La boda/litcko

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Ignacio

Espero en el altar mirando a todas las personas que vinieron a acompañarnos, en primera fila están nuestros padres, luego nuestros amigos más cercanos y por ultimo familiares no tan cercanos a los que invitamos  más que nada porque la mamá de Mauro y la mía así lo querían. 

De pronto la música comienza a sonar e instintivamente dirijo mi mirada hasta el final del pasillo, ahí estaba él. Caminaba pausadamente del brazo de su padre, cuando sus ojos color esmeralda chocaron con los míos, una corriente eléctrica me atravesó de pies a cabeza. 

Estaba precioso y él lo sabía, igual que la primera vez que lo vi. Entonces los recuerdos desde el momento en que lo conocí hasta ahora me invadieron y como si fuese una película se empezaron a reproducir en mi cabeza, la primeria cita, el primer beso, la primera discusión, la primera reconciliación, todo.

 Salí de mi ensoñación cuando el se paró frente a mi, se le notaba nervioso y le sonreí para tranquilizarlo. 

Entonces el padre de la iglesia comenzó con el discurso. 

- Queridos hermanos, estamos reunidos aquí para presenciar la unión de estas dos almas...- entonces dejé de oír, me concentré en el rostro del que próximamente podría decir (con mucho orgullo) que es mi esposo.

Entonces comencé a preguntarme, ¿Cuándo fue que caí por él?. 

Pudo ser tal vez en el momento en que sus ojos conectaron con los míos por primera vez y supe que no quería que pudieran ver a otro que  no fuese yo o pudo ser cuando tomé su mano por primera vez y me di cuenta de que no importaba nada de lo que pasara, que si seguía sosteniéndome de esa manera, podría con cualquier cosa, incluso pudo ser el primer "te amo" que salió de sus labios, entonces sentí que podría morir como el hombre más feliz de este planeta, porque el me amaba y entonces ya tenía más de lo que había pedido. 

Llegó el momento de los voto y escuché atentamente lo que me iba a decir. 

- Yo Mauro Monzón, te recibo a ti como esposo y me entrego a ti, "quiero amarte durante toda mi vida e incluso después de esta prometo seguir haciéndolo, te agradezco por todas las cosas maravillosas que has hecho por mi, por amarme más de lo que pensé que podrías hacerlo, por estar ahí para mi siempre que necesité a alguien, por enseñarme lo que se siente amar incondicionalmente a alguien, por eso y por muchas cosas más puedo decir que te amo como jamás voy a amar a nadie y nada podría hacerme más feliz que pasar el resto de mi vida compartiéndola con la tuya" - entonces su voz estaba quebrada y pequeñas lagrimas rodaban por su rostro. 

- Yo Ignacio Spallati, te recibo a ti como esposo y me entrego a ti, "prometo cuidar tu respiración a mitad de la noche, ser tu refugio cuando sientas que todo es un caos, quedarme horas escuchando la misma historia que te marcó, calmarte cuando tus demonios se apoderen de ti y tu corazón no sepa a donde ir , prometo cuidar  esa pacifica sonrisa, ser tu salvavidas cuando seas un mar de lagrimas, jamás soltar tu mano para ser cómplice de nuestro mundo lleno de locura, contradecirte hasta estresarte, llenar cada vacío con un abrazo , entonces prometo amarte hasta el otro mundo... - hice una breve pausa y le sonreí - y seamos sinceros, yo no soy de prometer, pero tu siempre serás la excepción a todo"- me miraba mientras sonreía. 

- Puede besar al novio - dijo la voz del cura. 

Entonces lo atraje hacia mi por la cintura y lo besé con todo el amor que tenía. 

- Te amo tanto - me susurro aún sin despegar por completo su rostro del mío. 

...

Después de la ceremonia vino la celebración y muchas fotografías, hasta este momento en el que estábamos en puerta de nuestra casa. 

- Se que es un cliché, pero quiero hacerlo contigo - lo tomé en mis brazos y atravesamos el umbral. 

Caminé con él hasta nuestra habitación y lo dejé suavemente en nuestra cama. 

Me acercó a el y me besó, me acomodé sobre él sin dejar caer todo mi peso, el beso fue subiendo de intensidad y las caderas de Mauro hacían una peligrosa fricción entre nuestras intimidades que estaba tirando la poca cordura que me quedaba al tacho de la basura. 

Me separé y comencé a desvestirme, el imitó mis acciones. 

Volvimos a besarnos y sentado en el borde de la cama con el encima de mi moviendo sus caderas, rompí el beso para acercarme a su oído y decirle: 

- Se que es nuestra noche de boda, pero no voy a ser gentil contigo - cuando las palabras abandonaron mi boca un gemido escapó de su garganta. 

- No quiero que seas gentil conmigo - respondió.

Solté un gruñido y le mostré tres dedos, en seguida se los llevó a la boca y comenzó a chuparlos hasta cubrirlos de su saliva. 

Cuando estuvieron lo suficientemente lubricados, los saqué de su boca y cambié de posiciones dejándolo con su espalda pegada al colchón, su carita suplicando que ya no lo hiciera esperar y sus piernas abiertas para mi. 

Tantee su entrada e introduje un dedo, lo moví lentamente durante una rato, hasta que entre gemidos, me pidió otro, el segundo dedo se abrió paso en su interior y tiró su cabeza hacia atrás, luego de eso metí el tercer dedo, los dedos de sus pies se enroscaron y los gemidos se hicieron más fuertes. 

- Ya está, te necesito a ti - dijo con la voz entrecortada.

Saqué mis dedos, alinee la punta de mi miembro en su entrada y de una sola estocada estuve dentro de él. 

- ¡Dios, sí! - gimió cerca de mi oído. 

Dirigí una mano a su desatendido miembro y con mi boca estimulé sus pezones. 

- ¡Mati! - gimió y supe a había dado con lo que buscaba. - ¡Ahí, justo ahí! - volvió a gemir. 

Todas mis embestidas iban al mismo punto, me apretaba tan deliciosamente que estaba haciendo un gran esfuerzo por no correrme aún. 

Tomé una de sus piernas y la coloqué sobre mi hombro.

Todo lo que se escuchaba eran gemidos, jadeos y el delicioso sonido que producía el choque de nuestras pieles. 

Me concentré en las muecas que hacía producto del placer y unas cuantas embestidas más tarde me vine con su nombre en la lengua y el con un gemido que casi sonó como un grito. 

Después de unos cuantos segundos en los que recuperé la respiración, salí de él y me recosté a su lado. 

- No lo dije en la iglesia, pero un fuerte motivo para casarme contigo es lo bueno que eres en la cama - me dijo y soltó una risa coqueta. 

Cruzó una pierna por encima de mi regazo y se montó en mi cadera.

- No hubiese sido apropiado mencionarlo allí - dije algo agitado por el vaivén de sus caderas sobre las mías. 

- Lo sé, pero ahora no quiero hablar - suspiró sin dejar de moverse - o ¿ya estás cansado?.

- Nunca me podría cansar de esto - respondí 

- Era justo lo que quería escuchar - me dio una sonrisa y se abalanzó a besarme.      

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⏰ Última actualización: Jan 22, 2022 ⏰

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