Mujer agraciada.

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La taza de café reposa sobre la mesa mientras se consume el asqueroso cigarrillo entre sus manos. Una mujer de mediana edad, piel de porcelana, sus ojos con un vacío indiferente y llenos de una extraña angustia, sus labios apretados hasta no poder más, como si deseara aprehender palabras de rencor. Su vestido está un tanto maltratado, con un diseño tan sencillo como elegante; sus pies desnudos no pueden simular el hecho de que está hecha un manojo de nervios.
No puede parar de chocar repetitivamente los dedos contra la mesa, y sobre su anular descansa un hermoso anillo que indica su compromiso. El reloj marca más de media noche; ni rastros del hombre que le ha quitado la belleza jovial de antaño, o por lo menos ella lo ve así.

Al terminar el cigarrillo que hace poco fumaba para calmar las ansias, tomó el último sorbo de su café para dirigirse al espejo del baño; ahí está, después de tanto tiempo ha llegado sólo para ver cómo el paso de lo años y de las circunstancias han hecho estragos en su rostro. Tal vez a causa de las múltiples preocupaciones que ha sufrido en los últimos meses: su tendencia por llegar a altas horas con el pretexto de llevar la comida de cada día. Y ese no era el mayor problema, temía por que la dejara por una mujerzuela barata a la que no le importara que tuviese una hermosa esposa.

Él ha sido un escape para no ser la quedada de la familia, por su sangre corría un gen que hacía a las mujeres especialmente hermosas. Pero al contrario de su aspecto físico, una actitud insípida y orgullosa, tono altanero al hablar y cierto candor en cada palabra. Ella no era la diferencia.

Ante todo, lo que más le preocupaba era la vergüenza social que pasaría. Sus amigas la "apoyarían" al principio, sin embargo terminaría siendo el chiste que se cuenta sólo cuando en una reunión donde  comen galletas se comenta el fatal error de no venerar sus aburridas y banales vidas, por casualidad la última galleta es despreciada por todas aquellas que pretenden no engordar. Ariana es la única que aún no ha tenido un hijo de su esposo, después de 2 años de un matrimonio de reglas y tradiciones. La mujer había sido aburrida desde el comienzo.

Se lava la cara con el afán de quitar todo lo que ha plasmado el tiempo en su rostro, comienza a recordar que hace un par de años no era la anciana que hoy refleja el espejo. Su marido le propuso una vida feliz a su lado, sin embargo no le ha dado más que penas y una rutina asfixiante. Tal vez era la hora de darle fin, su única angustia era la opinión externa; encontraría la respuesta pronto.

Mientras tomaba las pastillas como loca, recordaba cada detalle de su vida, desde el momento en que descubrió que su vida no sería una profesional, al no tener lugar en el colegio deseado. El primer gran error de la vida, ahí en la sumisión y la desesperación se extendía una mano bondadosa que le ofrecía el apoyo que nadie había tenido hasta el momento, entonces lo conoció, su vida fue cambiando constantemente desde aquella ocasión. Su nombre es Fernando, en aquel lapso tuvo la sensación de haber querido a esa mujer desde siempre, al parecer tenía rasgos similares a los de una fémina del pasado.

Entre tantos sentimientos encontrados, Ariana supo de manera casi fantástica que ese sentimiento sería lo más parecido al amor que experimentaría en toda su vida, y nadie en su sano juicio dejaría ir a la persona más capacitada para hacerla feliz. Con el pasar del tiempo, conoció parte de él , y por ende, él conoció parte de ella, pero lo que había en cada uno se asemejaba a lo que siempre necesitaron pero jamás buscaron; pues ella había dejado de lado muchas de sus actitudes que la hacían ser tachada de altanera, con él era diferente.

Ariana parece recordar incluso el momento en que su compromiso fue consolidado al incrustar un particular anillo en su dedo anular hace exactamente 2 años, 6 meses y 3 días. Era una fecha especial en sus recuerdos, además de que siempre fue un tanto cuadrada cuando se trataba de fechas especiales. En el momento en que vio ese anillo como un pase de su soltería a una vida socialmente aceptable, su supuesto amor resultó no serlo del todo.

Mujer, ¿acaso no ves todo lo que te ama después de una eternidad?

Míralo, ahí, intentando tirar la puerta del baño, a pesar de haber tenido un par de aventuras, ninguna se asemejaba al amor de juventud que siempre te conservó con la esperanza de que cambiaras de parecer en muchos aspectos de su vida juntos... Tú eras el amor de su vida. O al menos, eso creía.

Epifanías de un naufragioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora