagon los goblins le entregaron el cepillo y ella no supo para qué. Luego Hagrid tuvo la amabilidad de explicarles que muchas brujas de familias antiguas tenían la traición de cepillarse con ese tipo de cepillos hechos con magia de sangre para fortalecer sus núcleos mágicos que usaban el cabello como catalizador mágico.
Harriet leyó que solo dos hombres en su vida a parte de ella podía cepillar su cabello. Su padre o padrino y su esposo.
Sirius solo tuvo el privilegio por poco tiempo antes de morir y ahora ese derecho lo iba a tener Rastaban.
—Ya estas lista, cielo— dijo Narcissa viendo a su reflejo. Harriet observó a la impostora de su reflejo.
Cabello ordenado en recogido sobrio decorado pasadores de perlas blancas que había contraste con su cabello oscuro. Un vestido que vagamente recordó al usado por Grace Kelly (el vestido que siempre soñó Harriet.
—Hora de irnos— anunció Bellatrix. Harriet rezó a Circe de que esto acabará rápido.
En el banquete de boda Rastaban se tomó el tiempo de observar a su esposa.
La belleza de cabello negro estaba jugueteando con la única copa de champagne que se le había permitido por su edad.
Harriet lo miró levemente ruborizada y sus ojos verdes parecieron brillar misteriosamente que Rastaban interpretó como un brillo juguetón.
El primer baile de los novios sintió las pequeñas manos sobre su pecho. Noto que sus delgados dedos trazaban sobre la tela de su traje.
Luego del banquete Narcissa se llevó a Harriet a su habitación a la vez que los invitados se iban. Toda la ceremonia y banquete no dejaba de pensar en la frágil y delicada figura de muñeca que tenía su esposa.
Cuando se dirigió a su habitación para encontrarse con su esposa vio a Narcissa cerrar la puerta.
—Sé amable— dijo Narcissa con clara y amenazante— Es solo una niña.
—Ahora es mi esposa— contesto Rastaban caminando hasta la puerta ignorando a Narcissa.
Abrió la puerta y entró con su vista fija ante la delicada bruja sentada frente al tocador.
Ya no llevaba su elegante vestido de novia sino un camisón blanco con encaje gris. Harriet tenía la cabeza en alto y notó una leve sonrisa surcarse en los finos labios.
Rastaban se colocó detrás de ella y empezó a quitarle los pasadores de perlas. A medida que retiraba los pasadores montones de rizos negros caían sobre los hombros de Harriet.
Cuando la montón de perlas quedaron en el tocador, su esposa le pasó el cepillo que había utilizado por años.
—Haga válido su derecho, mi lord esposo — dijo Harriet mirándolo por el reflejo espejo.
Cuando tuvo el cepillo sintió la magia recorrer su manos. Con delicadeza colocó su mano izquierda debajo de su cabello y con su mano dominante empezó a cepillar desde las puntas subiendo poco a poco el sedoso cabello de Harriet.
A cada pasada que daba al cabello podía sentir la deliciosa magia de su esposa juguetear con sus dedos. Magia que gritaba seductora oscuridad.
Luego de haber cepillado por primera vez el cabello de su linda esposa, la tomó de la barbilla y la besó.
Al principio fue delicado y fue despacio pero a medida que su magia danzaba con la magia de Harriet la delicadeza se fue.
Sostuvo la pequeña cabeza detrás de su cabello mientras avanzaba a la cama.
Sentir a Rastaban Lestrange besarla combinada la magia oscura que él emanaba la dejaba totalmente mareada y no notó el momento que la había recostado sobre la gran cama con él encima de ella.
Harriet se asustó un poco cuando las ásperas manos de su esposo fueron hacia los tirantes de su camisón y recorrió sus hombros hasta quitarlo por completo y dejarlo a los pies de la cama matrimonial.
Se quedó congelada cuando las manos se posaron sobre sus senos expuestos y los empezó a masajear a la vez que sus labios se posaron en su cuello y empezó a besarlo con fuerza.
Pequeños gemidos se escapaban de su boca, no de pasión, sino de las sensaciones incómodas que sentía.
—Mi dulce esposa— gruñó Rastaban mirándola fijamente. Sus oscuros ojos brillaban similar a depredador ante su presa.
Harriet soltó un gemido más alto cuando las una de las manos de Rastaban se posó sobre su feminidad y se introdujo en ella. Con un segundo dedo empezó a prepararla para el momento de la cúpula.
Ella se sostuvo de los anchos hombros de él sin más que saber con sus manos.
Luego sé unos minutos de dilatación salió de su intimidad para luego posicionarse en medio de sus piernas. Cosa que llenó de terror a Harriet.
Cuando sintió a Rastaban Lestrange entrar en ella, Harriet sollozo al ser tomado por este hombre.
—Shhh, ya pronto pasará— la trato de calmar pasando sus ásperas manos por sus muslos. Harriet se armó de orgullo y detuvo sollozo, no iba a llorar.
Luego de unos minutos quieto, Rastaban se empezó a mover, Harriet respiraba fuertemente ante cada penetración.
Poco a poco él empezó a aumentar el ritmo. Harriet llevo sus manos a la espalda de Rastaban y pasó sus uñas por sus omóplatos bajando y arañándolo para darle dolor, pero el bastardo era un masoquista, ya que ante sus uñas clavarse en su espalda soltaba gruñidos de placer.
Luego de varios y largos minutos sintió como bajaba a la intensidad a sus embestidas.
Vio como él sonría al tiempo que un calor se instaló dentro de su intimidad. La calidad semilla de su esposo la inundó sin esperarlo.
Rastaban salió de ella luciendo orgulloso. Con un chasquido de dedos las velas que iluminaban la habitación se apagaban y él se acostaba a su lado tomándola de la cintura.
—Descansa, dulce Harriet— escucho Harriet ante de caer en un sueño profundo por el cansancio.
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Harriet potter
FantasyDigamos k es un universo alternativo de harry potter pero esta vez version mujer