Los días se convirtieron en meses y, antes de que nuestra Mavka pudiera aclarar sus ideas sobre Deimos, se encontró a sí misma estudiando para los exámenes finales.
El sonido de la lluvia hacía eco por la oscura habitación, los truenos hacían temblar las paredes y los rayos iluminaban la pequeña figura que dormitaba sobre los apuntes de clase.
Se revolvió incómoda, sintiendo como cada músculo de su cuerpo se tensaba ante la escena frente a ella.
Había abandonado la seguridad de su habitación y se encontraba en mitad del bosque, pero no el bosque que acostumbraba a ver y tanto adoraba. Parecía más lleno de vida, más joven.
Caminó un par de metros hasta llegar a lo que parecía el fuego cruzado de una gran batalla mágica.
Observó como los dragones de Fuego atacaban las grandes olas de Agua. Como los árboles de Tierra luchaban contra los grandes huracanes de Aire.
Podía ver montones de cuerpos en el suelo. Amontonados, unos encima de otros, algunos desmembrados, otros reducidos a cenizas.
Podía sentir cada sentimiento que flotaba en el aire, escuchar cada pensamiento. Su respiración se aceleró al sentir como el terror le calaba los huesos.
Todo era demasiado.
Siguió caminando, deseando perder de vista los furiosos ataques y rezando porque su consciencia volviera adonde correspondía, donde estaba a salvo.
Recorridos algunos metros, una fría brisa hizo que se detuviera abruptamente.
Se giró despacio, encontrándose con los ojos con los que no había podido dejar de pensar en semanas. Solo que, esta vez, los ojos de Deimos estaban vacíos. Carecían de ese brillo de picardía que le correspondían y tan atractivo lo hacían. En su lugar, el azul más opaco le devolvía la mirada a escasos centímetros de su rostro.
Retrocedió sin pensarlo, su espalda chocando contra un árbol.
− Tranquila Mavka, solo vengo a cumplir mi misión – ni siquiera le vio mover los labios, era como si el suspiro del viento trajera consigo sus palabras, haciéndole temblar de pies a cabeza.− Esto no es real – cerró los ojos con fuerza, deseando despertar. Sintió como el falso Deimos elevaba los brazos para ponerlos a cada lado de su cabeza, acorralándola.
− Pero, ¿querrías que lo fuera? ¿querrías que cumpliera mi misión? Vamos Mavka, eres lista, sabes lo que hacemos allí -
− No me llames así. Yo no soy tu Mavka -
− Ah, pero eres la Mavka de alguien, ¿no es así? ¿Y dónde está él ahora Bennet? ¿Dónde está tu príncipe azul? -
− Para – se cubrió los oídos con las manos en un acto de impotencia, pero no funcionó, fue como si su voz estuviera dentro de su mente.
− Eres patética, esperando que un hombre venga a salvarte. Este es tu mundo Brina, tu consciencia. Nadie entra y sale de aquí. Solo tú. Así que dime, bonita ¿qué vas a hacer al respecto? -
− Voy a darte una paliza -
− Mhm, tienes agallas, lo admito. Pero, ¿de verdad crees que serías capaz de darle una paliza a un asesino entrenado como yo? - la pregunta hizo que el corazón le diera un salto.
− ¿Asesino? - preguntó en un susurro, la palabra dejando un sabor amargo en sus labios.
− Vamos bonita, no me digas que te creíste la historia de papi donde contaba que protegíamos a los Elementos y a los que no pueden protegerse por sí solos, ¿no? - chasqueó la lengua – lo hiciste. Eres adorable.
− Pensaba que era patética -
− Eso también, no tenemos por qué definirnos con un único adjetivo, bonita -
− Deja de llamarme así – repitió despacio, sintiéndose más valiente de lo que nunca jamás se había sentido – explícame lo de la Asociación.
− Me encantaría, pero me temo que aún no es el momento de saber la verdad – y con eso, le rozó los labios con su dedo pulgar y se desvaneció.
Sintió como si un gancho invisible le tirara del estómago.
Se despertó abruptamente, con lágrimas empapando sus mejillas y una sensación de amnesia que pocas veces en su vida había sentido.
Miró por la ventana, la intensa lluvia había cesado mientras que el sol hacía su aparición, bañando el cielo de un bonito arcoíris que le hizo querer vomitar.
Tomó una larga ducha aprovechando que todos seguían durmiendo, y bajó las escaleras para prepararles el desayuno a sus hermanas cuando una pequeña figura acurrucada en el viejo sillón de su padre le llamó la atención.
− ¿Mamá? – preguntó bajito, sacudiendo suavemente su pierna.
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𝑺𝒆𝒓𝒆𝒏𝒅𝒊𝒑𝒊𝒂 ~
FantasyEn el pequeño pueblo de Royal Earth, jóvenes y adultos están condenados a vivir bajo las estrictas reglas del poderoso Gobierno de Control de Elementos. Teniendo prohibida la relación entre individuos de fuera de "la gueto", Brina aprenderá a vivir...