ADAPTACIÓN: Donde Chan no se puede dar cuenta de la hermosa rosa que posee entre sus manos; y prefiere un diente de león que pronto se irá con el viento.
❝ ¿Estás seguro de que no estás loco?
¿Por qué estás dejando al hombre hermoso aquí? ❞
• angst;...
Mi boca está cerrada, sin dejar escape al humo que se encuentra encerrado dentro de ella. La abro con lentitud y dejo en libertad el humo del cigarrillo, que vuela frente a mis ojos. Suspiro un poco, antes de volver a dar una última calada y ver de nuevo el infinito que tengo frente a mí.
La noche es muy oscura y unas cuantas luces débiles la acompañan. Me recuesto un poco en mi tejado y ya no veo la ciudad, sino al mar oscuro del cielo. Suelto el último humo de mi boca y mis pupilas se centran en la única estrella que veo esa noche. Frunzo un poco el ceño, porque siempre, en esa misma dirección, siempre hubo dos estrellas un poco separadas, pero juntas a fin de cuentas. Ahora sólo hay una.
Suspiro con mayor fuerza al recordar cuando Minnie y yo veníamos a este lugar, cuando él se quedaba a dormir; siempre con una taza de chocolate en mano. ¿Hace cuánto tiempo no estoy aquí?
Quizás, desde mucho antes que termináramos...
Siento un poco de frío después de una oleada de aire. Veo la hora en mi celular y me doy cuenta que son las tres de la madrugada con cinco minutos, de seguro MinHo no tardará en llegar.
Me vuelvo a acomodar en mi sitio, ahora abrazándome a mí mismo. Espero un poco más y escucho como alguien sube las escaleras y se adentra a mi habitación. Escucho que se tropieza con algo, tal vez lo rompió pero la verdad no importa.
—Chan, ¿Dónde estás? —escucho la pregunta de MinHo y sonrío un poco.
Me deslizó por el tejado y asomo mi cabeza por la ventana, veo a MinHo dándome la espalda, viendo hacia todo las direcciones.
—Aquí estoy —le hablo con un tono de voz baja. Él se volteó, sonrió un poco y caminó hacia mi dirección.
Me vuelvo a poner en mi sitio y, cuando veo, el ya está al lado mío. Los dos nos mantenemos callado, aún cuando yo le llamé un poco antes de las tres, para que viniera a hablar.
El silencio se prolonga unos minutos más, que fue roto por él.
—¿Hablaremos o solo me llamaste para observar la vista? —me quedo callado y echo un suspiro al aire.
—Calma, hablaremos, pero espera un poco más.
Él ya no dijo nada y mejor se acostó, viendo la misma dirección que yo. Me gusta que me comprenda, cuando quiero hablar o cuando quiero silencio.
Un par de minutos pasaron y creo ya era el momento.
—¿Has hablado con SeungMin sobre él y yo? —y, aunque no lo veo, siento que niega con la cabeza—, que bueno, porque lo quiero hacer yo.
Trago un poco de saliva y siento como mi cuerpo tiembla, ya no por el frío, sino por lo nervios; es la primera vez que hablo de esto con alguien.
—SeungMin y yo fuimos novios —hago un pequeña pausa al sentir como un nudo se forma en mis palabras— y lo engañé.
Mis ojos ardieron y mi boca se secó, me duele hablar de esto, pero esta es mi realidad.
—¿Por qué? —su voz salió débil, tal vez aún está procesando lo que dije.
—Porque.... Porque... No lo sé, soy un idiota; yo ni siquiera quería a esa chica —mi sangre hierve y aprieto mis puños, la culpable de todo esto es ella.
MinHo se quedó callado, aún mirando el cielo y teniendo su mirada fija en nada. Mientras que mis lágrimas empezaron a caer con rabia de mi rostros; ya no quiero callar.
—¡Pero lo siento tanto! —mi voz se escuchó en gritos y rota, como todas la noche que recuerdo lo estúpido que fui— ¡Yo... Yo haré todo lo necesario para que Minnie me perdone! Lamento tanto él que lo haya lastimado.
Sollozos ya salen de mi boca y una llama grande quema en mi pecho; mis lágrimas me arden y mis sentimientos me apuñalan. Me duele mucho y me estoy destruyendo; soy débil, lo admito, pero me volveré fuerte, porque eso es lo que se merece Minnie; merece que yo vea la realidad y la enfrente para que luche por él.
MinHo me mira expectante y un ligero brillo se coloca en sus ojos, me sonríe y me abraza por lo hombros.
—Estás haciendo lo correcto y eso se valora, ¿Entiendes? —me habla, mientras que yo aún me aferro a su camisa—. Sí, cometiste un error, ¿Pero quién no lo ha hecho? Y me alegro que comprendas que cometiste un error, porque no muchos la aceptan.
Primer paso para el perdón de Minnie:aceptar mis errores.
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