Capítulo 1

6 1 0
                                    

 Termino de preparar la cena y sólo me queda esperar a mi padre, para terminar mi día con sus historias sobre los visitantes que llegaron hoy a Terra II.

 Yo nací aquí, en Terra II que es un increíble lugar para vivir, o eso es lo que todos dicen, debido a que la alternativa de volver a la Tierra no es muy atractiva, ya casi se había vuelto inhabitable cuando mi padre era un niño y no tenemos noticias de cómo estará ahora.

Mis días se resumen en una constante rutina: desayunar con mi padre, hacer las compras en el mercado, las tareas del hogar, ocasionalmente remendar o confeccionar alguna prenda, algo en lo que soy muy buena, hacer un poco de ejercicio y luego por las noches siempre espero que llegue papá para cenar juntos. Si no está muy cansado, le pido que me enseñe algunas de sus viejas técnicas de defensa. Aunque esté prohibido para toda mujer en Terra II cualquier tipo de entrenamiento, él de joven siempre me insistió en que era necesario saber defenderme, algo sobre una promesa que le realizó a mi madre, de que siempre me mantendría a salvo.

Aquí el aire es limpio, puro. La temperatura es cálida la mayor parte del año y los inviernos son intensos, crudos pero cortos. El agua compone un sesenta porciento del planeta, de la cual la gran mayoría es dulce, la fauna es escasa pero la variedad de frutas y plantas comestibles es muy extensa. Hay mucho terreno que falta explorar sin embargo, este planeta es un tercio mas grande que la Tierra y los humanos llevan aquí sólo algunas décadas. Técnicamente su planeta de origen aún está habitado por algunos pocos humanos, aunque vaya a saberse en qué condiciones.

 Podría decir que es un planeta agrícola en su mayoría, pocos son los campos que crían animales y muchos menos los que crían y entrenan Drakttos, mi padre dice que son parecidos a los lobos de la Tierra pero como si se hubieran cruzado con dragones y son casi del doble de tamaño. Son extremadamente protectores y leales a sus amos, casi tanto como son letales ante el peligro. Algunos son entregados a cambio de tecnología a los Vorkkar, una raza guerrera de la que mi padre me cuenta pocas historias, dice que no son sociables aunque si muy honestos y aterradores, lo que no dice mucho.

 El comercio con otras razas es importante. Muy importante. Existen diferentes ciudades, algunas más avanzadas que otras, otras todavía son llamadas asentamientos. La nuestra definitivamente se encuentra en el top de las mejores en cuanto a recursos y tecnología, pero en cuanto a sociedad hay mucho por mejorar. Algunas reglas son simplemente.. arcaicas.

Cuando la primer cápsula con humanos llegó aquí, estaban prácticamente de vuelta en la era de piedra, tuvieron que comenzar casi de cero. No era como si pudieran volver por materiales y recursos cada vez que quisieran, así que aplicando todos sus conocimientos comenzaron los asentamientos, que poco a poco fueron transformándose en ciudades, algunas de las cuales llamaron la atención de los planetas, o mejor dicho, razas vecinas para comerciar alimentos y semillas que en sus planetas escaseaban.

 Estamos excelentemente ubicados en una zona de gran tráfico espacial, por lo que muchas naves pasan a recargase por aquí, mi ciudad es la principal en proveer a estas naves. Gracias al buen suelo para trabajar, que se fue manteniendo generación tras generación.

 Mi padre se encarga de la carga y descarga de los buques y naves que descienden al puerto principal, por lo que a menudo se encuentra con diferentes razas y siempre sociabilizan con él, es imposible que alguien no seda ante la amistosa personalidad de mi padre. Sonrío al recordar la historia de cómo conoció a mi madre, esa fue la primera vez que alguien lo dejó sin palabras.

 Me encantaría poder acompañarlo y poder ver personalmente a todas las razas sobre las que me ha contado historias, pero las mujeres sólo pueden permanecer en los recintos de invernaderos o en sus casas, controlando el crecimiento de las plantaciones, controlando el riego, la iluminación, descartando las malas siembras, o simplemente cuidando de sus niños. Algo que no es muy agradable para mi, que heredé la personalidad y voluntad trabajadora de mi padre combinadas con la tenacidad y curiosidad de mi madre, aunque me cueste mucho aceptarlo, son las reglas.

 Escucho llegar a mi padre, lo que me saca de mis pensamientos pero cuando veo que no entra sólo y me doy cuenta de quien nos visita, se borra inmediatamente la sonrisa de mi rostro y recuerdo que día se acerca. Falta menos de un mes para mi vigésimo primer cumpleaños, lo que en esta sociedad significa que ya tienes edad para casarte, algo que no me emociona a mi pero sí al hijo de nuestro líder, Adrien.

 Es apenas unos años mayor que yo pero a medida que fuimos creciendo, nunca fue discreto sobre su interés en convertirme en su esposa. Título que era sumamente codiciado por muchas jóvenes ingenuas, pero yo era más lista que eso y tenía la ventaja de que conocía al verdadero Adrien, o estaría encantada por sus modales, su enorme casa y su posición en nuestra ciudad.

 Él quería una esposa sumisa que viviera encerrada en su casa, cuidando a sus hijos y encargándose del hogar para mantener su imagen política, mientras él podía hacer su vida como quisiera y sobre todo, con quien quisiera, puertas afueras y manejando los extraños negocios de su familia. Muchos sabían sobre los detrás de escena que se encontraban cubiertos como alojamientos o restaurantes, pero nadie hablaría sobre ello. Después de todo, los únicos que podían hacer algo al respecto eran ellos mismos y los que se encontraban involucrados.

 Estaba muy confundida sobre su presencia aquí, pero muy segura de una cosa.. jamás me casaría con él y eso iba a ser un hecho.

-Papá, ¿Qué hace él aquí? -pregunté dejando de lado los modales.

Adrien me miró levantando una ceja y sólo me dedicó una sonrisa.

-Ali, iba a preguntarte lo mismo. -mi padre me miro de forma expectante, luego miró a Adrien y yo no entendía que estaba pasando. Hasta que Adrien decidió abrir su boca.

-Alaia querida, me encontré con tu padre en la puerta y resulta que no le has comentado sobre nuestra charla de la semana pasada.. 

 Mi cara debía estar roja en ese momento, lo que era muy fácil debido a mi piel extremadamente blanca y al enojo que crecía en mi debido a la insolencia de este tipo.

 La semana pasada estaba realizando las compras cuando Adrien se apareció de la nada, había estado siguiéndome, lo cual no era del todo sorprendente para mi. Siempre aparecía para acosarme sobre nuestro imaginario futuro juntos y todo lo que tenía planeado para nosotros cuando cumpliera la edad suficiente. Y cada vez me limitaba a ignorarlo o simplemente decirle que eso jamás pasará, cosa que evidentemente para él no contaba, o decía que no sabía de lo que estaba hablando, como si por el simple hecho de ser el futuro líder, debiera caer rendida a sus pies.

Pero esta vez fue diferente, él estaba diferente, hablaba efusivamente de nuestra próxima boda, con ansias de que llegue la fecha y sin ningún interés en que yo esté dispuesta o no. Para él ya era un hecho. Me asustó por un momento pero lo descarté inmediatamente cuando volví a mis actividades. Hasta ahora..

-No hay nada de que hablar, te he dicho una y otra vez que no tengo interés en convertirme en tu esposa. -le dije lo más tranquila y claramente posible.

 Él siguió con esa sonrisa en su rostro. -Oh querida, pero tu no tomas esa decisión, por eso vine hoy a hablar con tu padre y resolver este pequeño.. inconveniente.. entre los que estamos verdaderamente a cargo. -se acomodó las mangas de su camisa y me miró con una expresión aburrida, como si esto se tratara de un negocio o una transacción más de su rutina. -Fue divertido todo el asunto del cortejo y los juegos pero me cansé de tus tonterías, ya estamos casi en la fecha y no puedo permitir que andes por ahí diciendo que no eres mía.

¡Es un idiota! -pensé- él simplemente no podía creer que mi padre fuera a permitir que me case con él, conociendo sus intensiones, siendo alguien que no soporto y mucho menos alguien que no es mi compañero. 

Miré a mi padre, que estaba muy calmado y serio ante la situación, no podía leer su rostro y eso me preocupó un poco, más aún cuando sus siguientes palabras no tuvieron ningún sentido para mi:

-Adrien, por favor entremos a mi despacho para hablar sobre esto, tengo algunas dudas y.. condiciones.

Mi cara debía ser de total incredulidad mientras veía ir a mi padre hacia su despacho, Adrien se enderezó con orgullo al oír sus palabras y me miró vencedoramente, como si supiera exactamente que resultado tendría esta visita antes de siquiera aparecer por aquí. Siguió a mi padre y yo me quedé en el comedor con el corazón totalmente acelerado y los nervios subiendo a su máxima capacidad. Mi padre no podría traicionarme así, verdad?


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 05, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

EINAR ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora