La noche había caído tan de golpe fue como si el día estuviera corriendo una maratón, hacia ya unas horas que Elizabeth vino a curar mi mano con lo que entendí, una mezcla de cuarzo blanco con unas hierbas, me lo unto en la mano y la vendo con una gaza.
Agradecía que hubiera un baño porque no quería salir de la habitación y me aterraba la idea de dejar solo a Blake y que algo malo le pase.
Él todavía seguía en estado inconsciente, no se había movido en lo que llevaba del día, no emitió ni siquiera un ruidito. Lo único que se movía era su pecho al respirar pero nada más, por otra parte, estaba yo, sentada a su lado contándole cuantas idioteces se me ocurrieran, hasta le conté un cuento.
— ¿Puedo pasar? — pregunto Evan desde la puerta. Asentí —. Te traje un poco de café, creí que lo necesitabas —dijo pasándome una taza humeante.
— Gracias —agradecí tomando la taza algo sorprendida por su amabilidad.
—Sabes, yo… — inició dudoso — no me siento cómodo con esto, creo que jamás lo he hecho —rió nervioso tirando de sus cabellos, lo que sea que fuera a decir se notaba que le costaba —. Bueno, lo siento —finalizó. No sabía de que se disculpaba.
—No entiendo — le hice saber mi desconcierto.
— Ya sabes, no soy de esa clase de sujeto que es agradable con todo el mundo, no me gusta conocer gente nueva y menos tratarlas, en fin, admito que fui un idiota contigo al hacer comentarios hirientes cuando buscábamos a tu hermano y antes de eso también. Por eso y todo, lo lamento de corazón —apenas logré entenderle de tan rápido que habló.
—Disculpas aceptadas —le sonreí —. No le pusiste veneno, ¿verdad? — intente bromear apuntando el café en mis manos.
— Ay por favor, ya es suficiente con que venga a disculparme y bromeas con eso —dijo pasando los dedos por su frente.
— Lo siento —me disculpe divertida por su actitud — ¿Por qué hay tanto movimiento afuera?— pregunté viendo por la ventana como pasaba a cada minuto un sujeto afuera.
— Ya sabes, por todo el lío con ese lobo. Alexander llamó a algunos Guerreros para que ayuden a la Manada a investigar y los otros cuidan la casa —explicó mientras le daba sorbos a mi bebida.
—Escucho que hablan de Guerreros pero no tengo idea de quiénes son— le hice saber mi duda.
—Resumiendo, los Guerreros son el equipo de batalla. Los vampiros más experimentados en combate. Los lobos tienen a La Manada y nosotros a los Guerreros — explicó.
— Vaya, que interesante y ¿hasta cuándo estarán por aquí?
— Supongo que hasta que las cosas mejoren o sepamos a qué nos enfrentamos. Ahora llegó alrededor de una docena, sí las cosas empeoran, esperemos que no, llegaran más Guerreros en los próximos días o cuando se los llegara a necesitar.
— No sabía que los vampiros fueran así de unidos en situaciones cómo esta — medité.
—De lo que se dice unidos no lo somos, es decir, cada grupo de vampiros hace de las suyas respetando las reglas. Hay otros que no respetan las normas y las infringen pero son castigados por ello. En este caso, mi padre es hijo de uno de los gobernantes.
— ¿Sería como un rey? — pregunté intrigada llevándome la taza a los labios.
—Algo parecido, sólo que nosotros tenemos dos reyes. Mi abuelo y el padre del mejor amigo de mi padre.
— Entiendo — respondí —. Eso significa que ustedes forman parte de la nobleza, son como los príncipes de las tinieblas — bromee y el vampiro a mi lado soltó una carcajada.
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Guerra de Sangre
FantasyAres Anderson, una joven híbrida de 19 años ha vivido como una humana común y corriente toda su vida. Su hermano, Blake Anderson se encargó de que no sintiera ni la más mínima curiosidad por saber qué contiene su otro lado sobrenatural. William Ivan...