Capítulo 4. El chico nuevo.

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🔞Advertencia +18🔞 ya saben que esta historia contiene este tipo de escenas, sólo los prevengo por sí tienen alguna incomodidad al leerlas, deslicen hasta llegar a las estrellas y ya no habrá problema☺️

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     Me hundía en él con voracidad y agradecí por haberme cambiado de ropa. La falda era suelta, se podía manipular sin problema y era lo único que llevaba puesto en este momento. Ronald echaba la cabeza hacia atrás mientras se movía dentro de mí y maldecía por debajo con gruñidos excitantes. Era tan sexi verlo así, su camisa desabotonada mezclada con sus abdominales y sus pectorales tensos eran el mismísimo infierno.

     Crucé mis brazos sobre mis pechos, pero Ronald tomó de mis muñecas y las quitó de golpe.

     —No te cubras, eres hermosa —dijo en voz gutural, me repasó con su mirada de arriba abajo y luego volvió a mis ojos—. Conmigo no tienes que ocultarte, me gusta verte.

     Se inclinó y mis pechos ya estaban en su boca provocando que gimiera de placer; mi excitación subía, mis deseos más ocultos salían a la luz con el propósito de ser cumplidos.

     Ronald me embestía con ambas manos sujetas a mis caderas, jaló de mi cabello para tener acceso a mi cuello y penetrándome más profundo.

     —Ronald... —gimoteé ruborizada y sudorosa.

     —Eres tan sexi, Aurora. Sigue moviéndote. Eso... así... —arrugó su nariz y echó la cabeza hacia atrás—, carajo...

     Su voz aterciopelada eran órdenes para mí, me tomó de los brazos y los colocó detrás de mi espalda para seguir moviéndose. Mordía mis pezones y como respuesta grité. Me tenía inmóvil y no paraba de entrar en mí, cada vez más rápido y sin piedad.

     —Mírame —prorrumpió Ronald y lo hice, estaba tan fuera de mí que apenas podía escucharlo, no quería que esto parara, con una mano me tomó del cuello y puso algo de presión para atraerme a él y besarme desenfrenadamente—. Me encanta hacerte gritar, así sabes a quién le perteneces —gruñó sin dejar de verme con sus intensos ojos convertidos en llamaradas azules—. Quiero verte terminar.

     Me deshice en mil pedazos ante sus palabras, disfrutando de la sensación que me invadía en el punto álgido de mí orgasmo. Escuché como profería gemidos roncos sin detenerse. Entró en mí por última vez para estallar, su cuerpo se estremeció y lo besé con violencia mientras dejaba salir todo su placer.

     Me abrazó a él y yo me concentraba en recuperar mi respiración normal, sin darle importancia a mis piernas temblorosas.

     —Joder, me vuelves loco.

     Me ayudó a sentirme sobre su regazo, me colocó el sostén delicadamente, me pasó el suéter por encima de mi cabeza y brazos para deslizarlo. Acomodó mi falda con decencia y escuché como subió el zíper de sus jeans.

2º COLISIÓN: para siempre te protegeré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora