Durante toda su vida le habían hecho sentir a Camilo que no tenía nada de lo cual quejarse en esta vida.
Quiere decir, nació en el seno de la familia Madrigal, el matriarcado más famoso y poderoso del pueblo, la razón del encanto.
Sabía que muchos matarían por -ser un decir- la sola oportunidad de pertenecer a ella. Regocijarse y jactarse en la aquel privilegio.
Y a pesar de eso él a veces lo sentía como una maldición. Pero él no es capaz de decir eso en voz alta.
No es que no le gustase su familia, él ama a su familia.
No es que no le gustase su don, aquel regalo de había convertido en su vida, en la oportunidad de hacer y deshacer, de probar sin fin de características ajenas y adaptarlas en sí mismo.
Una oportunidad de encontrar a su verdadero yo.
Pero el encanto no era amistoso todo el tiempo. Mientras iba creciendo se dio cuenta que estaba perdiéndose a sí mismo.
Se vio envuelto en noches solitarias donde se abrazaba a sí mismo y se rendía ante las lágrimas por un poco de auto compasión. Camilo no sabía quién era.
No importaba que le mostrarán los múltiples espejos esparcidos por su habitación. Incluso habían llegado al punto de tener una fotografía suya en la cartera, en caso de un ataque imprevisto de la ansiedad que el encanto generaba.
Trastorno de personalidad.
No era el único que sufría de cuadros ansiosos o incluso depresivos en la familia, lo sabía perfectamente. Sabía que había integrantes de la misma con episodios más fuertes que los suyos.
Pero ser conciente de eso no hacía su situación menos dolorosa.
Un poco de ese peso disminuyó sus hombros cuando casita se vino abajo, junto con todo lo que la familia había hecho durante décadas.
Los océanos se alzaron y el imperio cayó.
Y entre todos construyeron cimientos más fuertes y seguros en aguas más pacíficas.
Todos conservaron su regalo, y sin embargo: Isabela había aprendido ser perfecta a su manera, Luisa no cargaba más peso sentimental, Su hermana, Dolores, había encontrado paz en su mente, Antonio y Mirabel se veían cada día más radiantes con su nueva posición dentro de la familia. Incluso su madre se veía más tranquila, menos ansiosa.
Y él, él estaba luchando día a día por encontrarse, sintiendo que daba pequeños, diminutos pasos día a día. Y eso era lo suficiente para hacerlo sentir feliz. Sonreía con sinceridad, se divertía de verdad y por un tiempo creyó que todo había caído exactamente donde debería estar desde un principio.
Hasta su abuela parecía caminar más ligera del brazo de Bruno.
Bruno, aquel hijo que había ignorado por una década entera. El hombre que parecía haberse adaptado perfecta y rápidamente a la familia. Cada vez era menos raro.
Un poco hipócrita por parte de toda su familia. Él tenía que decir la verdad, alguien se tenía que sincerar por la situación dentro de la familia y ese era él.
“¿No creen que la situación es incomoda? “ Había cuestionado a su parentela justo a la hora en la que disfrutaban de sus alimentos nocturnos. Apenas había dejado salir aquella pregunta el ambiente en el comedor había reducido intensamente.
Su mamá rio nerviosa y comenzó a pedirle disculpas a su tío en su nombre, mientras que los demás hablaban al mismo tiempo sobre el tema.
No, no había nada incomodo según su familia. Y mucho menos pensaban que tenían que ofrecerle una disculpa a Bruno por todo lo que habían dicho sobre él, por todo lo que le habían hecho creer sobre él.
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Nomeolvides (Camilo x Bruno)
Fanfiction"Hiciste crecer flores en mi pecho y eso es hermoso."