Catorce de febrero, un día normal para algunos, para otros solo una pérdida de tiempo y para el chico peli negro el día más esperado.
Samuel llevaba planeando darle sus chocolates caseros a aquel chico del cual llevaba enamorado cuatro años. No se atrevía a confesarse, tenía miedo, no quería que empezaran rumores que le perjudicaran, le amaba demasiado y no quería que ese amor le dañase.
Sonó el despertador, pero el pelinegro ya se encontraba preparándose para la escuela, lo apagó y prosiguió con lo que estaba haciendo. Desayunó, saludó a sus padres y se fue camino a la escuela. Entró por la entrada principal encontrándose con poca gente ya que siempre llegaba temprano, no le gustaba la impuntualidad. Se sentó en su sitio y esperó, sabía que los chocolates estaban en su mochila, y cuando viera la oportunidad se los daría, costase lo que costase. La clase comenzó, ahora a elegir la mejor estrategia de las que ya llevaba pensadas para darle los chocolates y declararse, lo tenía decidido, no se acobardará más. El profesor llegó, buscaría su oportunidad en el recreo. Este llegó sin incidentes, se veía a parejas intercambiarse sus regalos, declaraciones por doquier, alegría y tristeza se respiraba en el lugar. Tras dar unas vueltas vio a Rubén a la lejanía, rodeado de mujeres de todos los cursos. Samuel se ocultó tras una pared, pero desde donde podía verle perfectamente. Rubén estaba en compañía de sus amigos, Mangel y Alex, igual de famosos que su mejor amigo. Los tres recibieron gran cantidad de chocolates y regalos. Sonó la campana, no había podido darle los chocolates, pero lo intentaría en la salida, ahí sí lo conseguiría.
La campana final no se hizo esperar , recogió todos rápidamente y se precipitó hasta la salida, debía llegar antes que él. Al llegar se resguardó y esperó a ver al hombre que tanto amaba. Esperó y esperó, y tras unos 15 minutos le vio salir rodeado de mujeres, no le dejarían en paz. Cada vez más veía sus posibilidades menguar, no conseguiría encontrarlo solo, decidió irse, no merecía la pena quedarse allí. Caminó y caminó, cabizbajo, y eso le ayudó a chocarse con alguien.
- Disculpa -dijo Samuel, sin ver con quien había chocado.
- No te preocupes -Samuel al escuchar la voz de la persona levantó la mirada y ahí lo vio, a Rubén mirándole con preocupación- ¿Estás bien?
- Sí, sí, pero podría hablar contigo un momento -preguntó con timidez.
- Por supuesto Sam.
- ¿Cómo sabes mi nombre?
- Conozco a todos en el instituto.
- Entiendo
-¿Qué querías decirme? -preguntó con cierta curiosidad.
- Quería darte esto -Samuel buscó en su mochila y sacó los chocolates que había preparado con tanto esmero. Rubén se veía sorprendido ante esto.
- Vaya esto es muy inesperado -dijo con sorpresa en su voz.
- No quiero que me respondas, solamente quería que lo supieras y así poder desahogarme, ahora me iré si me disculpas -al querer irse Samuel se sintió mareado perdiendo el equilibrio, pero Rubén, justo a tiempo, pudo sujetarle.
- SAMUEL, SAMUel, samuel..........samuel, samuEL, SAMUEL
Vegetta escuchaba la voz de Rubén distanciarse cada vez más, mientras otra voz que le era conocida comenzaba a resonar con más fuerza.
Le costaba abrir los ojos, la luz era demasiado fuerte y volvió a cerrarlos, al rato lo intentó de nuevo, y ya pudo acostumbrarse a la claridad, miró a su alrededor y allí estaban sus padres junto a personas con bata blanca, observándome fijamente. Intente hablar pero no podía, y parecieron darse cuenta porque me acercaron un vaso de agua, bebí y volví a intentarlo.
- ¿Dónde estoy?
- Estás en el hospital -dijo su madre con una mirada de preocupación.
- ¿Qué hago aquí?
- Tuviste un accidente -miró a los médicos y estos asintieron- hace 4 años.
- ¿Qué? Pero y ¿Rubén? -dijo Samuel con gran confusión.
- ¿Quién es él cariño? -dijo con confusión.
- Estaba con él hace un momento -Samuel no entendía nada, lo intentaba pero no conseguía razonar.
- Esto es raro que suceda, pero algunos casos hemos tenido. Vuestro hijo a soñado con su alma gemela -dijo el doctor con algo de fascinación en su mirada.
- ¿Existen las almas gemelas? -preguntó Sam con curiosidad.
- Por supuesto, pero encontrarlas es muy difícil, si recuerdas su rostro pueda ser que algún día lo encuentres cuando te recuperes y vuelvas a tu vida normal.
Al pasar los días Samuel seguía pensando en Rubén, se había enamorado de él mientras soñaba, y si el doctor tenía razón, esperaba encontrarlo alguna vez. La rehabilitación se hacía eterna, pero merecería la pena, esperaba volver a caminar de nuevo pronto.
Pasaban los meses y la recuperación iba de a poco, aún necesitaba algo de ayuda para caminar pero por momentos se podía ayudar de las muletas. Ese día quiso ir a hasta el jardín del hospital para poder respirar aire fresco. Se sentó en un banco y miró alrededor suyo, la mayoría de personas eran mayores acompañados de enfermeros. Allí de pie lo vio, a Rubén, en carne y hueso, no podía apartar la mirada hasta que Rubén también se volvió hacia él y conectaron miradas.
Rubén llevaba ya tiempo soñando con un pelinegro, no sabía donde lo había visto, solo recordaba haberlo visto en sueños. No encontraba información suficiente que satisficiera su latente curiosidad. No entendía porque dicha persona se le aparecía en sueños, pero poco a poco no fue quitando su importancia, cada vez que se iba a dormir deseaba encontrárselo en sus sueños, sin saberlo se iba enamorando de él, cada vez más. Rubén era voluntario en el hospital para hacer compañía a los enfermos, desde la mañana se sentía nervioso, no sabía el motivo, pero al girar la cabeza y cruzar miradas con Samuel lo entendió todo.
Rubén se fue acercando a Samuel, quería hablar con él, preguntarle. Samuel, por su parte, estaba perplejo, no esperaba encontrarlo tan rápido.
- Hola -dijeron ambos al mismo tiempo.
- Samuel ¿cierto? -éste asintió.
- Rubén ¿cierto? -éste asintió.
- Espérame aquí un momento, no tardo -dijo algo apresurado Rubén.
- De acuerdo, aquí te espero -respondió con confusión Samuel.
Como lo dijo Rubén tardó muy poco en llegar, y llevaba algo oculto en su espalda.
- Aquí tienes -Rubén le mostró a Samuel unos chocolates- hoy es San Valentín, y hace un año me habías dado tu unos, aunque fuera en sueños, ahora te los doy yo.
- Gracias, de verdad gracias -Samuel no pudo contener las lágrimas y Rubén al notarlo le abrazó.
- ¿Qué te parece conocernos en persona a partir de hoy?
- Sí, sí, me encantaría -la felicidad desbordaba a Samuel- gracias por encontrarme.
- Gracias a ti, por dejarte conocer, estaré aquí para ti y te protegeré.
Os preguntaréis ¿qué pasó al final con ellos? Pues es una respuesta sencilla. Al año siguiente comenzaron a salir, y cinco años después se casaron, sorprendente ¿verdad? Pues no, su amor era tan grande que consiguieron pasar por todos los obstáculos que la vida les había puesto, ahora si, lo único que les separaría sería la muerte, o es lo que los demás se creen, yo estoy segura que después de la muerte se reencontrarán para estar juntos para toda la eternidad.
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LE CHOCOLAT
FanfictionHa llegado San Valentín, día de felicidad y amor para unos, y de indiferencia y tristeza para otros. Samuel lleva enamorado 4 años de su compañero de clase Rubén, quién es el chico más popular de la escuela. Quiere entregarle un chocolate hecho por...