Hora del nuevo estudiante, segunda hora.

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Cuando se asomó por la ventana y vio el lluvioso día, su humor dio un vertiginoso subidón, así que saltó un poquito con una sonrisa en la cara y se metió a bañar, secándose con rapidez tras apreciarse un par de minutos en el espejo.
Buscó en su closet una falda gris muy parecida a la del uniforme con una camisa blanca normal y se vistió rápidamente, guardando el uniforme original en su mochila, ¿por qué?

Porque iba a mojarse.

Metió los libros necesarios en una bolsa plástica dentro de su mochila, se colocó los zapatos y bajó rápidamente a la cocina.

Su padre había empezado a quedarse a dormir, viviendo técnicamente allí, y tras una semana logró pillar el truquito para no cruzárselo, así que ahora se levantaba más temprano y hacía todo más rápido, teniendo que desayunar de camino al insti para no tener que verlo. Así que antes de que siquiera se levantaran ya estaba fuera, y llegaba mucho antes que ellos por lo que se encerraba apenas escuchaba voces, gritando un saludo.

No había podido hablar con su madre gracias a esta nueva rutina y Karma tampoco iba a su casa, ya que quería evitarle un momento desagradable al chico.

Se hizo un sándwich y se guardó rápidamente un chocolate para comer en el receso, con un zumito y el desayuno. Le pediría permiso al profe para comer en el salón.

Justo se dirigía a la puerta cuando se abrió la puerta del cuarto de su madre. Miró el lugar, encontrándose a su padre con los brazos cruzados y expresión dura frente a la madera. Cuando lo vio abrir la boca, tomó su mochila y salió corriendo por la puerta, negándose a escucharlo.

Sintió las gotas de fría lluvia caer en su cuerpo, mojándola lentamente mientras ella se desplazaba rápidamente hacia el metro. Sonrió ante la sensación, sintiéndose malditamente feliz por estar bañándose en la lluvia como cuando tenía 10 y corría junto a sus primos por quién se metía bajo el chorro de agua que salía de las tuberías de los vecinos. Corrió con la risa en los labios, imaginando a sus pequeños familiares ir tras ella, con gritos infantiles y risas escandalosas.

Logró llegar al metro antes de que cerraran las puertas de este, jadeando por aire mientras la gente se alejaba, intentando no mojarse.

Se bajó unos quince minutos después, caminando bajo la lluvia hasta el recinto en el que estudiaba, en el que el patio estaba desierto y quienes pasaban por allí lo hacían con sombrillas o corriendo. Al subir la montaña, sintió la tentación de usar el río de barro que bajaba por ahí como tobogán y ensuciarse como una niña pequeña, pero retuvo el impulso y se prometió hacerlo cuando bajaran, si estaba de humor.

Repentinamente, le dieron ganas de llorar, y solo dejó sus sentimientos fluir mientras se reía de sí misma, sin entenderse ya. ¿En qué momento las cosas empezaron a torcerse de esta manera? Se preguntó, irritada. Incluso, en algún momento de la semana su profesor le había preguntado qué pasó porque en los controles sus notas estaban entre el 65 y el 70, bajando su promedio de manera abrupta y repentina, y no pudo hacer más que prometer mejorar para los finales, con toda la irritación del mundo porque ella tampoco estaba feliz con sus distracciones y no podía permitirse bajar sus calificaciones, frustrada por su mal rendimiento a causa de la llegada de su padre.

Además, la mirada que le había dedicado su madre hace unos días seguía grabada en su cerebro, y no quería recibir otra igual cuando viera sus calificaciones. No quería darle el gusto a su padre tampoco.

Al llegar arriba, dejó su mochila en el recibidor de madera y volvió a pararse bajo la lluvia, con la estúpida esperanza de que si se quedaba un poco más se llevaría sus problemas. Suspiró y se quitó las lágrimas calientes de su rostro frío, sonriendo de nuevo para sí midma. Tú puedes, TN. Y lo sabes. Tú siempre sales de este tipo de situaciones, y esta no será la excepción, se dijo, lamiéndose los labios.

Mitades Complementarias || Karma Akabane Donde viven las historias. Descúbrelo ahora