Capítulo 1
Bienvenido al comienzo del fin.
¿Qué pasa?¿No entiendes? No te preocupes, no es tu fin, es mi fin. Soy Skye, y estoy aquí para contarte el comienzo de mi fin.
Solo déjame especificar qué tipo de fin no es: no es de aquellos que ves en las películas de acción, en dónde el super héroe vence al malvado villano y la ciudad descansa en paz; no es de aquellos finales en las novelas de ciencia ficción en dónde el ejército espacial gana una guerra intergaláctica y el universo, después de tantos años está a salvo; tampoco es de esos en las historias de amor, en dónde el hombre ama a la mujer con todo su corazón y jura nunca dejar de hacerlo mientras deliza un anillo en su dedo de la mano izquierda, no.
Es un fin particular, donde me deshago de mi antigua yo, por bien y por mal, por un nuevo comienzo.
Por una nueva yo.
Tiré de mi falda mientras bajaba los escalones del autobús público, mentalmente rezando para que no se levantara. Toqué tierra de un pequeño salto y me dirigí hacia la vereda. Suspiré y acomodé la tira de mi mochila sobre un hombro, por obligación tenía que comenzar todos los días de la misma manera: miserable.
Sabía que no era la única al inspeccionar las caras largas y cansadas de los demás pasando por el pasillo principal del instituto. El mensaje era simple; otro día, otra lucha.
Al sentír un brazo rodear mis hombros, ni me esforcé en averiguar de quién era el brazo, era evidente y casi una rutina diaria.
-Hola skye, ¿cómo estás?
Pausa. Si les voy a contar bien mi historia, antigua vida, fin, sea lo que sea, esta introducción es necesaria.
Giré mi cabeza hacia el lado de la voz e intenté llegar a una sonrisa. Una figura alta y delgada, girada en un ángulo diagonal para poder apoyar su brazo entero sobre mi, me sonreía con entusiasmo. Enseguida dejé caer mi sonrisa para poner los ojos en blanco.
-No lo sé, dime tú Amber, ¿cómo luzco?
-Despeinada, desprolija y que no pegaste un ojo en toda la noche. -respondió de inmediato, levantando un dedo por cada uno de mis características principales.
-Ah ¿normal entonces?
-Exacto. -la sonrisa anterior volvió nuevamente a su rostro y le dije que lo borre ella antes de que yo lo hiciera, para lo cual recibí una pequeña risa y un guiño.
Nuestro banco compartido se situaba en el fondo del aula, en la fila del medio, lo cual sólo tenía un significado para mí: tortura. Mi visión se estiró y se volvió oscura y lejana, cual túnel y mi asiento se veía cada vez más lejano.
Presioné mis ojos cerrados. Rápido y sin contacto visual, me dije pero parecía que en ese momento mi cuerpo deseaba ser torpe y mis piernas grandes lentas.
Dejé que Amber se adelante y tomé aire.
Los bordes de los bancos parecían burlarse de mi mientras sentía el suave roce en mis caderas anchas al pasar por el angosto espacio entre las filas.
No sabía cuán dormida y bruta podía ser hasta que sentí un dolor en mi pie izquierdo y me retorcí, perdiendo mi balance. Oí como un banco en frente mío se corría y maldije, tratando de recuperar mi equilibrio. Pero el error ya estaba cometido.
- Oye tú, -llamó una voz masculina a mi derecha, claramente enfadado- tanque de guerra, ¿estás ciega o qué?
Mis ojos se cerraron un momento, absorbiendo sus palabras. Intenté tragar saliva para aliviar el nudo en mi garganta y escondí mi manos temblorosas detrás de mi espalda.
Parpadeé varias veces en su dirección y de nuevo hacia delante, nunca llegando a ver quién era.
Y mi respuesta más ingeniosa fue:-¿Qué?
De lo poco que llegué a ver, deducí que rodó los ojos- Que mires por donde caminas, ¿necesitas anteojos?
-N-no.
Prácticamente podía sentir como rodaba los ojos una segunda vez y se daba vuelta para seguir charlando con su compañero. Llegué rápidamente al final de la fila de bancos, al fondo, territorio amigable; y dejé escapar la respiración que no sabía que había estado sosteniendo.
-¿Estás bien?- levanté la mirada del suelo para encontrarme con un ceño fruncido, moldeando una expresión de preocupación. Oh no, lo vió todo, pensé. El calor no tardó en llegar a mis mejillas al igual que la vergüenza expandirse por mi pecho. Asentí con un movimiento de cabeza. Amber suspiró y se dejó caer en su silla, la imité.
-Imbécil.-murmuró.
Me tensé por instinto y por un segundo se me cruzó por la mente que se dirigía hacia mí, pero resté eso de inmediato. No tenía sentido.
Y que bueno que no pensé que ella sería igual a los demás, porque gracias a ella, no me tropecé antes de llegar al final.
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Demons
RandomSkye Lockhart es una adolescente introvertida, que tiene que lidiar con sus demonios adonde sea que vaya; al instituto, a juntas con sus amigos, en su propio hogar. Eso sin incluir lo que traía cargada en la espalda: acoso y maltrato. Su suerte no...