El relámpago

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Todo comenzó en la tarde de un viernes, lo recuerdo porque extrañamente la señora de las arepas encendió por primera vez la radio vieja que colgaba siempre de dos alambres de cobre y que se sujetaban de las vigas de la casa, era que no servía y el nieto había llegado a arreglar ese aparato polvoriento y desgastado.

- son las dos de la tarde de este hermoso viernes, hora de escuchar lo mejor de lo mejor, relájate y disfruta de la mejor música romántica de todos los tiempos-  decía el locutor, apenas se podía identificar entre la interferencia de la señal, la voz de un hombre aparentemente joven, con un timbre de voz peculiar que lo hacia el indicado para su trabajo.

- déjate conquistar con esta hermosa canción del maestro Nino Bravo, conocida por todos los amantes de la música como "un beso y una flor", ¡Suénala compadre!-
Mientras la música sonaba, entre todo el ruido que producía aquel aparato, las nubes empezaron a oscurecerse lentamente al tiempo que la brisa traía el presagio de la inminente lluvia y los viejitos ya empezaban a decir lo típico - ¡se viene el aguacero, nojoda!-
Y si, cómo es lo natural que en abril caigan esos aguaceros incesantes, todo el mundo empezaba a recoger sus cosas y colocar los baldes bajo las goteras para recoger el agua de lluvia. Mientras tanto, el viento se intensificaba cada vez más, levantando el polvo de las calles con toda la prisa del mundo. Yo apenas me sentaba a esperar mi arepita rellena de pollo como era mi costumbre después de salir de las clases de la universidad, ahí donde la vieja Berta, la señora que hace las arepas más ricas de todo el sector, con sus manos todas arrugadas y su cuerpo encorvado ya por el trajín de la edad, seguía preparando las mejores y más baratas arepas de todo el lugar, a la conveniencia de todos los que como yo, apenas y les alcanzaba para comprarse una arepita con el jugo de Corozo y luego dejar para los pasajes del bus. El olor de las brasas encendidas que se mezclaba con el olor a polvo y humedad que traía la brisa de quién sabe dónde solo tenía un nombre: Abril, si, si algo puede traer un recuerdo de ese mes, es ese inconfundible olor.
Ya habían sonado tres canciones románticas de esas viejitas que le gustan a mi papá, y con las que de seguro conquistó a mi madre que en paz descanse, sin embargo, la melodía se vio interrumpida nuevamente por la voz del locutor quien está vez daría alguna noticia.
- nos informan fuentes confiables que hay un fuerte vendaval golpeando las casas del barrio 'El golpiao' y ya muchas viviendas se han quedado sin techo, recomendamos a la comunidad mantenerse refugiados y no permanecer fuera, pues están cayendo rayos por doquier- y volvía a sonar la música.
- esa es la de siempre, se alarman por una brisita, esas casas ni si quiera tenían los techos amarrados- comento la vieja Petra. -menos mal que yo mandé a amarrar todo esto aqui- agregó.
Realmente se había oscurecido el cielo casi por completo, hasta daba terror levantar la mirada y ver cómo las bolsas plásticas iban volando sin ningún rumbo y los pájaros tratando de refugiarse en cualquier lugar, bueno, esos animales saben dónde ponerse seguros. Los árboles se estremecían hacia todos lados como queriendo irse de dónde estaban, mientras empezaba a gotear el cielo.
El puesto de la vieja Berta ya estaba lleno de estudiantes como yo, quienes con muchas carencias acudían allí para calmar el hambre y poder seguir con su día, entre todos, pude reconocer a Richard, mi compañero de clases, el que siempre interrumpía al profe para dar su punto de vista y agregar información extra que nadie, absolutamente nadie quería escuchar, el que siempre llegaba de primero y  se sentaba adelante. Traté de voltear el rostro para evitar ser reconocido por ese ser desesperante, pero fue inútil, el tipo se acercó adónde estaba y me dió dos palmadas en el hombro.
- que tiempón, ¿cierto?- dijo, a lo que respondí - ajá-
- ¿Que te pareció la clase de álgebra? El profesor se ve que es muy bueno, ¿cierto que si?.
Yo, quien después de haber deseado con ansias que se terminará aquella clase  para poder comerme mi AREPA, contesté: - ajá-
El tipo no dijo nada más y yo menos, solo quería mi arepa, ya el estómago me rugía como como tigre con cólicos, y ver el cielo tan oscuro, no ayudaba mucho.
La radio se apagó por un instante y hubo un momento de tranquilidad, la brisa dejo de soplar y todo se sentía muy calmado, solo se veían las nubes correr a toda velocidad en el cielo, se sintió paz por un instante. De un momento a otro, interrumpiendo todo lo que se podía interrumpir, un enorme haz de luz bajó del cielo a toda prisa, esa milésima de segundo es una imagen imborrable en mi mente. Y entonces ¡Kaboom!, no solo ciego sino también sordo, y apuesto a que todos los que estábamos ahí también, hasta el más valiente tuvo que haber gritado como mico, y en efecto todos gritamos casi al unísono, y es que jamás había visto un rayo caer tan cerca, ahí, en medio de las calles polvorientas, quien pensaría que iba a caer ahí, el azar y la suerte es algo que te explota la mente; pudo haber caído en un poste de luz, en una palmera, o incluso en la cabeza de Richard, pero cayó ahí en la mitad de la calle. El susto fue indescriptible, y la sensación que quedó después fue peor, el cuerpo me temblaba, la cabeza empezó a dolerme como si un rayo hubiera caído en frente de mi y el hambre se me desapareció por completo,  y no imagino cuánto más sufrió la vieja Berta, quien de un brinco volteó la parrilla y dejo caer todas las arepas al piso, inmediatamente todos los que estaban afuera se acumularon como cucarachas en el puestito de la vieja Berta, que por cierto, así se llamaba el punto: "La arepa vieja de la Berta", y no daré ninguna explicación del porque de su nombre, a todos nos gustaba esa arepa.

Después del rayo empezó a caer la lluvia, montones y montones de agua, a chorros, sin detenerse, por un momento sentí que se iba a acabar el mundo, pero no, apenas fue el inicio de una verdadera pesadilla.

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⏰ Última actualización: Feb 01, 2022 ⏰

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